Amilibia
Felipe González se siente huérfano, ¿quién quiere adoptarlo?
Me tiene con el corazón encogido. Escuchar a Felipe González hablar de su sentimiento de orfandad, de su soledad, me lleva a un cuento de Navidad de Dickens. Sánchez no lo quiere ni ver ni oír, Lastra lo considera un dinosaurio hablando por boca de Indalecio Prieto, para Pablo Iglesias no deja de ser un burgués facha amigo del Emérito y Grande Marlaska sería feliz ordenando su detección por fumar puros en el reservado de un restaurante. Irene Lozano podría escribir un ensayo sobre por qué el ex presidente socialista se derechiza o se hace más o menos liberal con los años mientras con Zapatero sucede todo lo contrario y en múltiples frentes. Recuerdo lo que dice Javier Clemente sin ninguna clemencia de un colega deportivo: «Es muy tonto, pero muy trabajador, y si eres tonto, cuanto más trabajas más lo jodes todo».
Una solución a la triste situación de Felipe sería que se juntara con Alfonso Guerra, Corcuera, Barrionuevo, Solchaga, Leguina, Nicolás Redondo, Pedro Solbes, Javier Solana, etc., y formara una hermandad o cofradía como la de las marquesas, condesas y nobles damas de Nuevo Futuro para organizar un Rastrillo anual en el que, además de abrir bares y restaurantes con ellos de camareros luciendo mandiles rojos con el puño y la rosa, pudieran vender sus objetos más preciados o representativos: la silla en la que se sentaba a cantar fandangos Juan Peña «El Lebrijano» en La Bodeguiya, las bolas y los tacos empleados por Felipe cuando José Luis Coll le enseñaba a hacer carambolas, los bonsáis que en la Moncloa regaba de vez en cuando Carmen Romero, la foto original del «clan de la tortilla» tomada en un pinar de las afueras de Sevilla en 1974, el jersey que Felipe llevaba en esa foto, aquella vieja cazadora…Así construirían la Residencia de Mayores Socialistas a la Antigua Usanza, donde podrían conspirar y jugar a la petanca. Lo domingos les visitarían las viudas de socialistas ilustres. Por ejemplo, Carmen Posadas les daría un master class de tango bien apretado e Isabel Preysler un cursillo sobre las Delicias Sexuales Filipinas en la Tercera Edad, con permiso de Vargas Llosa, claro. Si esto no funciona, ¿quién querrá adoptar a Felipe, el huérfano de esta pandemia sanchista? Porque de seguir así puede acabar de spin doctor del PP.