Veintiséis años de relación sentimental tirados a la basura. Miguel Bosé reniega de su ex, Nacho Palau, y le desprecia sin dudarlo cuando se le pregunta por el valenciano en Madrid, en el viaje relámpago que el cantante realizó esta semana a Madrid para presentar su polémica autobiografía, ‘El hijo del capitán Trueno’.

Irónico y despreciativo, Miguel contestaba riéndose como única respuesta, despectivo e incluso cruel, con el hombre que fue su pareja sentimental, e incondicional, durante más de un cuarto de siglo.

Nadie entiende su actitud contra Nacho, ni tampoco que sea incapaz de llegar a un acuerdo extrajudicial con él, aunque sea por el bien de sus cuatro hijos, que hoy son las víctimas colaterales del duro y triste enfrentamiento entre sus padres.

Antes de llegar a Madrid a los periodistas ya se nos había insinuado que hablar sobre Nacho suponía un tema tabú, que Bosé no tenía la menor intención de referirse al escultor, que era una figura de un pasado que prefiere no recordar.

Ha borrado a Nacho totalmente de su existencia, como si fuera un simple fruto de su imaginación, un personaje irreal que nunca formó parte de su vida. Mal pago para quien tanto se entregó al artista que hoy le niega el pan y la sal por sistema.

Desacertado el gesto de Miguel en plena calle, al acusar de atracador a un reportero de ‘Viva la vida’ cuando le mencionó, simplemente, a Palau. Una actitud desagradable y que demuestra su poca simpatía por la prensa del corazón. Por cierto, sus problemas de voz siguen siendo una incógnita