Alzheimer
La ansiedad, nuestra mejor compañera en el siglo XXI
La ansiedad y la depresión, junto al sedentarismo y sus consecuencias, son los grandes males del siglo XXI para el ciudadano occidental
Sensación de desasosiego, miedo, pensamientos oscuros, miedo a tener un accidente, a la muerte, tener pánico a ir a la calle, a estar con demasiada gente, a salir de la zona donde se realiza el día a día, problemas para conciliar el sueño...son algunas de las muchas manifestaciones que tiene la ansiedad o el TAG, trastorno de ansiedad generalizada que, segn las Actas de Psiquiatría ‘es frecuente y produce un gran impacto sobre la calidad de vida.
Sensación de desasosiego, miedo, pensamientos oscuros, miedo a tener un accidente, a la muerte, tener pánico a ir a la calle, a estar con demasiada gente, a salir de la zona donde se realiza el día a día, problemas para conciliar el sueño...son algunas de las muchas manifestaciones que tiene la ansiedad o el TAG, trastorno de ansiedad generalizada que, según las Actas de Psiquiatría ‘es frecuente y produce un gran impacto sobre la calidad de vida. En España se ha establecido su prevalencia poblacional y en atención primaria, pero quedaba por determinar su prevalencia en la clínica de salud mental’.
María, 48 años, una directiva de una multinacional y que tiene 4 hijos lo relata así: ‘Empecé a darme cuenta de que estaba sufriendo trastorno de ansiedad generalizado en el momento que hubo un ERE en mi compañía y asumí el trabajo de otras tres personas que fueron despedidas sin ser reemplazadas. Todo, además, coincidió con la muerte de mi madre y la noticia de que mi padre padecía alzheimer. De repente y en menos de un mes mi vida se derrumbó y empecé a tener taquicardias o lo que yo interpretaba como tales, problemas para dormirme y cada vez me encontraba peor. Encima, después de haber dejado de fumar hacía 15 años volví a hacerlo. Toqué fondo un día que en un atasco empecé a sudar y eso que estábamos en pleno invierno. Me quedé tan paralizada que empecé a llorar. No reaccionaba, tanto que alguien llamó a la policía que enseguida se dio cuenta de que no estaba bien y llamaron, a su vez, al SAMUR. Había tenido un ataque de pánico tan grande que estuve más de un año sin poder conducir. Pedí la baja durante 4 meses en los que, sobre todo me cuidé: dejé de nuevo el tabaco, tomé lo que mi médico me dijo y acudí a terapia. Y, lo más importante, cada mañana salía a caminar con mis perros por lo menos dos horas. Ahora estoy bien pero reconozco que muchas veces tengo miedo a volver a caer en lo mismo’.
El caso de María no es único, responde a un patrón similar hoy en día sobre todo en mujeres que trabajan y tienen hijos y que viven en ciudades grandes. Según la OMS la depresión y la ansiedad cuestan a la economía mundial US$1 billón al año. Es, por tanto, un dato lo suficientemente importante como para tenerlo en cuenta. Los trastornos mentales comunes están en aumento en todo el mundo. Entre 1990 y 2013, el número de personas con depresión o ansiedad ha aumentado en cerca de un 50%, de 416 millones a 615 millones. Cerca de un 10% de la población mundial está afectado, y los trastornos mentales representan un 30% de la carga mundial de enfermedad no mortal. Las emergencias humanitarias y los conflictos aumentan la necesidad de ampliar las opciones terapéuticas. La OMS estima que durante las emergencias 1 de cada 5 personas se ve afectada por la depresión y la ansiedad.
La ansiedad se produce como una respuesta lógica y normal al estrés preocupación o amenaza que puede sufrir una persona ya que el ser humano está diseñado para su propia supervivencia y esta es un mecanismo de defensa natural, pero cuando es muy grave, de larga duración, o fuera de proporción con las circunstancias, se conoce como un trastorno de ansiedad.
Tal y como lo tipifica la OMS, hay varios tipos diferentes de trastornos de ansiedad; por ejemplo: el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno de ansiedad social, el trastorno de pánico y el trastorno obsesivo-compulsivo. En los casos más extremos puede llegar a afectar al estado de ánimo, al pensamiento y a la conducta de tal manera que puede llegar a perjudicar la vida diaria de quién la padece, tanto en su aspecto personal como laboral.
Síntomas
Cada persona es un mundo y cada una puede presentar diferentes características pero casi todos los pacientes ansiosos declaran padecer: miedo, la tensión interior, la irritabilidad y la falta de concentración así como signos físicos, tales como: sequedad de boca, mareos, tensión muscular, sudoración y palpitaciones, aunque, tal y como declara el psiquiatra, el doctor Sergio Oliveros ‘la angustia es elemento nuclear’.
Una persona puede sufrir más de un trastorno de ansiedad al mismo tiempo y, a veces, junto con otros desórdenes del estado de ánimo, tales como: depresión (la tan llamada "co-morbilidad”). La co-ocurrencia de la ansiedad y la depresión es muy común.
El trastorno de ansiedad social (SAD: Social Anxiety Disorder, por sus siglas en inglés) hace que la gente tema o evite situaciones sociales. La persona teme que él o ella vayan a actuar de una manera que sería humillante o embarazosa.
El trastorno de pánico se caracteriza por ataques de pánico repentinos relacionados con miedo marcado o nerviosismo. Puede incluir síntomas físicos tales como sudoración, dolor de cabeza, náuseas, palpitaciones o sequedad en la boca
Estadísticas
La OMS ha estimado que afecta a la población general entre el 5% y el 7% de los trastornos de ansiedad, y que hasta el 29% de las personas sufrirán de un trastorno de ansiedad por lo menos una vez durante su vida. No discriminan por género a hombres y mujeres pero la carga de la enfermedad es mayor en ellas.
Cómo tratarla
Vivir con ansiedad no es agradable para nadie que la padezca ni para los que lo rodeen de ahí que es importante acudir a un especialista para aprender a controlarla. Los expertos en la materia son los médicos psiquiatras y los psicólogos. El doctor Oliveros recuerda que ‘puede ser abordada desde diferentes ámbitos según sea su grado de intensidad: farmacológico, tratamiento de tipo conductual o con abordaje con terapia de exposición virtual’.
Los expertos recuerdan que hay muchos tratamientos disponibles para manejarla eficazmente y es importante el apoyo personal de familiares y amigos en todas las etapas.
Tratamiento médico
Cuando el paciente visite al médico este dará su diagnóstico atendiendo a las respuestas que obtenga sobre su vida cotidiana, respuestas antes situaciones concretas y antecedentes familiares. Si se confirma es el médico y solo este, quién pautará la prescripción médica. La práctica médica aconseja pautar medidas ansiolíticas con mesura para evitar futuras adicciones.
Tratamiento psicológico
Hacer una terapia puede resultar de gran ayuda cuando el profesional de la misma sabe cómo dirigir al paciente y dicha terapia no se hace de forma apresurada esperando cambios inmediatos. A veces hay que ir hasta el fondo de muchas cosas para comenzar a solucionar situaciones de ansiedad.
Ejercicio
El ejercicio al menos tres días a la semana, preferiblemente de cardio es una de las maneras más eficaces para combatir o paliar la ansiedad. La mayoría de estudios indican que existe una correlación negativa entre la práctica de ejercicio físico y la ansiedad y depresión, aunque resulta necesario precisar mejor qué tipo de actividad, o qué sector de población, y con qué características. En un estudio realizado a 371 mujeres universitarias con una media de edad de 21,29 años, a las que se administró un cuestionario de ansiedad, uno de depresión y uno sobre actividad física y variables sociodemográficas, los resultados indicaron que las estudiantes que practican actividad física, sea esta federada o no federada, manifiestan menores niveles de ansiedad y de depresión que las estudiantes sedentarias.
El afecto también cura
Tal y como recoge la Semfyc (Sociedad Española de familia y comunitaria) ‘El que los adultos tengan un grupo de amigos, una red social (real, no virtual), se relaciona con menores niveles de estrés y menores tasas de enfermedad. Tener un buen apoyo social nos ayuda a no enfermar. Y podemos encontrar fácilmente estudios que demuestran, por ejemplo, que un buen apoyo social y la participación en grupos de iguales han demostrado disminuir los efectos de la falta de sueñoy la inflamación en pacientes con alto riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular. Es decir, el contacto, el apoyo, ejercen de factores protectores en personas con otros factores de riesgo.
Cuando los pacientes ya tienen la enfermedad, el participar engrupos de igualesles hace ser más conscientes y más proactivos en su autocuidado. Y encuidados paliativos se ha probado la mejoría en todos los parámetros de estrés y dolor de los pacientes tratados con terapias alternativas que implican contacto (Reiki, Healing Touch, etc). No en vano somos primates sociales, una especie relacional y altricial, dependemos los unos de los otros en múltiples formas, y nuestra biología nos lo demuestra una y otra vez. Necesitamos al otro. Necesitamos la relación con el otro. Necesitamos el contacto con el otro.
Terapias naturales: el cannabidiol
En su reunión de noviembre de 2017, el Comité de Expertos de la OMS en Farmacodependencia concluyó que, en estado puro, el cannabidiol no parece ser nocivo ni tener riesgo de abuso. ‘Muchas personas se asustan cuando escuchan la palabra CBD ya que proviene, efectivamente, del cannabis pero esta sustancia no contiene THC, es decir, no es psicoactiva y no afecta al cerebro sino al sistema nervioso periférico, no genera dependencia como algunos fármacos para dormir y, sobre todo, tiene más efectos secundarios positivos como sus propiedades antiinflamatorias o ansiolíticas, explica Borja Iribarne CEO de ProfesorCBD, eCommerce español de productos de Cannabidiol’. Desde hace unos años se ha popularizado el uso del aceite de CBD para regular el trastorno de la ansiedad. El CBD o Cannabidiol, se acopla a los receptores CB2 de nuestro sistema endocannabinoide reduciendo la ansiedad. Además estos productos aumentan su efectividad cuando cuentan con GABA. Los niveles bajos de este neurotransmisor se asocian a problemas de insomnio, ansiedad, depresión y esquizofrenia. El GABA contribuye al control motor, la visión y regula la ansiedad.
✕
Accede a tu cuenta para comentar