XV Legislatura
El Rey, en su sitio, frente a un PSOE rehén de sus socios
Lección de neutralidad de Felipe VI, mientras Armengol actúa como agente de Sánchez en la solemne la apertura de la XV Legislatura
Felipe VI dio ayer una lección a la política. En menos tiempo el Rey no pudo decir más ni mejor. Sin una palabra fuera de lugar, sin salirse de la neutralidad y del papel que le marca la Constitución. Sin perderse en divagaciones con las que esquivar la realidad a la que se enfrenta España. Se puede sostener que dijo lo que dice siempre, pero lo hizo en un contexto tan excepcional que cada una de sus palabras tenía sentido y estaba llena de intencionalidad. Su mensaje en la apertura de las Cortes Generales fue una inyección de oxígeno en un clima político marcado por el «muro» que levantó el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su sesión de investidura y que ayer representó en su máxima expresión una presidenta del Congreso, Francina Armengol, que no es capaz de dejar de trabajar para el interés de su «jefe» de partido ni siquiera en un acto institucional del alcance del que ayer tuvo lugar.
El gesto de ella de intentar frenar el aplauso general de la Cámara al Monarca, cuando éste finalizó su discurso, y para lo que dejó ella misma de aplaudir en el afán, frustrado, de que la siguieran el resto de diputados y senadoras, es el símbolo más representativo de una actitud fuera de lugar en las formas y en el fondo, y que no está a la altura de la responsabilidad institucional que representa. Tan desafortunada resultó su maniobra para cortar los aplausos, y arrastrar a Felipe VI fuera del hemiciclo, que tuvo que recomponer el gesto y sumarse de nuevo a la ovación de diputados y senadores. Todo pasó en cuestión de segundos, pero es la imagen de la división que separa a la mayoría de investidura del respeto a la institucionalidad y a la Monarquía. Por cierto, que ahí no se quedó, sino que en el saludo de todos los asistentes a los Reyes, Armengol se enredó en una conversación con el presidente del Gobierno, fuera del protocolo, que trasladaba la imagen de que con ellos no iba la liturgia que protagonizaba la Familia Real.
El Rey recordó la obligación de la Corona de velar por la Constitución y la unidad de España; defendió la convivencia, el bien común, la estabilidad, una España sólida, sin divisiones ni enfrentamientos. Cuestiones elementales en una democracia, pero sometidas a la incertidumbre del escenario que ha abierto el pacto de investidura que el PSOE ha firmado con partidos independentistas y nacionalistas.
«Nuestra obligación, la obligación de todas las instituciones, es dejar a los españoles más jóvenes una España sólida y unida, sin divisiones ni enfrentamientos», defendió el Rey ante un Congreso partido en dos mitades incluso para aplaudir a la presidenta de la Cámara.
En su papel institucional, el Rey no hizo ninguna alusión expresa ni implícita a la amnistía, ni a los pactos de investidura ni a los socios de un Gobierno que volvieron a plantar a la sede de la soberanía nacional y a la Corona con un comunicado que no tenia más objetivo que dar la nota para que no pasase por alto lo poco que se notaba la ausencia de sus diputados. Este boicot de los partidos independentistas adquiere una relevancia especial porque cada uno de sus escaños es decisivo para que Pedro Sánchez sostenga su gobierno.
De hecho, la intención de estas fuerzas soberanistas, con el apoyo de nacionalistas vascos, Sumar y Podemos, es reforzar la ofensiva contra la Corona, sirviéndose de la debilidad política del PSOE. Ya en la negociación del pacto de investidura con Carles Puigdemont llegó a figurar la exigencia del ex presidente de la Generalitat, huido de la Justicia española, de que el Rey pidiera perdón por el discurso que pronunció el 3 de octubre de 2017 tras el referéndum ilegal. Aquí no parará la ofensiva, tendrá su continuidad en nuevas iniciativas parlamentarias y gestos, y el reparto de escaños que dejó las elecciones generales, y la fórmula de apoyos parlamentarios que ha elegido Sánchez, sitúan al PSOE en una posición de incomodidad frente a la Monarquía y de debilidad ante los socios.
Para frenar los ataques el PSOE necesitará al PP, que en este tema sí estará del lado de Sánchez si es necesario, pese a la ruptura total de relaciones, Como también lo estará, según confirmó Alberto Núñez Feijóo, en la lucha contra la violencia machista. La coalición de Sánchez no cree ni en la Constitución ni aceptan la monarquía parlamentaria. «La monarquía es heredera de la dictadura y pieza fundamental del régimen que aún supone un cerrojo a las aspiraciones nacionales y sociales de nuestras naciones», figura en la nota firmada por los socios de Sánchez. Con sobriedad, neutralidad y contención, el Rey recordó ayer a las Cortes su deber constitucional de buscar una España sólida y unida, y que la Carta Magna, por cierto, no es algo del pasado. Mientras, Armengol aprovechaba su cargo para defender la legitimidad del nuevo Gobierno frente a los que intentan «distorsionar la realidad».
El PNV, presente pero sin aplaudir
Estefanía Beltrán de Heredia y Aitor Esteban, portavoces del PNV en el Senado y Congreso, respectivamente rompieron la unanimidad de la larga ovación que recibió el Monarca tras su discurso en las Cortes Generales. Los dos diputados nacionalistas, eso sí, se pusieron de pie una vez que el Monarca finalizó su alocución ante los senadores y diputados que acudieron a la apertura solemne de la XV Legislatura en el Congreso.
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