Exteriores

Tres años de la carta que lo cambió todo: "Sigo sin entender el giro de Sánchez sobre el Sáhara Occidental"

Jorge Dezcállar, ex director del CNI y ex embajador en Marruecos, asegura que nunca vio tantos frentes diplomáticos abiertos

 Jorge Dezcallar
Jorge Dezcallar, ex director del CNIGonzalo PérezLa Razón

Hoy hace tres años que el presidente del Gobierno envió al rey marroquí una carta que cambió todo. Fue la respuesta de Pedro Sánchez a un chantaje migratorio en Ceuta que había ordenado Mohamed VI y que derivó en el apoyo español al plan de autonomía para el Sáhara Occidental. Jorge Dezcállar (Palma de Mallorca, 1945), ex director del CNI y ex embajador en Rabat y Washington, sigue sin entender el giro de guion. En realidad, no lo comprende nadie porque nadie se ha dignado a explicarlo a los españoles. Hablamos con él sobre el nuevo paradigma internacional que este veterano diplomático conoce de primera mano.

¿Cree que la alianza entre EEUU y Marruecos puede representar una amenaza para la relación bilateral entre España y Marruecos?

No, sinceramente no lo creo. He sido embajador en Marruecos y considero que una buena relación entre Estados Unidos y Marruecos no supone ninguna amenaza para España. Estados Unidos también mantiene una excelente relación con España, donde tiene una base militar clave, como la de Rota, que es esencial para sus operaciones en Oriente Medio. No veo que podamos perder peso en la región por esto.

¿Y en cuanto a la cuestión del Sáhara Occidental? ¿Cree que podría haber cambios en la postura de Estados Unidos que afecten a España?

No entiendo la postura del Gobierno español en este tema. No han explicado a los españoles por qué han cambiado de opinión ni qué ventajas hemos obtenido. Antes estábamos bajo el paraguas de Naciones Unidas, lo que nos daba una posición cómoda. Ahora nos hemos colocado en medio de una pugna por la hegemonía entre Marruecos y Argelia sin un beneficio claro. No veo cómo la relación entre Marruecos y Estados Unidos pueda influir directamente en esto.

¿Cree que la cooperación en inteligencia con Marruecos se verá afectada?

Mi experiencia en Inteligencia me dice que, incluso en los peores momentos de la crisis bilateral, como durante el conflicto de Perejil, cuando no había contacto político, los servicios de inteligencia de ambos países mantuvieron una comunicación abierta. La colaboración en la lucha antiterrorista es clave para ambos y no creo que esto vaya a cambiar por la situación en Estados Unidos.

¿Y qué opina sobre la reivindicación histórica de Marruecos sobre Ceuta y Melilla? ¿Podría intensificarse en el contexto actual?

La reivindicación marroquí sobre Ceuta y Melilla es algo eterno que se mantendrá. En algunos momentos, Marruecos presiona más y en otros baja el tono según la relación bilateral, pero la reclamación no desaparece. Si alguien piensa que algún día van a renunciar se equivoca, igual que ocurre con Gibraltar y España. No creo que la relación entre Marruecos y Estados Unidos tenga un impacto en esta cuestión.

¿Qué pasa con las fronteras de Ceuta y Melilla que no terminan de abrirse?

Tampoco lo entiendo. El Gobierno español tomó la decisión que tomó sobre el Sáhara diciendo que la postura de la autonomía es la más seria y creíble sin obtener al menos una garantía sobre la reapertura de las fronteras. Serio puede ser también el referéndum de autodeterminación. Para ser creíble tendría que ser aceptada también por el otro lado y el Gobierno no ha trabajado para que los polisarios entren. También es cierto que Marruecos nunca va a hacer esa consulta, en eso tiene razón el Gobierno. Marruecos está adoptando una estrategia de asfixia económica hacia estas ciudades, y la frontera sigue cerrada desde 2019 sin que España haya conseguido revertir la situación. Tenemos que aprender a vivir con nuestras diferencias porque lo que nunca va a cambiar es que estaremos siempre al lado. Al rey Hassan le escuché decir una vez que “no hay que insultar al futuro”.

¿Por qué se está rearmando Marruecos?

En el Magreb hay una lucha histórica por la hegemonía entre Marruecos y Argelia, que se remonta a la independencia de ambos países. Desde entonces han tenido una relación tensa, con conflictos como la Guerra de las Arenas en 1963 que perdió Rabat o el cierre de la frontera en 1994 tras un atentado en Marrakech. Actualmente, Argelia invierte mucho en defensa, con el segundo mayor presupuesto militar de África, mientras que Marruecos también se está armando, especialmente con tecnología de Estados Unidos, Francia e Israel. En ningún caso se están armando contra nosotros.

Sobre la protección del flanco sur de parte de la OTAN, ¿cree que está garantizada?

Tenemos toda la razón al exigir que la OTAN también preste atención al sur. Al fin y al cabo, la OTAN somos todos. Entiendo que la prioridad en este momento sea la agresión rusa, ya que la situación en Ucrania podría escalar. Además, Rusia nos ataca de otras maneras: a través de ciberataques, desinformación y lo que se conoce como guerra híbrida.

Pero es que en el sur tenemos una frontera abierta: el Sahel, que se extiende desde Somalia hasta Mauritania, una zona de gran inestabilidad por la que circulan todo tipo de elementos indeseables: tráfico de personas, de armas, de drogas y de ideas radicales. Además, el auge del yihadismo en la región es alarmante, con la presencia tanto de Al Qaeda como del Estado Islámico. El Sahel es, probablemente, la región con mayor cantidad de muertes por terrorismo en el mundo, aunque los medios occidentales le presten poca atención. Parece que los muertos africanos pesan menos informativamente que los israelíes o americanos.

La situación en países como Malí, Níger o Burkina Faso es dramática. Han dejado atrás la influencia colonial francesa solo para caer en manos de grupos vinculados a Moscú, que reprimen brutalmente a la población sin lograr estabilidad. Hay un grupo de cooperación en el que participan Argelia, Marruecos y España, pero lamentablemente contamos con escasos recursos para enfrentar el problema. Francia ha sido sustituida por Rusia en la región, y esto no nos conviene, especialmente por la cercanía a Canarias. Estamos en la primera línea.

¿Cuál es la explicación más plausible que ha escuchado sobre el cambio de posición de España respecto al Sáhara?

No lo entiendo, sinceramente, porque no se ha explicado de manera clara. En el Congreso se ha pedido reiteradamente una explicación, pero no la ha habido. Creo que la política exterior debe basarse en un consenso nacional. Un país serio no puede hacer que sus intereses internacionales cambien dependiendo de quién esté en La Moncloa. No se puede virar bruscamente en cuestiones fundamentales, el país es un transatlántico, no una barquita pequeña.

Cuando el presidente del Gobierno viajó a Marruecos, un representante del PNV le dijo: "Señor presidente, usted viaja sin el apoyo de esta Cámara". Eso nos debilita en el exterior. El Gobierno debería haber convocado a los partidos para explicar este cambio, al igual que debe hacerlo en cuestiones como el aumento del presupuesto de defensa.

En cuanto al rearme, ¿cree que llegaremos a tiempo o ya es demasiado tarde?

Vamos a llegar tarde y mal. Ahora hablamos de alcanzar el 2% del PIB en gasto militar antes de 2030, pero esa meta la prometimos en 2014. Han pasado diez años y seguimos en el 1,29%. España se ha beneficiado enormemente de la Unión Europea: hemos sido receptores netos de ayuda en forma de fondos de cohesión, estructurales y de recuperación. Pero hay que estar a las duras y a las maduras.

Se suele decir que es mejor invertir en sanidad que en armamento, y estoy de acuerdo. Pero sin seguridad, no habrá ni sanidad ni educación. Durante años nos hemos apoyado en Estados Unidos, pero ellos han cambiado su postura. Reagan ya advertía de esto, y en mi etapa como embajador en Washington, Obama también lo mencionó. Ahora los estadounidenses se han cansado de sostener nuestra seguridad y nos toca asumir nuestra responsabilidad.

Hablando de Estados Unidos, ¿le han sorprendido las primeras decisiones ejecutivas de Trump?

Muchísimo. Hay que tomarlo en serio: está cumpliendo lo que prometió. Creo que muchos de sus votantes están horrorizados al ver las consecuencias de sus acciones. Su gestión está generando confusión en la economía y un aumento del riesgo de recesión de hasta el 40%. Su postura sobre la OTAN debilita a Europa, y su política de aranceles perjudica la confianza internacional. Además, está socavando la calidad democrática en EE UU, atacando a jueces y periodistas críticos.

Pero Trump no es un caso aislado. La ultraderecha está en auge en Alemania, Francia, Italia y España. No creo que el mundo esté lleno de fascistas de repente, sino de ciudadanos descontentos con su situación económica y social. Hay una brecha entre productividad y salarios desde los años 90, y eso ha generado frustración. La inmigración no es la culpable; de hecho, la necesitamos para sostener el sistema de pensiones. Pero debe ser regulada correctamente.

Por último, ¿qué opina sobre el estado de la diplomacia española, que ha sido muy cuestionada recientemente?

Entiendo las críticas. Nunca había visto un conflicto diplomático simultáneo con tantos países: México, Venezuela, Israel, Argelia, Argentina... Cuando un ministro de Exteriores dice que su prioridad es que se hable catalán en Europa, con la que está cayendo, resulta difícil de comprender.