Fascismo
Fascismo y yihad
A propósito del atentado ocurrido en Barcelona, un amigo nos destacaba en una improvisada crónica epistolar el intenso silencio que reinaba en Las Ramblas días después del atentado. Pasear por la vía barcelonesa, intenta explicarnos en la carta, era lo más cercano a atravesar en el espacio un agujero negro exento de materia, de sonido y aun de recuerdos. El luto, además, ensordece. Mucho se ha escrito en la prensa y tal vez demasiado se ha opinado en las redes sociales, otro agujero negro que absorbe las seseras a la velocidad de la luz, pero cuando la vileza se materializa en terror, el interrogante que acucia al ciudadano común se centra en el porqué. ¿Por qué? Pero los doctores que tiene la Iglesia tampoco se ponen de acuerdo. Más allá del discurso del típico pijo de izquierdas que se nubla tratando de justificar la yihad por la vía de la victimización del terrorista –que si el capitalismo, que si las desigualdades y la ridícula lucha de clases, esa suerte de fantasía eterna–, hay sabios de la casuística que atribuyen a los asesinos un mero carácter fascista: creer, obedecer, combatir, practicar el culto a la guerra, perseguir la muerte bella o considerarse a sí y a los suyos el pueblo elegido eran rasgos promovidos activamente por la Italia de Mussolini. La semejanza de valores con el fundamentalismo islámico resulta pasmosa. Lo dejó enumerado el intelectual egipcio afincado en Alemania Hamd Abdel-Samad: el culto fanático a la tradición, la exaltación del héroe y el legionario ‘viva la muerte’, el sentido de la guerra permanente y el ideal del Libro y del fusil. Ante tamaña bestia, a Europa le faltan armas. Otra vez.
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