Coalición

El Gobierno cierra filas ante los escándalos que le cercan: Koldo, Begoña Gómez y ahora Errejón

Reconocen su «consternación» ante las noticias sobre el exportavoz de Díaz y ven con preocupación cómo pueda quedar Sumar de debilitado

Yolanda Díaz e Íñigo Errejón
Yolanda Díaz e Íñigo ErrejónAlberto R Roldán

El «shock» que todavía vive Sumar también se ha instalado en Moncloa. El caso de presuntos abusos sexuales por parte del «número dos» de Yolanda Díaz en el Congreso llega después de que el propio PSOE se enfrente a más escándalos por las investigaciones que afectan al exministro José Luis Ábalos y a la esposa del presidente del Gobierno, Begoña Gómez.

El alcance de las consecuencias del «caso Errejón» todavía está por analizar en el Gobierno de coalición, donde lo primero que se ha tratado de hacer es poner el foco en las víctimas. Esto, a la vez, tenía por objeto poner un cordón sanitario con Errejón, como frenar la oposición de PP y Vox, que están aprovechando para poner contra las cuerdas al Ejecutivo de coalición ante los escándalos que comienzan a rodear a Moncloa.

Primero, eso sí, se dejó, de manera calculada, reaccionar a la vicepresidenta segunda y responsable de Íñigo Errejón, Yolanda Díaz, quien marcó distancias con su portavoz en el Congreso. «Toca escuchar a las víctimas que denuncian y acompañarlas», dijo desde Colombia el jueves. Después, la reacción en el Gobierno ha sido la de cerrar filas con Sumar, alabar su «contundencia» respecto a Errejón y evitar cualquier ápice de debilidad que muestre una fisura en un momento en el que el Gobierno se enfrenta a graves dificultades para exhibir fortaleza. «Hay que estar al lado de las víctimas, acompañarlas y animarlas a denunciar para que en ningún caso quede impune quien ha cometido este tipo de actos. Hay que ir hasta el final. Este Gobierno está implicado en la lucha contra la violencia machista. Lo importante es que ya se conoce y que se actúa», señaló ayer el ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres. La ministra de Igualdad, Ana Redondo, exigió ayer a Errejón que «dé la cara», que sea «valiente» y se «enfrente a la Justicia». Además, pidió que «caiga todo el peso de la Ley sobre él». El Ejecutivo, eso sí, no aclara si conocía por Sumar de antemano las conductas machistas de Errejón. Ahora, dicen fuentes gubernamentales, «es el momento de las víctimas y no de los partidos». Frase con la que buscan evitar, por el momento, poner en la picota a Sumar, a quien necesitan para seguir en Moncloa.

En el Gobierno reconocen la «consternación» y la «sorpresa» por las acusaciones contra Errejón, pero tampoco se esconde la «preocupación» por cómo pueda afectar este caso, sobre todo a Sumar, de cara a la desafección que genera en el electorado de izquierdas cualquier asunto que tenga que ver con la violencia machista. «Puede quedar débil», avisan. Por el contrario, mientras que mediáticamente se habla de este caso, el foco se aleja de la derivada del «caso Koldo», sobre el que el Gobierno sigue sin aclarar si Sánchez se reunió o no con el presunto cabecilla de la trama corrupta, Víctor de Aldama.

Las noticias sobre Errejón llegan en un momento en el que Sumar se enfrenta a su propia deriva política. En términos electorales, el último barómetro del CIS demostró su fragilidad al anotarse un mínimo histórico. Solo obtenía un 6,3 por ciento de voto. Además, en medio de la reconfiguración de su alianza política. La cuota socialista del Gobierno necesita a una izquierda fuerte a su lado y todos estos casos minan al espectro ideológico más de izquierdas.

A la par, genera un efecto de inestabilidad de máximos en la coalición y que, cuando ya haya pasado el tiempo de digerir las noticias, puede hacer que Sumar reoriente su estrategia política todavía más en cuanto a la oposición que estaban estrenando dentro de Moncloa a su propio Gobierno.

En el Ejecutivo llevaban días afeando a Sumar su comportamiento respecto al PSOE y enmarcaban los últimos desmarques en el Congreso –una pinza con el PP en dos votaciones y sus desavenencias en política internacional– a la propia batalla que vivía la izquierda alternativa. Fuentes gubernamentales vivían esta competición con preocupación y hasta con enfado al ver que trataban entre ambos «desgastar» al PSOE. Explicaban en el Ejecutivo que veían una «ansiedad por ser protagonistas» a ambas fuerzas políticas y, ahora, con la dimisión de Errejón, creen que esta carrera puede todavía acrecentarse más en el futuro. Y es que esta crisis llega también en un momento de la legislatura delicado, en medio de la negociación parlamentaria para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado, donde Podemos ha elevado sus exigencias para aprobar las cuentas públicas, lo que ha hecho recrudecer a su vez el tono a la formación magenta.

En Sumar, por su parte, buscan ahora frenar cualquier fisura dentro del grupo parlamentario ante las preguntas que surgen ahora en voz alta sobre por qué no se actuó antes. Cohesionar al partido en unos momentos de total convulsión es la máxima, explican fuentes parlamentarias. Sobre todo, aseguran, ante la posible batalla que prevén que vendrá por parte del partido morado, como venganza. Y es que, recuerdan en Sumar, Íñigo Errejón ocupó el escaño que habría podido ser para Irene Montero antes de ser vetada por la formación para las elecciones generales del 23J de 2023.