Andalucía

El PP vasco busca su sitio

El congreso de los populares vascos busca la ratificación como líder de Arantza Quiroga, acabar con el descontento y que se imponga la línea moderada

La Razón
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El Partido Popular parece dispuesto a dar un sonoro golpe sobre la mesa. La convención de este fin de semana en Cataluña se ha presentado como el punto de inflexión para dotarse de más fuerza y presencia en todas las autonomías. Los tiempos políticos convulsos y los vaivenes internos del partido han hecho replantearse sus objetivos. Resolver la candidatura europea, despojar de iniciativa a sus rivales ante el independentismo catalán, solventar de manera definitiva el liderazgo en Andalucía, prácticamente inexistente, y reforzar a Arantza Quiroga en el País Vasco son algunas de las cuestiones que en Génova se quieren resolver de inmediato.

Este último asunto es de suma importancia para Rajoy. Se sabe que en marzo habrá congreso extraordinario del PP Vasco, objetivo que Quiroga deseaba desde hace mucho tiempo, pero que Génova veía con reticencias. El PPV pretende reforzar el liderazgo de Arantza Quiroga y la línea moderada del partido, frente a un sector cada vez más descontento con la estrategia que desde Madrid se sigue en lo referido a la lucha antiterrorista y la política penitenciaria, en fin, con el final de terrorismo.

La dirección ha decidido terminar con cualquier duda de sus militantes y representantes vascos y ha accedido a convocar el congreso, idea que partió de la propia Quiroga, que desde su elección desea contar con la ratificación por parte de la militancia del PP vasco, cuyo objetivo final quiere desligar con las últimas diferencias con asociaciones de víctimas como Covite o AVT o con la creación de un nuevo partido por el exparlamentario alavés Santiago Abascal.

Con la aquiescencia de Moncloa, Rajoy podría asegurar el bloque monolítico vasco con su presencia en la clausura del cónclave, dando su visto bueno definitivo.

La fractura en el PP vasco se inició en 2008, cuando en junio, la entonces presidenta, María San Gil, anunció que abandonaba la política porque discrepaba con la dirección nacional cómo debía enfrentarse ante los objetivos de autodeterminación de los nacionalistas. Hasta 2008, el PP había defendido una política de máxima firmeza ante la izquierda abertzale y había roto toda relación con el PNV a raíz de la declaración de Estella y del posterior intento del entonces lehendakari, Juan José Ibarretxe, de sacar adelante un nuevo estatuto y una consulta soberanista.

Un mes después de la renuncia de San Gil, Antonio Basagoiti fue elegido presidente del PP vasco con la idea de que el PP superara su aislamiento y recuperara la capacidad de acuerdo con el PNV y el PSE-EE. Basagoiti consolidó la nueva estrategia gracias a que el PP se convirtió en decisivo para convertir a Patxi López en lehendakari y desalojar así por primera vez al PNV del Gobierno Vasco. Pero su salida de la política llevó a una sucesión rápida con Arantza Quiroga de presidenta.

Junto al reforzamiento del liderazgo de Quiroga, el congreso de marzo deberá validar también el apoyo que tiene la actual línea estratégica del PP vasco iniciada por Basagoiti, cada vez más cuestionada por un sector del partido que rechaza cualquier gesto hacia el mundo de la izquierda abertzale. Pesos pesados como Jaime Mayor Oreja o Carlos Iturgaiz han manifestado que no hay ruptura en el PP vasco, pero Quiroga sabe que tendrá que ser capaz de recuperar puentes y caminos.