Amor

La infanta Elena y Luis Astolfi: su historia de amor de valentía

Nunca se oficializó su noviazgo, pero aunque sus vidas tomaron rumbos distintos mantienen su amistad desde hace tres décadas. Ahora han vuelto a verse

La infanta Elena y Luis Astolfi
La infanta Elena y Luis AstolfiUOG/UCC©EUROIMAGEN

Desde el famoso «cese temporal de la convivencia», que anunciaba Zarzuela como un compás de espera por si el matrimonio no acababa en divorcio, la vida amorosa de la infanta Elena ha sido invisible. El eufemismo que utilizó la Casa Real el 13 de noviembre de 2007 solo sirvió para que hubiera interpretaciones de todo tipo y para todos los gustos. La única realidad era que dos años después de ese críptico mensaje la duquesa de Lugo se convertía en la primera infanta de España en separarse legalmente.

La fecha del divorcio de Jaime de Marichalar en 2009 marcó un antes y un después en la vida amorosa de la primogénita de los Reyes. Desde esa fecha no se le ha conocido ningún romance ni tampoco tonteo más allá de su amistad profunda con Luis Astolfi. El fin de semana pasado volvieron a encontrarse en el club Pineda de Sevilla. Se celebraba el campeonato de España de salto para veteranos donde el equipo de la infanta quedó ganador. La relación entre ellos es excelente, pero mucho tendrán que cambiar el destino para que esa amistad de más de tres décadas se convirtiera en algo diferente.

El que fuera jinete olímpico sí fue novio durante varios años. Nunca se hizo oficial esa relación. Elena de Borbón tenía 23 años y Astolfi 27. La primera vez que se les fotografió juntos fue en el Rocío chico en agosto de 1986. A partir de ese momento los encuentros en los concursos hípicos en los que coincidían tanto en Madrid como en Sevilla o Valencia se convirtieron en habituales. Igual que las salidas ajenas al ámbito estrictamente deportivo. Luis Astolfi y la hoy madre de Victoria Federica aparecían en grupo para disimular lo que «los hípicos» confirmaban en aquellas fechas.

Esa información oficiosa quedaba ratificada en revistas de información general como eran «Tiempo» y «Época». Para la infanta había titulares del tipo «Recta final de un noviazgo clandestino» o «Pasiones imposibles, amores difíciles» que reflejaban su vida amorosa con Astolfi sin confirmación de Zarzuela. En esos años era difícil que los paparazzis pudieran reflejar con imágenes lo que sucedía entre el jinete y la amazona regia. Las fotos que se podían hacer no interesaban y para las que resultaban comprometidas estaba la seguridad que paraba los pies a los profesionales con mayor o menor tacto. Eran los tiempos en los que se imponía la ley de «dame el carrete» y si no lo hacían nunca más la agencia o el medio tendría acreditación para acceder a actos institucionales.

Miedo escénico

El romance de valentía duro tres años. Una de las razones que se barajaron para ese distanciamiento fue el miedo escénico de Astolfi al verse tan presionado por los medios e incluso por la propia Infanta, que sí quería oficializar a su pareja. El jinete, sexto hijo de una familia de catorce hermanos, tenía por delante una carrera deportiva importante y no estaba preparado para el oficio de futuro yerno real. En aquel momento se le igualó al británico Mark Phillips, que reunía unas condiciones muy parecidas y se casó con la princesa Ana, hija de Isabel II. Aunque pudiera resultar semejante, no lo era. Él lo hizo en 1990 con Isabel Flórez, una joven sevillana a la que conocía de toda la vida, con quien tuvo dos hijos: Luis y Marina. Su hijo ha seguido sus pasos deportivos.

La infanta Elena y Luis Astolfi
La infanta Elena y Luis AstolfiUJSGTRES

Después de Astolfi, del que dicen habría sido un buen marido, llegó Cayetano Martínez de Irujo. Él mismo contaba en sus memorias esa relación afectiva que duró tres meses.«Mi madre estaba encantada, era la ilusión de su vida; todo el mundo estaba encantado, menos la Nana, que me conocía bien». Incluso Don Juan Carlos llegó a bromear con la duquesa de Alba al decirle en un acto público que escucharon periodistas la frase «¡Vamos a ser familia!». Según el duque de Arjona, al publicarse la noticia, todo cambió. «Ahí, yo me empecé a asustar. Pero, para mí, la infanta Elena era una persona super entrañable y super todo». Cayetano, igual que el jinete sevillano, mantienen a día de hoy una buenísima relación y coinciden en los concursos hípicos. Forman el grupo compacto hípico, donde no hay filtraciones. Es un mundo cerrado donde los amores y desamores se quedan dentro de los clubes.

Otro hombre importante en la vida de la duquesa antes de su boda con Marichalar fue Alfredo Santos. En 1992, cuando se conocieron, ya había terminado Arquitectura. Estuvieron juntos más de un año. El primer encuentro fue en Madrid en una salida al Coq, uno de los locales de moda de la capital. Después se volvieron a ver en Sierra Nevada y en Málaga donde vivía la familia de Alfredo. La historia no cuajó y el joven dejó de formar parte de la lista de futuribles.