Primer aniversario
Carlos III. Año uno: de los enemas de café a gurú científico del cáncer
Se cumplen doce meses de su coronación y hoy el rey es un hombre más cauto en su forma de entender la medicina y de transmitir confianza a sus ciudadanos
Hace un año, el 6 de mayo de 2023, Carlos III se coronó ante el mundo entero. Nada hacía presagiar que aquel hombre malhumorado porque la pluma vertía tinta sobre sus manos estaba a punto de enfrentar adversidades mayores, como el cáncer que dio la cara después de una operación de próstata o el de su nuera, Kate Middleton. Cualquier sospecha de rey caprichoso o malcriado la borra ahora su temple frente a la cadena de reveses. Y si trasciende su fortaleza, más aún su determinación a la hora de confiar en la medicina para tratar la enfermedad.
El anuncio de su diagnóstico sembró la alarma en la profesión médica. Aunque lejano, volvía a resonar su apoyo público en 2004 a la llamada terapia Gerson, basada en enemas de café y zumos de 13 frutas, entre otros controvertidos remedios para tratar la enfermedad oncológica. Estaba convencido, y así lo expresaba cuando era príncipe heredero, de que el cáncer era un síntoma de un cuerpo contaminado y un desequilibrio emocional. Por tanto, pensaba que un tumor podía ser curado con terapias naturales. Diferentes sociedades médicas alertaron de la peligrosidad de estas creencias. Cancer Research UK, una importante organización benéfica británica, zanjó: «No hay evidencia científica para utilizar la terapia Gerson como tratamiento contra el cáncer». «Con todo respeto, Alteza, se ha equivocado», recalcó el prestigioso oncólogo quirúrgico Michael Baum, ya retirado.
Las aguas parecían calmadas, pero el nombramiento del homeópata y curandero Michel Dixon al frente del equipo médico de la Casa Real, a finales de 2023, causó de nuevo estupor en la comunidad médica. Ni siquiera se alivió con un comunicado en el que se quiso aclarar que Dixon no confiaba en sus terapias para curar el cáncer. Solo unas semanas después, el doble diagnóstico de cáncer en los Windsor alteró cualquier orden de cosas y a la preocupación lógica se sumó la incertidumbre. ¿Cómo trataría Carlos III la enfermedad? ¿Se aferraría a su fe en las terapias naturales?
Ni siquiera hoy se sabe con precisión qué tratamientos recibe el rey, menos aún qué tipo de cáncer padece, pero sí ha trascendido que recibe «atención especializada» de forma regular y ambulatoria. Es un «tratamiento pionero y menos invasivo» que los que se usan habitualmente, según adelantó el diario británico «Daily Mirror». De hecho, el diagnóstico lo recibió en el reconocido centro The London Clinic. No se ha mencionado ninguna terapia ajena a la medicina, aunque hay quien sugiere que sí podría recurrir a alguna de ellas como complemento, nunca como alternativa. Es la opinión de Kristina Kyriacou, exsecretaria de comunicación de la Casa Real británica. Siete años al servicio de hijo de Isabel II, cuando aún era príncipe de Gales, le permiten asegurar sin miedo a equivocarse que estará recibiendo ayuda de alguna terapia alternativa en consonancia con su sentido espiritual y filosófico de la vida. Sería, en todo caso, como refuerzo e inocuo.
Cualquier decisión de Carlos III referente a su curación tiene un impacto directo sobre los ciudadanos. Lo tuvo cuando animó a los británicos a revisar su próstata e insistió en la importancia de la salud preventiva. Las consultas se dispararon en pocos días. El martes pasado, en su segunda reaparición después de la misa dominical del 21 de abril, visitó junto a su esposa Camilla el Centro Oncológico Macmillan e intercambió impresiones con un grupo de pacientes oncológicos. Se le vio de buen humor, bromeando y escuchando. Volvía a transmitir un mensaje muy esperanzador apoyándose en la ciencia y su positivismo era recibido con alegría.
Firme compromiso con la investigación
Es significativo que Carlos III haya reanudado su actividad pública con esta visita. El mismo día se anunció que será el nuevo patrocinador de la organización Cancer Research UK. Según afirmó Lord Simon Stevens, su presidente, este patrocinio supone un paso positivo en el progreso de la ciencia en cuanto a prevención precoz, técnicas de diagnóstico y nuevas dianas para tratar el cáncer.
En pleno proceso de curación, toma más fuerza su promesa de coronación, hace justo un año, en la Abadía de Westminster: «No vengo a ser servido sino a servir». Ahora a su paso solo se escucha el deseo «¡God save the King!».
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