Opinión

Empieza lo peor

La dirección socialista de momento está satisfecha, bien porque las nieblas de esta época no les permite ver más allá, bien porque les da igual

Debate.- Arranca la votación para la investidura de Sánchez con el 'Sí' de un diputado del PSOE
Pedro Sánchez, fotografiado en un momento de la investiduraEuropa Press

Con la investidura de Sánchez, la dirección socialista rezuma la sensación de haber concluido la tarea. La negociación con Puigdemont ha sido el último obstáculo y se ha saldado con la victoria inapelable del independentista. Moncloa ha trabajado como si la reelección del presidente fuese el objetivo último, pero les queda lo peor: gestionar el desastre.

El desgaste del PSOE ha sido enorme. Los votantes socialistas están mayoritariamente en desacuerdo con la amnistía y las cesiones al independentismo. El PP está dispuesto a movilizar a los ciudadanos en actos multitudinarios y la extrema derecha se concentra en Ferraz.

Los jueces también están en pie de guerra. Se sienten humillados y sin respaldo institucional, a la espera del texto definitivo de la ley, cuya aplicación será controvertida.

Borràs se ha apresurado en señalar la debilidad de Sánchez, indicando que la legislatura durará lo que dure su palabra y que, a diferencia de hace cuatro años, el líder del PSOE no ha pactado con aliados. Las palabras de quien es un peso pesado en Junts no aportan nada nuevo, son consecuencia de llegar a acuerdos para gobernar el Estado con quienes quieren destruirlo. Sánchez es conocido por incumplir sus compromisos. Puigdemont lo sabe y va a dosificar el oxígeno que necesita el socialista, cerrando el caudal al mínimo incumplimiento.

La legislatura tendrá en la organización política y territorial el elemento sobre el que todo girará. Los independentistas querrán velocidad en el referéndum, en las cesiones de competencias del Estado y en la transferencia de fondos. Sánchez ralentizará el cumplimiento de sus compromisos y adoptará el rol de víctima ante una eventual convocatoria de elecciones. El PNV tiene otra llave de la gobernabilidad que usará en el momento adecuado para sus propios intereses.

La dirección socialista de momento está satisfecha, bien porque las nieblas de esta época no les permite ver más allá, bien porque les da igual.