El truco para que la pizza congelada sepa diez veces mejor según un pizzero italiano

Si eres recurrente de la pizza congelada pero sientes que su sabor nunca se acerca al de una auténtica pizza recién salida del horno de leña, hay un truco simple que puede marcar toda la diferencia.

Este truco aplica a cualquier pizza congelada que compres en el supermercado. Siguiendo este sencillo consejo, transformarás una simple pizza congelada en una cena gastronómica mucho más auténtica, con una textura y sabor que te recordarán a la pizza recién salida de un horno de leña del mejor restaurante italiano que conozcas.

¿Cuál es el truco de la pizza congelada?

Un maestro pizzero italiano, comparte un consejo esencial para mejorar la textura y el sabor de cualquier pizza congelada.

Cuando la pizza congelada va directamente del congelador al horno, el calor exterior puede hacer que la parte superior se cocine más rápido que la base, lo que puede resultar en una corteza desigual, seca o incluso quemada.

Sin embargo, al permitir que la pizza repose unos minutos fuera del congelador antes de cocinarla, se logra un calentamiento más uniforme y una textura mucho más crujiente y apetecible.

Los pasos que debes seguir

El proceso es sencillo, saca la pizza del congelador antes de encender el horno y déjala reposar en la encimera mientras el horno se precalienta. Este tiempo de espera, que suele ser de unos 10 a 15 minutos, es suficiente para que la masa se relaje un poco y la humedad interna se distribuya de manera uniforme. Esto evita que la pizza se queme por fuera antes de cocinarse completamente por dentro.

Además, si quieres llevar este truco un paso más allá, puedes utilizar una piedra para pizza o una sartén de hierro fundido precalentada. Colocar la pizza sobre una superficie caliente ayuda a que la base se dore mejor y adquiera una textura más similar a la de una pizza artesanal horneada en leña.

Otro aspecto a considerar es la temperatura del horno. Para lograr la mejor cocción posible, se recomienda hornear la pizza a una temperatura más alta de la que indican algunas instrucciones del paquete. Un horno precalentado a 230-250°C puede proporcionar un mejor resultado en menos tiempo, haciendo que la base quede crujiente y el queso perfectamente derretido sin que los ingredientes se sequen demasiado.

Así que la próxima vez que decidas disfrutar de una pizza congelada, recuerda sacarla del congelador con anticipación, deja que repose, usa una superficie caliente y hornea a una temperatura alta.