Opinión

Si Pedro Sánchez te dice "ven", se deja todo

"Entiende Calviño que Sánchez ordena, no invita, y que uno (el líder del principal partido de la oposición, en este caso) debe salir corriendo a atenderle"

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Nadia Calviño en un acto del PSOE en GaliciaEuropa Press

Según Nadia Calviño, es de primero de democracia que, si el presidente te llama, se va. Entiende Calviño que Sánchez ordena, no invita, y que uno (el líder del principal partido de la oposición, en este caso) debe salir corriendo a atenderle. Porque si Sánchez dice ven, se deja todo. No como si te llama el Rey, que entonces se puede ir o no, lo que guste, como hacen los socios de Gobierno del PSOE sin despertar ningún reproche por parte de la vicepresidenta. A lo mejor es que desconoce que la primera autoridad en nuestro país es Felipe VI y no el presidente. O que donde ella estudió primero de democracia no se veía la monarquía parlamentaria hasta tercero. El caso es que Sánchez ha llamado, Feijóo no ha ido y en las filas del PSOE se han puesto tensos. No entienden que Feijóo no pierda el culo por ir a reunirse con Sánchez cuando Sánchez lo pierde por reunirse con Puigdemont. Y eso que está fugado y es presidente de una república inexistente. A eso lo llaman «proceso de normalización», que es el eufemismo elegido para designar al proceso que va desde que uno vende por siete votos la impunidad de unos delincuentes y sacrifica, de paso, la igualdad entre ciudadanos en el altar de las aspiraciones independentistas.

Pero no quiero liarme con eso ahora, que estoy con la reunión entre el presidente del Gobierno y el líder del principal partido de la oposición. Y es que no deja de ser curioso que lo que debería ser normalidad democrática se antoje más tenso y complicado que una cita entre Bisbal y Chenoa. Los de Feijóo quieren conocer el orden del día y lo quieren por escrito. De tan ilusos resultan tiernos. Exigir a Sánchez que firme algo, como si eso otorgase valor a su palabra, resulta casi naif a estas alturas. Si no ha sido capaz de cumplir nada de lo que dijo que no haría ante todos los españoles (tener a Podemos como socio de Gobierno, pactar con Bildu, indultar sediciosos, amnistiarlos…), cómo va a importarle no cumplir con una lista de temitas a tratar en una reunión con el PP. Un PP al que acusa de haber hecho menos por las víctimas de ETA que Bildu. Aunque aquí tengo que darle un poco la razón: Bildu, su portavoz en concreto, señalaba a las víctimas desde las páginas de un diario. Eso el PP no lo hacía. Así que, en rigor, es cierto, hizo más. Por convertirlas en víctimas, concretamente. El orden del día, decía. Para Feijóo los temas serían la amnistía, los pactos con Bildu o las reuniones (ahora sabemos que serán varias y que habrá foto, como en las comuniones y las bodas). Para el PSOE: financiación autonómica, renovación del Poder Judicial y, esta es mi favorita, una reforma constitucional para eliminar el término “disminuido”. Los primeros no quieren ni oír hablar de verse antes de Navidad. Los segundos acusan a los primeros de inventar excusas para no quedar. Los primeros saben que acudir a esa cita no gusta entre su electorado. Los segundos quieren esa foto para contrarrestar lo que supondrá la que se hará Pedro Sánchez con Carles Puigdemont. Que sea necesaria una negociación para llegar a un acuerdo sobre la fecha para sentarse a negociar sobre temas que todavía no se ha negociado con éxito cuáles serán parece un spoiler de la legislatura que se nos viene: tú bailando en tu volcán y, a dos metros de ti, bailando yo en el Polo.

Y, mientras tanto, Junqueras avisando a los jueces de que están obligados a comparecer en las comisiones de investigación. Otro, como Calviño, con que si se llama, se va. ¿Qué les pasa a todos con las citas?