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Momentos delicados

Las Navidades «negras» de Isabel Pantoja

La tonadillera atraviesa unos días complicados, sin contacto con sus hijos y cada vez más lejos de sus amigos

Isabel Pantoja Sergio R MorenoGTRES

Sobran los villancicos, se acabaron las panderetas y las zambombas, no habrá juergas flamencas como antaño, ni tan siquiera recibirá las visitas de su escaso grupo de amigas. Soledad, dolor y pena. Isabel Pantoja se enfrenta a sus segundas Navidades «negras», las más tristes e indeseadas. Si el año pasado, recién fallecida su madre, se encerró en su habitación a cal y canto, este año, más de lo mismo.

En el baúl de los recuerdos quedaron los que en tiempos disfrutaban de estas fiestas con la artista. Ni Raquel Bollo, las Mellis, Chelo García Cortés, Luis Rollán, Falete… cuentan con las muestras de cariño de entonces. Isabel los fue apartando de su lado por distintos motivos. Donde antes había caricias ahora hay muchas ausencias, tal vez demasiadas. Ni Papa Noel ni los Reyes Magos harán un alto en el camino para llevar presentes a los poquísimos moradores de «Cantora». Nadie les espera. Ni la Pantoja. El cisma familiar ha dividido al clan. Isabel, en su mundo, no tiene remordimientos por ignorar a los que en su día fueron sus acompañantes incondicionales.

Sin ánimo de celebraciones

Su hija Isa ya ha dejado bien claro que «mi madre no se encuentra con ánimos para juntar a la familia estas Navidades. Pero si ella quiere, iré a visitarla con mi hijo Alberto algún día». Dentro de poco, dejará su casa del Puerto de Santa María para instalarse por motivos profesionales en Madrid. Cientos de kilómetros de distancia le separarán del hogar materno, cuando ahora se puede presentar allí en media hora.

Isabel Pantoja llega a España tras su gira latinoamericanaCristobal DueñasGTRES

Su pareja sentimental, Asraf Beno, no es bienvenido, nunca mantuvo una relación cordial con su futura suegra. La cantante no perdona al modelo que la atacara hace años con duras palabras contra ella y su familia. Difícil que la primera aparezca en la futura boda de su hija con un hombre por el que no siente el menor aprecio.

El presente de la tonadillera es más oscuro que nunca. A su lado, solamente dos personas con apellido Pantoja, su hermano Agustín y su sobrina Anabel. El resto brilla por su ausencia en su vida. Con su hijo Kiko ni se habla, y con Isa lo hace de vez en cuando. Muerto su otro hermano, Bernardo Pantoja, el pasado veinticinco de noviembre, con el otro, Juan, mantiene las distancias.

El Dj cura sus males junto a su esposa Irene y sus hijas. No tiene intención de acercarse por «Cantora». Aunque los nietos preguntan por qué nunca ven a su mediática abuela. No hay respuestas coherentes a tamaño desbarajuste. El maullido de los gatos que merodean por los alrededores de la finca será el único «coro navideño» que amenice los silencios de la propiedad. A Isabel se le ve pasear entre los animalitos, sus amigos más fieles, les habla con el cariño que no prodiga entre los suyos. Es un alma en pena, una mujer marcada por la amargura y el desconsuelo. Casi una muerta en vida. Muchos se preguntan de dónde saca el dinero suficiente para mantener su economía, maltrecha por las deudas y los embargos de Hacienda.

Su gira por Estados Unidos

Su esperanza está en esa gira por Estados Unidos que iniciará en el primer trimestre del 2023. Ya tiene contratados once conciertos. Si la cosa funciona espera continuar las actuaciones musicales por distintas ciudades españolas en verano. El éxito le devolvería las ilusiones perdidas. Pero el hoy no ayuda a mantener la sonrisa. Dicen que la Pantoja prepotente y soberbia, la mujer de carácter fuerte y desafiante, se transforma en una plañidera en los oscuros rincones de su cortijo. Su orgullo le impide derramar lágrimas delante de los demás. Ni tan siquiera se sabe si su rostro acabó bañado por el llanto tras morir Bernardo. Inexpresiva y enemiga de mostrar en público sus verdaderos sentimientos. Y no va a cambiar a estas alturas de su vida. En fin, que ni tiene ganas de algarabías ni de decorar el cortijo con motivos navideños. Cuando vivía tiempos de bonanza, ella misma se encargaba de montar el Belén y el árbol, colocaba los regalos y disfrutaba de una Nochebuena interminable con familiares y amigos. Se encargaba de cocinar y agasajar a los suyos. Les deleitaba con sus canciones más populares o entonaba villancicos al son de la guitarra de su hermano, junto a las panderetas y las zambombas. De ello, tal vez ya ni se acuerde más que como un sueño..

La soledad sentimental de una infeliz

Desde su ruptura sentimental con Julián Muñoz, no se le ha conocido ninguna otra pareja a Isabel Pantoja. Huye del amor y no busca aventuras ocasionales. Estas Navidades no echará de menos a ningún hombre, en su mente solamente aparece la figura de esa madre que se fue de este mundo en 2021. Vivía por y para ella. Doña Ana era la «carabina» que controlaba a los novios de su hija, sin su visto bueno no cabían posibilidades de ligarse a su niña. En eso era férrea e implacable.

Pero Isabel la adoraba. Y en fechas como estas la echa más de menos que nunca. Porque la matriarca era muy de celebrar las fiestas navideñas, de reunir a los suyos y festejarlas hasta que cayó en la enfermedad del olvido. Si hoy levantara la cabeza…