Armada
¿Qué son los buques de asalto anfibio de la Armada y para qué sirven?
España dispone de dos de estos barcos, del tipo Landing Platform Dock, el Castilla y el Galicia, capaces de embarcar tropas y vehículos blindados, lanchas de desembarco y helicópteros.
La Armada española cuenta con dos buques de asalto anfibio del tipo LPD (Landing Platform Dock), el L-51 Galicia y el L-52 Castilla, ambos con base en Rota. El primero de ellos, el más antiguo, comenzó a operar en 1998 mientras que el segundo lo hizo dos años más tarde, en el 2000. Ambos están diseñados para transportar tropas y vehículos y para operar con embarcaciones anfibias en su dique y con helicópteros en su cubierta de vuelo. Su misión principal es llevar a cabo operaciones anfibias. El papel del buque de asalto anfibio es diferente al de un portaaviones. Sus instalaciones e instrumentación para operaciones aéreas tienen la función principal de albergar helicópteros para apoyar a las fuerzas en tierra en lugar de apoyar a los aviones de ataque. Algunos diseños pueden operar en el rol de control marítimo, teniendo en dotación aeronaves Harrier o F-35B para patrullas aéreas de combate y helicópteros para guerra antisubmarina u operando como una base segura para grandes números de aparatos STOVL realizando apoyo aéreo para una unidad expedicionaria en tierra. La mayoría de estos barcos también pueden transportar o apoyar embarcaciones de desembarco, como lanchas de desembarco acolchadas por aire (aerodeslizadores) o LCU.
La flota más grande de este tipo es operada por la Armada de los Estados Unidos, incluida la clase Wasp que data de 1989 y los barcos de la clase América, muy similares que entraron en servicio en 2014. Los barcos de asalto anfibio también son operados por la Marina Real Australiana, Armada de China Popular, Armada de Egipto, Armada de Francia, Armada de Italia, Marina de Brasil, Armada de la República de Corea (Corea del Sur) y la Armada de España.
En el caso de los dos buques españoles, tienen 160 metros de eslora y 23 de manga, un desplazamiento de 13.000 toneladas y una dotación de 185 personas en el caso del Galicia y 195 en el Castilla. Disponen de un hangar para cuatro helicópteros pesados (4SH-3D) o seis medios (AB-212) capaces de realizar operaciones día y noche, vuelo visual e instrumental, vertrep y HIFR G.S.I. y horizonte artificial. Asimismo, son capaces de transportar cuatro embarcaciones de desembarco LCM1-E (además de e de casco semirrígido el Castilla) y entre 90 y 170 vehículos dependiendo del tipo (170 M-113, 130 Pizarro o 33 carros de combate tipo Leopard) en su zona de aparcamiento de más de 1.000 metros cuadrados de superficie. Igualmente pueden llevar hasta 700 toneladas de material y munición. En total, más de 3.500 metros cuadrados de superficie de carga incluyendo pañoles, cubierta de vuelo y hangar. El buque Castilla lleva a bordo, además, un hospital con dos quirófanos, una UCI con ocho camas, así como distinto material, sala de rayos X, laboratorio...
En el caso de la Armada, sus misiones incluyen también operaciones de mantenimiento de la paz y de ayuda humanitaria, mediante apoyo médico y quirúrgico, en catástrofes naturales, ya que cuenta con un hospital a bordo de grandes prestaciones. En el caso del Galicia también está capacitado para actuar como buque de mando de la Fuerza Anfibia y de la Fuerza de Desembarco y como buque de mando alternativo de un Mando de Componente Marítimo, mientras que el Castilla tiene incrementada su capacidad de Mando y Control para servir como también buque de mando y actúa como buque de mando alternativo del Cuartel General del Mando Componente Naval en operaciones marítimas de la OTAN. Sirve habitualmente como plataforma de mando del SP HRF (M) HQ (Cuartel General Marítimo de Alta Disponibilidad Español de la OTAN).
Al contrario que una fragata, este buque no dispone de misiles, pero si de armamento para defensa de punto, es decir, armamento para repeler cualquier amenaza imprevista que pueda llevarse a cabo en la mar, fundamentalmente ametralladoras y lanzachaff para defensa antimisil.
Este año, ambos buques participaron en el ejercicio “Dédalo 23”, el despliegue de mayor duración, desde el 16 de enero al 28 de marzo de 2023, llevado a cabo por un Grupo Anfibio Expedicionario de la Armada. El Grupo, con una composición variable, ha estado formado por el portaaviones Juan Carlos I, ambos buques de asalto, el buque de aprovisionamiento Cantabria, las fragatas Victoria y Blas de Lezo, el submarino Tramontana, el 2º Batallón Desembarco de Infantería de Marina con 53 Vehículos, 2 helicópteros SH60F, 6 aviones Harrier y 8 embarcaciones de desembarco LCM1E.
Ha sido la primera vez que un Grupo de Combate español ha realizado una Transferencia de Autoridad a la OTAN, durante los días 17 y 18 de enero y del 20 al 27 de febrero, para participar en las actividades de vigilancia reforzada de la OTAN “Neptune Strike 23.1”. Además, se han realizado misiones operativas en todo el Mediterráneo, en coordinación permanente con el mando aéreo aliado, AIRCOM, a través del Centro de Operaciones Aéreas Combinadas, CAOC, de Torrejón.
El componente anfibio del despliegue ha tenido una importante presencia en cuanto a operaciones de esa índole y se han realizado 15 actividades avanzadas en Francia (Córcega y Toulon), Italia (Puglia), Turquía (Hatay, Iskenderun) y Albania. En el entorno internacional, la Armada sigue siendo una de las pocas capaz de llevar a cabo este tipo de misiones anfibias y aeronavales. El satisfactorio resultado de este despliegue es el aval para, a medio plazo, llevar a cabo un nuevo despliegue entre los meses de septiembre a noviembre de 2023, cuyo escenario incluiría aguas del Atlántico y el Mediterráneo.
Pero, ¿por qué surgen este tipo de buques en la Armada? Con el inicio de la participación española en misiones internacionales se pusieron de manifiesto muchas de las carencias de las fuerzas armadas de nuestro país. Así, el despliegue en la antigua Yugoslavia dejó patente la falta de adecuación de los medios anfibios existentes, razón por la que la Armada Española y Navantia (Bazán por aquel entonces), decidieron diseñar buques anfibios capaces de adaptarse a estos perfiles de misiones multifuncionales. .
El objetivo era contar con barcos capaces de ser plataforma de desembarco (del inglés landing platform dock) que también pudieran transportar personal así como los medios necesarios para llevar a cabo un desembarco en una zona de guerra o para desplegar una labor de ayuda humanitaria en una zona asolada por una catástrofe natural mediante el uso de lanchas de desembarco o vehículos anfibios que operan desde un dique inundable en su interior. Esos buques, a su vez, debían poder también transportar helicópteros y éstos debían poder aterrizar y despegar sobre su superficie.
La idea de la Armada consistía en que España tuviera una mayor presencia en el escenario internacional, al tener la capacidad de proyectar el poder anfibio y aeronaval más allá del propio territorio nacional, encuadrado en misiones internacionales con países aliados de la OTAN y la Unión Europea.
Los barcos se hicieron junto con la compañía neerlandesa Royal Schelde Company en 1991, aunque su construcción fue íntegra en España, continuando el trabajo que los holandeses llevaban a cabo desde la década anterior. Los trabajos concluyeron con el desarrollo de la clase Enforcer, de la que se construyeron el Galicia y el Castilla para la Armada española, el Rotterdam y el Johan de Witt para Paíes Bajos y más tarde otros cuatro para la Royal Navy.
Estos buques pueden ser presa fácil de ataques con misiles, torpedos o minas debido a sus grandes proporciones, por lo que suelen ir acompañados de otros buques de escolta para su protección, como las fragatas, que muchas veces los acompañan en las misiones. De esta forma, estos grupos (también llamados a veces Task Force) se constituyen en pequeñas flotas y colocan a cualquier armada que cuente con ellos entre las más potentes del mundo, no solo por el buque, sino por la escolta que lo acompaña.
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