Casa Real
Hablan ex alumnos del internado de la Princesa Leonor: “Es una experiencia increíble”
La escena que plantean se aleja de la imagen elitista de un internado británico con aforo reducido y un coste no apto para todos los bolsillos
Es el tema de conversación estos días. También, y con más motivo, en los círculos de alumnos y exalumnos del centro UWC Atlantic College. Desde que Casa Real comunicó la decisión, se han escuchado voces a favor y en contra, y también algunos datos que, según los exalumnos, no se ajustan al espíritu del centro. Dos de ellos han accedido a contarnos cómo es la vida en el colegio y, efectivamente, la escena que plantean se aleja de la imagen elitista de un internado británico con aforo reducido y un coste no apto para todos los bolsillos. Porque una de sus claves es precisamente esa: que no todos los alumnos vienen del mismo estrato social.
«El objetivo de estos colegios es educar en la diversidad, unir a personas de los más variados orígenes, no solo geográficos sino también sociales, para formar a personas que puedan contribuir a un mundo más justo y sostenible», nos explica Azahara G. Espejo, alumna hace más de una década. «Alrededor del 75%-80% de los estudiantes son becados, es decir, se alejan mucho del perfil que puede tener un miembro de la realeza. De hecho, un porcentaje de las plazas se reserva para estudiantes en riesgo de exclusión, como pueden ser jóvenes procedentes de zonas en conflicto».
Y esa mezcla es precisamente lo enriquecedor del centro, o al menos así lo relata Hugo Ferradáns, que también tuvo la oportunidad de pasar por allí hace unos años. «Estudiar allí fue una experiencia increíble. Vives con gente que viene de sitios completamente diferentes a España, de todo tipo de clases sociales. Viví con gente de Sierra Leona, Uganda, Ecuador... Personas con vidas completamente diferentes a la mía».
Nos cuentan que en el centro el aprendizaje pasa necesariamente por el pensamiento crítico. «Te enseñan a pensar más allá de memorizar», asegura Hugo. Y esas ideas están muy presentes en la vida diaria en el colegio. Dice Azahara que durante el curso «los alumnos viven en el campus, donde, además del castillo central, hay siete casas en las que conviven. Cada alumno comparte habitación con otros tres estudiantes de países diferentes, se fomenta la mayor diversidad posible y se une a personas que no hablen el mismo idioma». Según relata, «el día a día transcurre entre clases, servicio social y actividades». Porque es un requisito «que todos los alumnos desempeñen un servicio social durante sus dos años allí: desde rescate marítimo a servicios especiales para la tercera edad».
Visión amplia de la realidad
Sin duda ambos coinciden en calificar la experiencia de maravillosa. «Es una escuela que te abre la mente muchísimo», dice Hugo. «Haces amigos para toda la vida que, lamentablemente, ves menos de lo que querrías, puesto que suelen estar repartidos por el mundo, pero con los que guardas un vínculo único. De hecho, el propio colegio fomenta que estos vínculos no se pierdan», cuenta Azahara. «Es recomendable y hace bien a cualquiera que tenga la oportunidad de vivirlo, y si esa persona, por su posición, va a ser un referente, va a tener de influencia o poder de decisión, o va a ser líder en cualquier ámbito, su cabeza siempre estará mejor amueblada, sus objetivos serán más sanos y justos y tendrá una visión más amplia de la realidad».
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