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Felicidades

La Reina Sofía rechaza homenajes por su 85 cumpleaños pero almorzará en familia

La madre de Felipe VI, fiel a su discreción, ha decidido pasar el 2 de noviembre en un estricto ambiente familiar. Los grandes ausentes, los mismo que en la fiesta de Leonor: ni Victoria ni Pablo ni Juan.

La reina Sofía saluda al público durante la ceremonia de entrega de la 42 edición de los Premios Princesa de Asturias, este viernes en el Teatro Campoamor de Oviedo. Eloy AlonsoEFE

La Reina Sofía alcanza este 2 de noviembre la respetable cifra de 85 años con suficiente energía para seguir cumpliendo con sus tareas de agenda de la Familia Real, en la actualidad menos frecuentes que hace unos años, y para continuar con su labor solidaria por medio de la Fundación que lleva su nombre, a la que dedica muchas horas de su vida diaria. Conserva una parte importante de su fuerza y perseverancia que la lleva, por ejemplo, a viajar por toda España para visitar los Bancos de Alimentos que hay en cada provincia y a los que apoya con fondos de su Fundación. O a colaborar con los grupos de ecologistas a limpiar de plásticos las playas de las costas españolas. O, dado su amor a la música, a fomentar en chicos y chicas de familias desprotegidas a formar orquestas con instrumentos de desecho y procedentes de vertederos.

Doña Sofía no quiere hacer una celebración especial por su 85 cumpleaños, una cifra de las consideradas redondas por la gente, y prefiere compartir esa fecha de forma discreta y tan solo dentro del ambiente familiar. Los grandes ausentes serán como en la fiesta por la mayoría de edad de Leonor: Victoria Federica y Juan y Pablo Urdangarin. Felipe Froilán, tampoco estará presente ya que ha regresado a Abu Dhabi. Quizá porque tan sólo un par de días antes se celebrará el cumpleaños de su nieta Leonor en una fiesta especial posterior a los actos institucionales organizados con motivo de la mayoría de edad de la Princesa de Asturias. De hecho, ha rechazado alguna propuesta de personas cercanas a ella que querían hacerle más entretenida la fecha de su avanzado cumpleaños. Y quizá haya influido también en el ánimo de la que fue consorte real durante casi cuarenta años el que no atraviesa precisamente el periodo más feliz de su vida desde hace ya bastante tiempo. Años en los que ha pasado por duras experiencias familiares, motivadas en un caso por la conducta poco ejemplar de su marido, el Rey Juan Carlos, ahora desterrado en la lejana capital de los Emiratos Árabes y al que se sigue poniendo inconvenientes a la hora de visitar su país. Otro caso que ha provocado un hondo disgusto en ella ha sido larga crisis familiar de su hija la Infanta Cristina que desembocó en la condena de su marido a prisión por motivos económicos y que ha terminado con la separación de su matrimonio con Iñaki Urdangarín. Ha sido la segunda ruptura matrimonial dentro de su familia, la primera fue la de la Infanta Elena, algo que a ella le costó mucho aceptar. El divorcio fue, hasta hace poco, una situación impensable en el seno de las familias reales europeas. La muerte de su hermano Constantino, a primeros de este año, ha contribuido a la tristeza de doña Sofía que siempre ha estado muy unida a sus padres y hermanos. Su gran consuelo siempre ha sido tener a su hermana, la Princesa Irene, cerca de ella. Una mujer sensible y solidaria que con la edad -81 años- sufre frecuentes pérdidas de memoria que, de momento, no la incapacitan para compartir con doña Sofía almuerzos con amigos personales de ambas o asistencia a actos oficiales como un concierto benéfico a favor de Mundo en Armonía, la Fundación presidida por doña Irene.

La Reina Sofía, presidenta de honor del Comité Protector de ‘La Música del Reciclajeí, acompañada por su hermana, Irene de Grecia, asisten al concierto navideño que la orquesta organiza en Cine Capitol de la Gran Vía de MadridRaúl TerrelEuropa Press

La voluntad de la Reina Sofía desde siempre ha sido seguir en activo a la hora de continuar con las tareas institucionales que le asignen como miembro de la Familia Real hasta que ella se sienta capaz de hacerlo. Para ella el espíritu de servicio a los ciudadanos españoles, junto con sus obligaciones familiares, ha sido el más importante objetivo de su labor como consorte del Rey que ha ejercido durante casi sesenta años. Su preocupación a lo largo de esas seis décadas ha sido ser útil a los demás. Por ello, doña Sofía no quiere renunciar a seguir representando a la Corona, a pesar de sus más que respetables 85 años.

Una de las tareas que más ha disfrutado ha sido la de ejercer de abuela de los ocho nietos que tiene, especialmente cuando eran pequeños, a los que le encantaba contarles historias de su familia, enseñarles a jugar, entre otros, al ajedrez, llevarlos a ver la llegada de las tortugas a las playas donde iban a desovar en algún rincón del archipiélago balear o simplemente llevarles a algún parque público durante las vacaciones veraniegas. Es seguro que la Reina Sofía ha transmitido, o lo ha intentado al menos, su amor profundo a los animales, su respeto por la conservación de la naturaleza, su compromiso con la ayuda a los habitantes de países donde falta lo más necesario. Ella ha practicado esas tareas a lo largo de toda su vida, especialmente cuando se le encomendó, por parte de los responsables de la Cooperación Española en el Exterior, dar visibilidad a las incontables acciones que se han realizado en países tan necesitados como los centroamericanos, algunos del sureste asiático como Vietnam o Filipinas, e incluso en las naciones del Magreb norteafricano o en Centroáfrica.

Doña Sofía ha derrochado en los viajes al exterior, a los que siempre acompañó a su marido, la alegría y la empatía que crea a su alrededor. Incluso ha dado muestras de su sentido del humor en momentos algo desairados, en los que estuvo a punto de perder el equilibrio y caer al suelo ante muchas cámaras y periodistas. Como ejemplo, valga el momento de su llegada a la Casa Blanca para asistir a la cena de gala ofrecida por los Clinton en honor de

los Reyes. La salvó el entonces Presidente estadounidense que la sostuvo para no terminar en el suelo. Al comentar su apuro con los periodistas al día siguiente manifestó lo que pensó cuando se dio cuenta que iba a caer nada menos que ....en los brazos de Clinton¡¡¡¡ Su aventura con la becaria Mónica Lewinsky estaba muy próxima en el tiempo. Pero su carácter también le llevó a unirse en Johannesburgo a un grupo de mujeres africanas que la recibieron en Soweto con cánticos y bailes típicos de la zona. Poco tardó la Reina Sofía al verlas en incorporarse al grupo y unirse a sus bailes.

Una de las cosas que menos ha gustado a la Reina Sofía ha sido vivir en el Palacio de la Zarzuela, un lugar demasiado alejado de la ciudad madrileña y que le ha hecho sentirse un tanto aislada del resto de los ciudadanos. Ha echado de menos poder andar entre la gente, moverse con más libertad sin necesidad de ser acompañada de un fuerte dispositivo de seguridad y rodeada de escoltas. Uno de los pocos lugares donde sí ha podido hacerlo ha sido en Palma de Mallorca, donde pasaba inadvertida cuando iba a unos grandes almacenes en compañía de su hermana Irene o de su prima Tatiana, compañera de exilio de la Reina en Suráfrica. También en Londres, cuando vivía allí su hermano Constantino con su familia, donde hay que aclarar que ella nunca ha vivido allí a pesar de que es un mantra que se sigue repitiendo inexplicablemente. A la Reina Sofía le gustaba ir en otoño, antes de las Navidades, para poder comprar los regalos para su familia sin despertar la atención del público, cosa totalmente imposible si lo hacía en la capital de España. Personas que han permanecido mucho tiempo cerca de doña Sofía han descrito la ilusión y el mimo que ponía ella siempre al decorar las estancias donde vivían dentro del recinto del Palacio de la Zarzuela, en ese tiempo tan especial como es la Navidad.

Desde que se normalizaron las relaciones entre el Gobierno de Grecia y la familia real griega, la Reina Sofía vuelve a su país de origen un par de veces cada año y visita zonas que ella recorrió después de la guerra, a lomos de borriquillos, que era el único medio para llegar a regiones inaccesibles por cualquier otro medio de transporte. Allí mantiene contacto con amigos de la época anterior a su matrimonio, cuando era una joven Princesa a la espera de encontrar un novio apropiado.

En la actualidad, la Reina sigue en activo, aunque como ella misma ha dicho a los periodistas en alguna ocasión, la edad se nota cuando vas haciéndote mayor porque hace su aparición algún achaque que otro. Cuando hay problemas, los afronta con serenidad y procura, por la noche dejarlos encima de la mesita de noche para poder dormir tranquila. Señal evidente de que su conciencia, en general, debe estar tranquila.