Rencillas
El último desprecio (en público) de Rocío Carrasco a Ortega Cano
En abril de 2016, después de tres años sin apenas contacto, se produjo el último encuentro en público del torero y Rociíto. Mientras su “hijastra” le negaba el saludo, Ortega Cano tuvo que morderse la lengua ante la prensa pero a punto estuvo de cometer un error
A punto de que se estrene la segunda parte de la docuserie que protagoniza Rocío Carrasco, la polémica suscitada por la supuesta “mala vida” que Ortega Cano habría dado a Rocío Juradoha puesto el foco en los motivos que provocaron que Rociíto se alejara del viudo de su madre y de sus hermanos. Hasta ahora, se creía que el distanciamiento con los Ortega tenía que ver con la herencia pero, a raíz de la aparición de unos manuscritos de “la más grande” en los que habla de su matrimonio, todo indica que Rocío Carrasco tirará por tierra la imagen del “amantísimo” esposo. Mientras la historia de Rocío Carrasco y su familia se reescribe a golpe de talonario, LA RAZÓN bucea en la hemeroteca con la intención de hallar algunas claves que expliquen su desencuentro con el diestro de Cartagena.
Si bien la hija de Rocío Jurado aseguró en la primera parte del documental que prefiere no acordarse de la última conversación que tuvieron sí le echó en cara que no se había preocupado por ella en estos años. La artillería se soltará en otoño pero antes dejó claro que “Nosotros estuvimos con él en un momento muy importante, muy trágico en su vida, en 2011. Fuimos los primeros que estuvimos allí, pero no se ha recibido lo mismo por su parte”.
“Yo a José siempre le tuve mucho cariño y siempre le tuve mucho afecto”-dijo Rocío en primavera. Aún así no dudó en expresar que “no quiero que pertenezca a mi vida” y reconocer que, entre ellos, “hay alguna cuenta pendiente”. Pero, sin duda, fueron sus palabras cuestionando el matrimonio de su madre, y las posteriores especulaciones sobre el supuesto maltrato del torero a la Jurado, lo que ha provocado que Ortega Cano se plantee solicitar medidas cautelares contra la emisión de “En el nombre de Rocío” y que sus hermanos, Gloria Camila y Jose Fernando, se planteen una revisión del reparto de la herencia.
Tras la agresión de Rocío Flores a Carrasco se inicia el gradual distanciamiento con el torero y sus hermanos.
La aparición de los manuscritos de “la más grande” y las palabras de Carrasco asegurando que Ortega Cano no saldrá bien parado en su narración de los hechos, han generado un sinfín de titulares y especulaciones. Periodistas como Gema López y María Patiño han sacado a la luz conversaciones “off the record” con Amador Mohedano o Rosa Benito que dejaban traslucir esa supuesta “mala vida” que le dio el torero a la cantante y otros recuerdan que el matrimonio estaba a punto de separase cuando la enfermedad tocó de muerte a la Jurado.
A la espera de que Carrasco cuente su versión de por qué dejó de tener relación con el viudo de su madre y con sus hermanos, en 2016 sucede un hecho que hace evidente que la fricción familiar no tiene visos de solución. Es con motivo de la presentación de un sello conmemorativo de Correos a la figura de Rocío Jurado, uno de los pocos homenajes a los que acudió Rocío Carrasco, cuando se produce el primer gran plantón familiar. La familia Mohedano al completo, ni Amador ni Gloria, además de sus hermanos Gloria Camila y José Fernando, ignoraron la invitación de la pareja de unirse al homenaje a Rocío Jurado. La razón: Carrasco no habría invitado a su hija, Rocío Flores. El boicot se extendería por la misma razón a la boda de Rocío y Fidel, que se celebraría en septiembre de 2016, y al que sólo acudió Chayo Mohedano.
El diestro se mordió la lengua a pesar del desplante de Rociíto en público.
Al acto homenaje, celebrado en Madrid y organizado por Fidel Albiac, sólo acudió Jose Ortega Cano acompañado de su hermano Aniceto. La hija de la Jurado se apoyó en Maria Teresa Campos y Bigote Arrocet, quienes junto a Isabel Gemio coparon los flashes del evento, ante la negativa de Carrasco de posar con Fidel. La felicidad que mostraba Rocío Carrasco, que cobró treinta mil euros de Correos por los derechos de imagen de su madre, no ocultaban su malestar y nerviosismo. El hecho de que evitara saludar a Ortega Cano, algo que no hizo Fidel, y le diera la espalda en el acto no pasó desapercibido para la prensa. El propio torero tuvo que reconocer, in situ tras el desplante, que la relación con la hija de su mujer ya no era la misma.
La humillación que sintió Ortega Cano por parte de Rocío Carrasco aquel día a punto estuvo de lograr que el diestro se lanzara a hablar abiertamente de la joven a la que había querido como a una hija. Resultó evidente a los ojos de todos que Rocíito puso todo de su parte para no saludar a Ortega Cano. A pesar de que había apenas un metro de distancia entre ellos, fue imposible captar la imagen de ellos juntos. Rocío, le dio la espalda y se sentó en primera fila, mientras el diestro ocupaba la segunda, junto a su cuñado Aniceto. Tan sólo Fidel Albiac tuvo un gesto amable con el torero y le saludó con un beso.
Aunque Ortega Cano quiso huir de la polémica no pudo esquivar las preguntas de los periodistas que fueron testigos del desplante: “Yo sé muchas cosas, pero no he querido decir nada. Yo sé muchas cosas y Rocío es la que, lamentablemente, me está...”-comenzó diciendo sobre la guerra de su hijastra con los Mohedano. Pero se mordió la lengua a tiempo y se fue dejando sus declaraciones a medias. Aquel día, la diplomacia de Ortega Cano impidió que esclareciera el gran misterio del clan Jurado: los motivos verdaderos del mal rollo entre sus herederos. “A mi edad no puedo caer en un error-reconoció abatido- pero la relación con Rocío no es igual. Nos ha apartado”.
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