Filipinas
La tribu filipina de Isabel Preysler
LA RAZÓN desvela cuáles son los antepasados de la reina de la elegancia. La socialité desciende de los indígenas kapampanganos. de la isla del Pacífico. Sus bisabuelos gozaban de prestigio y tierras para la plantación de azúcar
Su exotismo es uno de sus mejores reclamos. Sin embargo, hacía más de cuatro años que la denominada «perla de Manila» no regresaba a su tierra natal. Isabel Preysler ha sorprendido esta semana a todos sus seguidores con el viaje de cinco días a Filipinas que ha realizado junto a su hija Tamara para la firma Porcelanosa, de la que es imagen desde hace más de una década. Un periplo que la revista «¡Hola!» ha aprovechado para hacer caja y en el que la reina del papel couché recorrió sus orígenes y vivió un emocionante reencuentro con su familia, entre ellos, con su hermana, Victoria, y con sus tíos Miguel y Tessie. ¿Pero quienes son realmente los antepasados de Preysler en Manila?
La socialité más conocida del mundo desciende de los Preysler, por supuesto, pero también del clan Arrastia de Lubao, en la provincia de Pampanga en Filipinas. Según apunta José Luis Gutiérrez en un libro sobre su marido («Miguel Boyer. El hombre que sabía demasiado») Isabel «procede de dos ramas de emigrantes españoles instalados en Filipinas, los Preysler, que lo hacen a mediados del pasado siglo –habían llegado a España, a su vez, procedentes de Austria, en 1831–, y de un emigrante navarro, Valentín Arrastia, que abandona a finales de siglo su pueblo, Estella, para establecerse en Manila». Su bisabuelo Valentín llegó a Manila en 1883, con tan sólo 18 años viajó a Pampanga para probar suerte en la provincia, donde las vastas tierras agrícolas estaban todavía en juego. Por lo visto, no tardó en hacerse con prestigio social entre la población indígena y junto a otro amigo español, apellidado Reinares, prosperó en los negocios hasta hacerse prácticamente los dueños de la Pampanga, donde además de encontrar el éxito en los negocios, encontró el amor, ya que en Lubao contrajo matrimonio con una joven indígena, concretamente de la etnia kapampanga. Los bisabuelos de la socialité española construyeron en la región de Bataan una casa, que aún sigue en pie, y se dedicaron al cultivo de azúcar. Cuenta Gutiérrez que fruto de esta relación nació José Arrastia, el abuelo de Isabel, que se casó con la hija de su amigo, Teodorica Reinares, que también procedía los kapampanganos por parte de madre, pero en este caso de Bataan. De forma que «ambos aportaron la sangre indígena que corre por las venas de la actual señora Boyer».
Dicen las malas lenguas que el abuelo materno de la mujer más elegante de España era todo un donjuan y, al parecer, sembró la isla con su prole. Eso sí, cada uno de sus hijos supo medrar a su manera. Así, una se convirtió en «Miss Filipinas», otra, Neil Adams, se casó con el actor Steve MacQueen. Mientras que Beatriz Arrastia (la madre de Isabel), «Betty» para los amigos, contrajo matrimonio con Carlos Preysler Pérez de Tagle, ex director ejecutivo de Filipinas Airlines (PAL) y miembro de la junta directiva del Banco Español de Manila. El padre de Isabel provenía de la familia Preysler, españoles descendientes de la corte de Carlos V, que emigraron a la isla del océano Pacífico cuando ésta era una colonia española.
La pareja tuvo seis hijos, ninguno alcanzó la fama de Isabel. Su hermana Victoria, que actualmente vive en Manila, le ha robado algún que otro plano en las fotografías de este último viaje, pero del resto apenas ha trascendido su vida. «Como la muerte en Hong Kong, ahogado en la bañera de un hotel –donde vivía un apasionado romance con una ilustre damita filipina–, del mayor de sus hermanos, Enrique, o la condición de toxicómano de otro, su hermano Carlos», según señala Gutiérrez en su libro.
Sean ciertos o no estos rumores familiares, el vínculo fraternal pronto se enfrió porque Isabel abandonó el Pacífico muy jovencita para estudiar en España. Concretamente en 1969, cuando se trasladó a Madrid a casa de sus tíos Teresa Arrastia, hermana de su madre, y su marido, Pérez Rubio, jefe de Protocolo de la Presidencia, y con quienes justamente se reencontró en este viaje a Manila, ya que mientras que ella se quedó a vivir en Madrid, ellos se trasladaron a Filipinas.
Sus tíos eran muy amigos de la familia Sáinz de Vicuña, que ejerció de protectora cuando Isabel llegó de Filipinas, y que, a la vez, son primos de doña Carlota Salvador, la madre de Miguel Boyer. Al parecer, «Teddy» Sáinz de Vicuña, que vivió muchos años en Filipinas y fue el padrino de Isabel, se encargó de su educación y de introducirla en la sociedad madrileña de la época. Según escribió Gutiérrez, «los amigos de Isabel aquellos primeros años madrileños fueron los Zóbel, también filipinos y amigos de sus padres, Vicky Vallejo-Nágera, etc.».
Y visto lo visto, «Teddy» realizó muy bien su tarea: la joven proveniente de una recóndita región de Filipinas es hoy por hoy la socialité más aclamada de España. Eso sí, ni la fama ni el dinero le han hecho olvidar su pasado. Presume con orgullo de sus orígenes filipinos y no duda en ayudar a su país desde España. Así, siempre está dispuesta a colaborar con la embajada filipina en España, donde es habitual verla en diferentes actos. Además, según su círculo cercano, en casa de Preysler se habla con frecuencia filipino pues parte de su personal procede de Manila. Al parecer, no es raro ser invitado a cenar auténtica comida filipina en casa de Isabel. Además, las niñeras de sus hijos siempre han sido de este país asiático. De hecho, Enrique Iglesias declaró en una entrevista que de pequeño siempre escuchó hablar filipino en su casa, concretamente, el tagalo, la lengua oficial de Filipinas desde 1937. «Los tagalos, raza indígena filipina de origen malayo –los antepasados indígenas de Isabel eran tagalos–, forman el segundo grupo lingüístico y cultural más importante del país, y su lengua es hablada como segundo idioma por más de treinta y ocho millones de personas», explica Gutiérrez en su libro.
Pero si hay alguien en la actual familia Preysler que no renuncia a Filipinas por nada del mundo es «Betty», la madre de Isabel, que conserva a día de hoy la casa familiar de Manila, en la que pasa largas temporadas aunque su residencia la tenga fijada en Madrid. Beatriz Arrastia, pese a ser la madre de la reina de la elgancia de España, es una gran desconocida en nuestro país. Y sin embargo, Isabel debe su exotismo, y por tanto, parte de su éxito a esta mujer católica, de misa diaria y procedente de esa recóndita región de Filipnas, la Pampanga.
Un apellido en extinción
El apellido signo de distinción de la inigualable Isabel Preysler podría estar en vías de extinción en España. Por lo visto, en la actualidad sólo una veintena de personas lo poseen en primer lugar. Gran parte de los varones Preysler murieron en la Guerra Civil española. El linaje actual se debe a los hijos de éstos y a parte de la familia que emigró a Filipinas, como es el caso de Fausto Preysler, el abuelo de Isabel (en la imagen, junto a su esposa Carmen Pérez de Tagle, y los padres de Isabel, «Betty» y Carlos).
Lubao, «la tierra de los valientes» de la Pampanga
También conocido como «Baras», palabra que en Kapampangan significa «fuera del mar estrecho entre dos islas», es un municipio rural situado en la parte suroeste de la Pampanga, que delimita al oeste con la provincia de Bataan. Su economía se sustenta principalmente en la agricultura y la pesca ya que cuenta con numerosas tierras fértiles, recursos hídricos y con una rica vida marina. Antes de la llegada de los conquistadores españoles en el siglo XVI, Lubao fue una de las más antiguas comunidades asentadas en la Pampanga. Los habitantes de esta comunidad eran conocidos por su valentía en las batallas, por lo que los españoles sortearon la localidad durante la colonización. Fue en 1572 cuando el poder de la Iglesia convirtió a sus habitantes a la fe católica, construyendo allí una de las iglesias más emblematicas de las Filipinas.
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