Sola
Isabel Pantoja, sin más confidentes que sus gatos
La tonadillera vive cada vez más aislada, en una soledad que ella misma ha escogido, y acuciada por las deudas
Isabel da largos paseos por su finca y se para en medio del campo para confesar sus penas a unos confidentes muy especiales: sus gatos. Les habla como si se enteraran de todo lo que les dice. Lo bueno y lo malo. Son confesores que nunca traicionarán a su dueña y, si los felinos hablaran, conoceríamos de primera mano los secretos, y enigmas de la tonadillera. Nadie, salvo su hermano Agustín, al que denominan irónicamente «El Rasputín de Cantora», está al tanto de las intimidades que oculta a los ojos del mundo Isabel Pantoja. Ni siquiera la vuelta a los escenarios consigue mitigar sus penas. Está más sola que nunca. Le quedan escasos apoyos y demasiados enemigos. Así nos lo hace saber una fuente cercana a la tonadillera: «Intentamos convencerla para que hablara con su hija Isa, que propiciara un reencuentro y asistiera a la primera comunión de su nieto Albertito, pero se cerró en banda y no quiso saber nada del tema. Para ella, a día de hoy, sus dos hijos, Isa y Kiko, están fuera de la familia. Solo cuenta con la fidelidad y el apoyo de su hermano Agustín y se ha reconciliado con su otro hermano, Juan. Con el resto de los Pantoja ni se habla».
Hacienda al acecho
Sus problemas con Hacienda la queman por dentro, la mayor parte de lo que gana en su gira musical engorda las arcas del fisco. Al parecer, debía cuatro millones de euros y ya ha pagado unos setecientos mil. Las deudas contribuyen a aumentar su amargura. La confidente anterior añade que «apenas sale de Cantora, si no es para ir al médico, actuar y poco más. Su círculo de allegados es mínimo. Aparte de su íntima Marilo de la Rubia, dueña de la clínica oftalmológica donde han tratado a Isabel de unos problemas oculares, están su sobrina Anabel, sus hermanos, el estilista y peluquero Alberto Digarte, la tertuliana Amor Romeira, unas amigas anónimas, la fan Celeste… La única buena noticia que ha recibido en los últimos días es que le han dado el alta y podrá cantar en Zaragoza el próximo 25 de mayo. Ella se sentía muy preocupada por su estado de salud y temía que la cosa se alargara demasiado».
El tratamiento más habitual para la tromboflebitis que sufre es el reposo y la utilización de medias de compresión, así como aplicar calor en el área afectada. Su gira comenzó el 13 de abril en Madrid y finalizará en septiembre. Cada recital está valorado en 160.000 euros y, de estos, 80.000 corresponden al caché de la tonadillera. En total, la gira tiene contratadas y cerradas actuaciones por un valor total cercano a los dos millones de euros, de los que, como decimos, la mayor parte serán embargados por Hacienda.
Otro año más, Isabel brillará por su ausencia estos días en la romería de El Rocío. En tiempos pasados iba con sus amigos a la casa que todavía tiene en la localidad onubense en la que se celebraban fiestas hasta la madrugada. Ya no está para algarabías.
De sus hijos no quiere ni hablar. Pide que no les mencionen, que están al margen de su vida. Quizá se enternezca si se entera de que su nieto Albertito dijo que la echa mucho de menos y esperaba que se presentara en su Primera Comunión. Deseo baldío y estéril. Por su parte, Isa ha desvelado que no estaba invitada. «Nadie la esperaba porque hace tiempo que no tenemos contacto». Ante los continuos desprecios maternales, ya se ha dado por vencida y no será ella quien dé el primer paso para el reencuentro. Igual ocurre con sus otros tres nietos y su hijo Kiko, sin intención de reconciliación.
Ha decidido dar un portazo a la vida y a su gente
De los amigos de siempre no queda ninguno a su lado. Tampoco mantiene la mínima relación con su cuñada Junco, viuda de Bernardo Pantoja. Incapaz de entender la difícil situación económica de la japonesa, quiere echarla del piso que ocupa, propiedad de Isabel, para venderlo. Y según comentan, cuando fallezca, su deseo es que no se celebre ningún tipo de funeral. No quiere que nadie la vea ni lleven sus restos mortales a una sala de tanatorio. Y menos la presencia de sus hijos. También es posible que Kiko renuncie a su herencia.
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