
Prórroga
Sánchez entierra los Presupuestos por el gasto en Defensa
Considera que unas cuentas prorrogadas le son más útiles para cumplir con la inversión militar

Se cumple un año desde que Pedro Sánchez renunciara a aprobar los Presupuestos para 2024 y lo hace sin visos de que los de 2025 vayan a tener un destino diferente. Hace 12 meses, el Gobierno encontró en el adelanto electoral en Cataluña la coartada política perfecta para burlar su obligación constitucional de dotar al Estado de unas cuentas públicas para el futuro ejercicio.
Entendían en Moncloa que la campaña electoral catalana encarecería –si no imposibilitaría– el apoyo de dos de los socios clave en su aritmética: ERC y Junts, en plena pugna electoral, elevarían a máximos inalcanzables sus exigencias para apoyarlos. El Gobierno prefirió entonces retirarse antes de someterse a este desgaste o a registrar una nueva derrota parlamentaria.
Ahora, es el aumento del gasto militar el que desincentiva redoblar los esfuerzos para atraer a sus aliados, con una suma imposible por la izquierda. Fuentes gubernamentales consultadas por este diario reconocen que el horizonte se «complica», pese a que públicamente aseguren que no renuncian a nada y que seguirán intentándolo.
Incumple el calendario
En privado, el análisis es más realista. El Ejecutivo ha incumplido, de facto, el propio calendario que se dio como referencia y que preveía presentar un nuevo proyecto en el primer trimestre del año. Hacienda no ha encarado en serio las negociaciones presupuestarias con los grupos –según ellos mismos reconocen– ni ha avanzado los pasos previos, a falta del rediseño de un nuevo techo de gasto –que Junts ya tumbó en el Congreso por considerarlo insuficiente– con apoyos suficientes para salir adelante.
Hasta ahora se ha ido avanzando en compromisos previos como la quita de la deuda o la delegación de las competencias en inmigración, acuerdos que tanto ERC como Carles Puigdemont exigían desbloquear antes de empezar a hablar en firme de los Presupuestos. Con el camino desbrozado en este sentido, el volátil contexto internacional ha generado una nueva distorsión en la hoja de ruta gubernamental.
La obligación de cumplir con los compromisos adquiridos con la OTAN en Defensa, esto es, aumentar la inversión hasta alcanzar el 2% del PIB dibuja un horizonte endiablado para Sánchez, que sabe que no podrá contar con sus socios para este incremento. Esto descarta que la inyección de recursos vaya a vehicularse a través de un refuerzo en la partida militar de unas futuras cuentas públicas, por lo que en Moncloa creen que les compensa seguir con unos presupuestos prorrogados, porque estos les otorgan más margen de maniobra.
De este modo, el Ejecutivo puede activar la ingeniería financiera, mover cuantías de unas partidas a otras, sin el control parlamentario, y dotar de recursos suficientes los nuevos gastos que haya que sufragar. Fuentes gubernamentales a varios niveles llevan meses desdramatizando una posible prórroga, señalando que las cuentas actuales, las de 2023 son expansivas y que las políticas que desarrolla España se nutren, esencialmente, de fondos europeos que van a seguir llegando.
El propio Sánchez dijo sentirse «muy cómodo» con los presupuestos actuales, aunque mantenga que «a nosotros nos gustaría que hubiera presupuestos. Trabajamos para que haya presupuestos y seguimos, tanto en el Gobierno de coalición como con los grupos parlamentarios, dialogando para sustanciar esos presupuestos en los próximos meses».
En Moncloa, asumen que esta cuestión no depende en exclusiva del Ejecutivo y no quieren trasladar la sensación de que la estabilidad de la legislatura escapa de su control o está residenciada en su dependencia de los socios. Por ello, pese a que unas nuevas cuentas son el salvoconducto para agotar el mandato, el presidente ya ha confirmado que está dispuesto a llegar hasta 2027 aunque no consiga aprobarlas.
El tiempo, en todo caso, se hecha encima y tal como publicara hace dos meses este diario, en el Gobierno miran más a 2026 que a 2025, porque entienden que al ritmo actual no tendría sentido negociar unas cuentas para el presente curso, si no van a entrar en vigor hasta después del verano. Ahora, el gasto en Defensa ha supuesto un nuevo incentivo para dejar correr el calendario y reorganizar los recursos de que se dispone hasta concretar el esfuerzo final que se tendrá que hacer para la inversión militar.
A la espera de nutrirse de fondos, lo que se nutre es el argumentario. Se busca desactivar cualquier crítica del PP, recordando que ninguna de las seis comunidades que gobierna gracias al apoyo de Vox tiene aprobadas sus cuentas para 2025. Extremadura, Aragón, Murcia, la Comunidad Valenciana, Baleares y Castilla y León han tenido que prorrogarlas.
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