Exteriores

La crisis irresuelta en Argelia: puentes rotos y veto a las empresas españolas

Persiste año y medio después el castigo de Argel a España tras el cambio de política respecto al Sáhara

Pedro Sánchez y Mohamed VI durante una de sus últimas reuniones en Rabat
Reunión entre Pedro Sánchez y Mohamed VI en noviembre de 2018poolLa Razón

Transcurridos más de veinte meses desde que la decisión de Pedro Sánchez de apoyar a Marruecos en el conflicto del Sáhara Occidental –abandonando la tradicional posición de neutralidad de la diplomacia española en el diferendo— abría una crisis con la otra gran potencia del Magreb, el horizonte de las relaciones hispano-argelinas continúa cubierto por nubarrones. Indignadas por el viraje en favor de Rabat, en junio del año pasado, las autoridades argelinas –patrocinadoras de una de las partes, el Frente Polisario— decidían suspender el Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación –firmado con España en 2002— y decretar un veto a las empresas españolas en su país; dos medidas que siguen en vigor a día de hoy.

Sin duda, el reciente nombramiento de un nuevo embajador en España –Argel había anunciado la retirada del canciller Said Moussi el 19 de marzo de 2022, un día después de hacerse público el contenido de la misiva de Sánchez al rey Mohamed VI en defensa del plan de autonomía marroquí para la ex colonia española, que calificó como la propuesta “más seria, realista y creíble”—, apuntaba en la dirección de una superación del desencuentro.

El plácet del Gobierno español al nuevo embajador fue confirmado en un comunicado el pasado 17 de noviembre por el ministro argelino de Exteriores Ahmed Attaf, pero a pesar de su aparente trascendencia, su homólogo español, José Manuel Albares, ha evitado manifestarse en público sobre la buena nueva. Para encontrar la última vez que el ministro español se refirió en público a los intentos de desencallar la situación con Argelia hay que remontarse al mes de enero, dejando al margen una lacónica alusión en una entrevista con un diario español el pasado 15 de octubre en la que Albares aseguraba que “la mano de España está siempre tendida” al país norteafricano.

Lo cierto es que, transcurrido más de año y medio desde que las autoridades del país magrebí iniciaban el veto a los exportadores e inversores españoles en su país a través de la orden emitida por la Asociación Profesional de Bancos y Asociaciones Bancarias (Abef) de congelar las operaciones bancarias con España ––un extremo siempre negado por la Presidencia de la República y el Gobierno, que incluso, jugando al despiste, desautorizó a la Abef semanas después del anuncio—, los empresarios siguen sufriendo las consecuencias del bloqueo del mercado de Argelia. El país más poblado y rico de la región, primer productor de gas natural y tercero de petróleo de África y fuente segura de inversiones en materia energética y de infraestructuras.

La estimación de las pérdidas para las empresas españolas supera ampliamente los 1.500 millones de euros. La situación las ha obligado a tratar de seguir vendiendo sus mercancías, tales como productos agroalimentarios, bienes industriales y tecnológicos –muy apreciados en Argelia—, en un mercado importante y difícil a través de terceros países, como Portugal, Francia o Italia.

No en vano, el país transalpino firmó el pasado mes de enero con Argelia, en plena crisis diplomática entre Madrid y Argelia y en medio del boicot comunitario a Rusia, un acuerdo para la construcción de un gasoducto que aspira a hacer de Italia en el hub europeo del gas natural en detrimento de España. Entretanto, Argelia se veía desplazada el mes pasado de la posición de primera suministradora de gas natural a España en beneficio de Estados Unidos –que envía el hidrocarburo a través de barcos metaneros.

“La posición de Sánchez en Gaza gusta en Argel”

Cuando en Argel se daba por amortizado a Sánchez –en el convencimiento de que la presión por la vía diplomática y económica no haría al presidente modificar su posición respecto al conflicto del Sáhara—, el régimen argelino se ha agarrado a la palabra del presidente del Gobierno para dar señales de distensión.

En primer lugar fue la intervención de Sánchez ante la Asamblea de Naciones Unidas en defensa de “una solución mutuamente aceptable” al conflicto del Sáhara “en el marco de la Carta de la ONU”, lo que Argel percibió como una suerte de regreso a la neutralidad. Más recientemente Argel –que no reconoce a Israel y defiende a Hamás— apreció la defensa del Estado palestino manifestada por el presidente del Gobierno durante su reciente gira por Israel, Cisjordania y Egipto. “El discurso de Sánchez en Nueva York gustó al régimen argelino, y más aún ha agradado la defensa del Estado palestino durante la visita a Israel, incluida la felicitación de Hamás”, asegura a LA RAZÓN una fuente española en Argel conocedora de las relaciones políticas y económicas entre los dos países.

Aunque los empresarios españoles que han mantenido actividad regular en Argelia consultados por este medio expresan su optimismo con la posibilidad de que las cosas cambien a medio plazo, repiten que su situación sigue siendo la misma que desde el mes de junio de 2022. A pesar de las aparentes simpatías de las autoridades argelinas por las posiciones de Sánchez en política exterior, lo cierto es que Argel perdió la ocasión de hacer evidente la distensión al no enviar a su ministro de Exteriores –lo mismo hizo Marruecos— a la cumbre regional por la paz en Oriente Próximo organizada por la Unión por el Mediterráneo el pasado 27 de noviembre en Barcelona.