Londres
Nieves Álvarez, exquisita en los Goya
La antigua Cibeles hoy uniformada, pero no internacionalizada como «fashion week», es una doble pasarela. Lo mismo sirve de exhibición de nuevas propuestas que huelen a «déjà vu», que ofrece una primera fila no tan rimbombante como otras ediciones.
La antigua Cibeles hoy uniformada, pero no internacionalizada como «fashion week», es una doble pasarela. Lo mismo sirve de exhibición de nuevas propuestas que huelen a «déjà vu», que ofrece una primera fila no tan rimbombante como otras ediciones.
Francis Montesinos y Hannibal Laguna, quien no escuchó la cacerolada protagonizada por sus operarias porque son externas –«me hacen la vida imposible», dice el diseñador–, lograron sentar juntas, pero no revueltas, a las personalidades políticas del Turia, entre ellas, Carmen Alborch y Consuelo Císcar, firme a su personalísimo y rígido peinado. Son vísperas de las Fallas y, ante la remisa ex ministra de Cultura, reacia a junta reales, algunos asistentes comentaron una próxima traca valenciana que puede armarla tan gorda como el «caso Gürtel». Me dieron nombres y apellidos. Muy cerca se encontraba Paola Dominguín, que está recién llegada de San Remo, donde celebró el XXV aniversario del festival de la canción. Lo hizo con la misma desenvoltura familiar con que desfiló su hijo Nicolás, que se parece más a ella que a José Coronado.
Ovación patriótica
Hannibal Laguna impactó, mientras que Francis Montesinos reivindicó los tonos rojigualdo para mostrar el españolismo que ya no se lleva. Merecía una ovación patriótica también por su colección, en la que no faltó el inevitable punto –el suyo muy engordado, eso sí– y el tratamiento del cuero que convierte en seda, según me comentó Cuca Solana, que está aferrada al cargo. Por su parte, Jacqueline de la Vega anda a la «recherche» del tiempo perdido. Por fin ha dejado – «no, no, ha sido él», me aclaró– a su pareja de los seis últimos años y padre de su niño. Está creando, como todas, una colección de ropa. Va lanzada, igual que Carla Goyanes, quien escribe un libro sobre consejos maternales, saca jugo de algo tan entrañable.
Asimismo, durante la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid coleaban los premios Goya y la exhibición que el famoseo hizo de la moda internacional como castigando a las marcas españolas. Brillaron Pucci, Gucci y el Stéphane Rolland que lució Nieves Álvarez, ya convertida en figura de La Primera gracias a la confianza de Chus Mari Montes. El traje quizá resultó excesivo para una gala de cine. No pegaba ni con cola, pero Nieves estaba exquisita.
Mientras, algunos invitados confundieron con chinchillas el «renard argenté» que exhibió Massiel firmado por Miguel Marinero, cuya colección presenta esta noche. Recordó al Hollywood de los años 50. La cantante lo lució sobre un traje de azabache «vintage» que adquirió en algún mercadillo de Londres. Otros, sin embargo, creyeron ver idénticos los Lorenzo Caprile de la gran Ángela Molina y de mi ex vecina Aitana Sánchez-Gijón. Se lo comenté a su autor, siempre chispeante: «Se parecen en que ambos modelos son negros, pero el de Ángela es de cuello barco y redondo y tiene un broche «decó» bajo el escote, mientras que en el de Aitana destacan unas mangas ajaponesadas, además de una preciosa hebilla de pedrería. Que se pongan gafas», reivindicó el creador, que ha adelgazado 40 kilos. Se dice pronto. Podría desfilar él.
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