Instrucción
La orden de Sánchez a Batet: retrasar la moción hasta las elecciones
Moncloa forzará que se debata lo más cerca posible de las elecciones. Frena a los grupos que defendían restarle valor por "disparatada" para usarla para cimentar la mayoría de investidura
La decisión última sobre la fecha en la que se debatirá y votará la moción de censura que el lunes registrará Vox en el Congreso es del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. En teoría corresponde a la Presidencia del Congreso (PSOE), pero fuentes socialistas admitían ya ayer que al grupo parlamentario se le suele consultar por temas de agenda. Una manera de esquivar la realidad: será la agenda del jefe del Ejecutivo la que marque el día de su debate. Y en esto daría igual un gobierno de izquierdas que de derechas, porque ninguno desaprovecharía la prerrogativa de controlar el órgano de gobierno de la Cámara.
En el calendario de trabajo del presidente, de aquí al mes de mayo, no hay ningún tema más relevante que las elecciones autonómicas y municipales, y la moción es una «bala» más que útil, o así lo creen en Moncloa, para «calentar» la campaña a favor de la izquierda.
Por eso, en la lógica de los intereses de Sánchez la moción se debatirá lo más cerca posible de los comicios, y ésta será la instrucción que reciba la presidenta de la Cámara, Meritxell Batet, para decidir el calendario.
Beneficiará a Sánchez
Después de otra legislatura perdida en los pactos de Estado, puede decirse que el único punto en el que hay consenso entre los dos principales partidos es en el de que la moción beneficiará a Pedro Sánchez. Moncloa está convencida de que esta segunda censura por parte de Vox puede ayudarles a poner sordina al ruido del choque con Podemos, batalla que dan por perdida hasta las generales, y a cimentar la mayoría absoluta. También intentarán utilizarla para identificar a Alberto Núñez Feijóo con Santiago Abascal.
Además, en vísperas de una campaña electoral, la resonancia de la moción de censura será muy distinta a la que tuvo la primera que presentó Abascal en octubre del pasado año 2020. De hecho, los primeros que están pensando en esta campaña son los propios dirigentes de Vox. Los estudios internos les confirman que la mayoría de sus votantes apoyan que se vuelva a recurrir de nuevo a este instrumento parlamentario de fiscalización del Gobierno, aunque evidencie otra vez la soledad de Vox y esté condenado al fracaso. Esa soledad no les incomoda, sino que es un escenario buscado con la única intención de utilizarlo para poner así el foco sobre ellos mismos y subrayar ese perfil de partido antisistema, en el espectro de la derecha, con el que se identifican sus votantes.
Esos mismos sondeos internos también señalan que apenas un 30 por ciento, aproximadamente, de los votantes del PP sí que apoya la moción de censura en estos momentos. Los populares tienen decidida la abstención, puesto que entienden que se trata de la posición menos costosa políticamente para el triple reto con el que afrontan el siguiente proceso electoral: mantener a su electorado de siempre, que le vote gente que nunca les ha votado y recuperar votantes que alguna vez les apoyaron.
Pelea partidista
Entre los grupos minoritarios ha empezado ya a promoverse la idea de que debería llegarse a un consenso para tratar de restar trascendencia institucional a la moción de censura por la interpretación mayoritaria que hacen en la Cámara sobre que es una iniciativa que no tiene más recorrido que la utilización del Congreso de los Diputados en clave de pelea partidista. Sobre todo, una vez que se ha confirmado que será el economista Ramón Tamames, exmilitante del PCE, quien acabe defendiéndola. En ese sentido, en los «pasillos» de las Cortes hablan de acordar una especie de boicot, que nadie intervenga, y se acelere al máximo su votación.
Pero Moncloa está intentando frenar estos movimientos porque al presidente del Gobierno sí que le interesa explotar al máximo las horas de debate parlamentario. El PSOE tiene incluso en su mano la posibilidad de que, en coherencia con la opinión que tienen de la moción, la defienda el portavoz socialista, Patxi López, en lugar de Pedro Sánchez. Pero en medios socialistas no ven razonable ese ejercicio de coherencia con la «charlotada» que ven tras la moción. Esta opción supondría desaprovechar una oportunidad para el líder y candidato socialista.
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