Opinión
La crónica de Amilibia: El retorno del Emérito, en cómodos plazos
Ahora que el personal anda ocupado comprando velas y buscando los huevos de Bertín Osborne en los supermercados, cuentan que un grupo de especialistas del Imserso trata de organizar el retorno de Don Juan Carlos I a España. Señalan que será en cómodos plazos, como la compra de una lavadora o ese colchón que te rejuvenece mientras duermes. Como no parece posible el regreso directo de Abu Dhabi a Madrid, y mucho menos a la Zarzuela, se baraja un plan de aproximaciones lentas pero seguras: de Abu Dhabi a Omán, de Omán a Yemen, de Yemen a la India, de la India a Inglaterra, de Inglaterra a Suiza, de Suiza a Luxemburgo, de Luxemburgo a Holanda, de Holanda a Francia, de Francia a Portugal y de Portugal a Galicia, por aquello de las regatas, el marisco y las viejas amistades.
La gira puede parecer un poco larga, pero los especialistas en monarquías exiliadas, después de abandonar la idea de que protagonizara la campaña de turrones El Almendro («vuelve, vuelve a casa por Navidad»), trabajan ahora en el proyecto del Eterno Retorno: desde el Big Band a Schopenhauer, pasando por el pensamiento abismal de Nietzsche y sin olvidar a Jaime Peñafiel. Quizá no llegue nunca a Galicia, pero al menos, reconvertido en Emérito Errante, como si fuera el Holandés Errante de la leyenda, el barco fantasma condenado a vagar eternamente por los océanos, piensan que logrará enternecer los duros corazones de echeniques, oteguis, garzones y rufianes o que al menos dejen de insinuar que intentó ligar hasta con Bibiana Fernández, que por ahí no pasa el Rey padre. Y ya puestos, hasta es posible que Irene Montero desista de arrojar Borbones a los tiburones.
✕
Accede a tu cuenta para comentar