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Investidura

ERC, entre la vuelta de Junqueras y el pulso de Rovira

Los republicanos se enfrentan al dilema de investidura o repetición electoral.

El reloj de la investidura se ha activado esta semana. El control de la Mesa del Parlament por parte de los independentistas, gracias a la actitud de los Comunes, ha hecho posible que el nuevo presidente, Josep Rull, marque los tiempos. Si antes del 26 de agosto no hay un pleno de investidura y se elige un president, los catalanes estarán abocados a una nueva cita con las urnas el 13 de octubre. ERC, el gran damnificado de las pasadas elecciones, se ha convertido en la piedra filosofal para Junts, pero sobre todo para el PSC. Sin ERC es imposible la investidura, pero todo el proceso coge a los republicanos sin líder, sin dirección y sin estrategia.

Junts está apretando las tuercas. Puigdemont sabe que no será investido porque una abstención del PSC es imposible y prepara el camino para la repetición electoral culpando del fracaso a socialistas y republicanos. Los votos de ERC son necesarios pero insuficientes, pero Puigdemont erigido en líder del independentismo tiene toda la intención de explotar su debilidad y una repetición electoral le permitiría crecer a costa de ERC. Las últimas encuestas dejan a los republicanos entre 12 y 15 diputados acercándolos peligrosamente al desastre que ya cosecharon en 2010 cuando obtuvieron solo 10 diputados.

Sin embargo, Puigdemont no las tiene todas consigo y mira de reojo a la ulltraderechista y xenófoba Aliança Catalana. Por eso, en esta semana ha querido declarar libre de menores migrantes a Cataluña y amenaza con votar en contra de la reforma de la Ley de Extranjería. ERC ha tratado de marcar distancias reclamando un reparto justo y demandando que se tenga en cuenta la financiación y que Cataluña ya recibe migrantes de otros territorios además de Canarias. Los tres partidos saben que la inmigración será clave en una nueva cita electoral y Junts levanta una bandera xenófoba para evitar un crecimiento de Aliança Catalana y arrinconar a ERC.

Puigdemont se sabe fuerte y ha descartado una lista única del independentismo y obligar a ERC a votar su investidura, si es que se presenta porque sigue en Waterloo, para obtener más votos que Illa, lo que le servirá de excusa para culpar al PSC de la derrota electoral. Todos estos movimientos cogen a ERC en un momento muy delicado.

Marta Rovira dirige el partido desde Suiza y ha movilizado a los suyos para denostar a Junqueras. Ha impulsado un manifiesto contra el que fuera presidente del partido –hoy dimitido porque quiere tener las manos libres para presentarse de nuevo en el congreso de noviembre– que tras una semana no ha logrado alcanzar el apoyo del 10% de la militancia. El manifiesto aboga por una renovación total de la cúpula aunque Rovira solo ha dicho que no se presentará a su reelección como secretaria general y ha dejado las puertas abiertas para sí hacerlo a la presidencia. La actual líder del partido tomó la iniciativa desde la derrota electoral para erosionar a Junqueras. La única que no ha dimitido, ha impulsado el manifiesto antes citado, controla el grupo parlamentario y dinamitó la asamblea de Barcelona que pretendía bendecir el acuerdo de republicanos y socialistas para entrar en el Gobierno.

En este escenario, solo quedaría por despejar la incógnita de llegar a un acuerdo con el PSC. Lo pone caro el equipo negociador, también controlado por Rovira, apostando por el blindaje de la lengua, referéndum de autodeterminación y concierto económico al estilo vasco. «Nadie defenderá un acuerdo con el PSC porque lo descalificaría para el congreso», dice un dirigente del partido. Solo existe una posibilidad «unas encuestas que dejen a ERC en mala situación» y «la ausencia de un candidato con garantías». Junqueras, por ejemplo, a día de hoy no puede serlo porque sigue inhabilitado. Solo podría serlo Marta Rovira y su tirón está por ver.

Oriol Junqueras sigue a lo suyo. Parecía acorralado, no presentaba batallas ni en el Parlament ni en Barcelona, y se limitaba a decir que «quiero escuchar a la militancia». Este miércoles sus colaboradores organizaron una reunión en Sant Vicenç dels Horts, municipio en el que fue alcalde. Primero se apuntaron unas 70 personas de toda Cataluña. La cifra subió a casi 200 en unas pocas horas y se presentaron cerca de 500. «Es un punto de inflexión», afirma el entorno de Junqueras que se ve fuerte mientras el sector Rovira a pesar de las llamadas personales a los militantes «desde el Palau de la Generalitat» no encuentran más adhesiones a su manifiesto. La intranquilidad es evidente en el sector Rovira. El conseller de Salut, Manel Balcells, el jueves preguntó a su equipo si alguno de ellos había asistido al cónclave de Sant Vicenç. Del encuentro no hay fotos, ni videos, porque «no fue un acto de partido, fue una reunión interna».

La reactivación de Junqueras y la demostración de músculo pone en evidencia el juego de espejos de ERC. Investidura o repetición electoral, pugna con Junts y conflicto interno. Todo debe solventarse en noviembre, pero antes deben decidir los republicanos si provocan unas elecciones que se auguran un desastre para ellos. Además, «los bloques cambiarán poco, solo cambiará la correlación de fuerzas de cada bloque, y en el independentista el damnificado será ERC», comenta un experto demoscópico. Rovira se las prometía muy felices pero le aumenta la presión y Junqueras era un muerto que está muy vivo.