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Caballé recibe el alta hospitalaria

«Muy dolida todavía, se ve obligada a comer con la mano izquierda, ''que afortunadamente ya domino bastante bien''»

La soprano, durante una comparecencia pública
La soprano, durante una comparecencia públicalarazon

Aunque todavía le quedan dos meses más de recuperación, acaso su plena recuperación podría coincidir con el 12 de abril, cuando cumplirá 80 gloriosos años de carrera irrepetible.

Aunque todavía le quedan dos meses más de recuperación, acaso su plena recuperación podría coincidir con el 12 de abril, cuando cumplirá 80 gloriosos años de carrera irrepetible. Tras su ictus leve con caída y rotura del húmero, sufrido cuando hacía una gira por Siberia –en la estepa la adoran y sus conciertos son constantes–, Montserrat recibió tratamiento en el barcelonés hospital de San Pablo para luego iniciar rehabilitación en la Clínica Teknon, en tiempos creada por Javier de la Rosa con apadrinamiento de Jordi Pujol. Eran otros tiempos y todavía recuerdo su apertura espectacular, en la que María Vidal, creadora de «Semón», hito del buen comer y del mejor salmón – García Abad no deja de recordarla como proveedora del conde de Barcelona en su internamiento pamplonica–, además de la abuela del combativo Salvador Sostres, que siempre hace sudar a los independentistas trasnochados.

Ya está instalada en su domicilio barcelonés donde reside desde su consagración porque nunca quiso abandonarlo, fiel a todas sus raíces y querencias. Allí atesora los pendientes con los que, obsequió a María Callas, un tesoro que «la divina había lucido en ''Tosca''». Merece sitio compartiendo honores con las condecoraciones que Montserrat ha recibido en todo el mundo, la última fue la Cruz del Mérito italiano que le impuso Napolitano. El neoyorquino Giuliani presume de coleccionar sus grabaciones «piratas» y alardea de tener más de seiscientas óperas y conciertos «live» de nuestra diva inmortal, que, muy dolida todavía, se ve obligada a comer con la mano izquierda, «que ya domino bastante bien», me dice.

Coleando aún la expo de sus 50 años liceístas, ésta fue un reflejo de su fidelidad al público barcelonés que le es devoto y siempre esperaba sus estrenos, reposiciones y exhumaciones de títulos inéditos que ella hacía coincidir con las vacaciones navideñas. Oírla era el auténtico plato fuerte de una temporada muchas veces compartida con Josep Carreras, su descubrimiento, igual que el recientemente jubilado Joan Pons. Años gloriosos del Gran Teatro ramblista, que mantiene la calidad pese a la crisis.

Caballé es un caso excepcional de supervivencia vocal incluso superior al de Laure Volpi, en cuya casa romana me hospedé cuando los mundiales de Fútbol porque Paloma Gómez Borrero es íntima de sus hijos. En abril, será el 80 cumpleaños de la diva, que cierra una época única del bel canto donde hizo historia. Su restablecimiento augura que sigue en pie de guerra.