
Curiosidades de Estrabón
Arréglatelas con la ONU
Belarra se ha presentado en Moncloa con la camiseta del "No a la guerra", que es como pintarse "Viva el cielo azul"

Tengo un amigo, policía municipal, que cuando afrontaba la ira de alguna vecina, por la consabida fiesta etílica en un piso, se acercaba muy delicadamente y, con estas mismas palabras, decía: «Señora, escuche con atención, abandone TODA esperanza de que su problema se vaya a solucionar». Una vez que se aseguraba de que el mensaje había sido captado, respiraba hondo y espetaba: «Y ahora, cuénteme usted qué ha pasado». Así ha debido ser la entrevista de Yolanda Díaz con su jefe sobre la defensa europea. Una conversación ubérrima sobre nada, algo como una embajada bizantina en la Sublime Puerta.
Me da muchísima risa el lenguaje de los de Sumar en cosa de Defensa. Al menos, Antonio Maíllo, de Izquierda Unida, llama pan al pan cuando pide la retirada de las bases de la OTAN de España, que es una cosa que pedíamos los «boomers» de jovencitos y que nos poníamos con pegatinas en la mochila y en la trenca. Luego, cuando Felipe González cambió de criterio, empezamos a estudiar que la guerra mundial se solucionó con la alianza americano-europea y que la caída del Imperio Austrohúngaro se debió, entre otras cosas, a la traición de Francia y la ruptura de la unidad continental frente a Rusia. Maíllo dice que nos echemos a la calle –eso siempre rejuvenece– a jalear que «disuelto el Pacto de Varsovia, la existencia de la OTAN no tiene sentido, es un peligro para la paz mundial y está al servicio del imperialismo de los EE UU».
Como si lo que persiguiese Vladimir Putin, ese «señor con palacio incluido» como decía Navalni, fuese cosa distinta que reconstruir el Pacto de Varsovia. Y si no, que se lo digan a chechenos, azerbaiyanos, moldavos, bálticos, rumanos, escandinavos y polacos, que están que tiemblan. Ya he contado a menudo que lo Telón de Acero lo discutí en su día (creo que la filípica sigue en la red), con Pablo Iglesias, que me expresó su pena por la caída del Muro de Berlín, que «servía como contrapeso a los Estados Unidos». Claro que él no tiene un cuñado berlinés al que impidieron el acceso universitario por carecer del carnet del partido y a cuya madre visitaban los de la Stasi todos los años para preguntarle por qué iba a la iglesia. Que hay que imaginarse esos señores tipo Tarantino, sentados con traje negro en el sofá de skai del salón.
Frente a la directa de Maíllo, que está en lo de «Nucleares, no» y «Franco, el del culo blanco», Yolanda habla en esperanto: «Es necesario avanzar hacia un modelo de defensa europea que apueste por el multilateralismo y la defensa de la paz en el marco de las Naciones Unidas». Creo que propone que, si Rusia ataca Moldavia, llamemos a los cascos azules.
En cuanto a Podemos, Ione Belarra se ha presentado en Moncloa con la camiseta del «No a la guerra», que es como pintarse «Viva el cielo azul». Sobre todo porque en estos momentos siguen bombardeando Ucrania. Estoy acabando el libro de la editorial Encuentro con los escritos de Alexei Navalni, al que mató el régimen de Putin («No tengo miedo. No lo tengáis vosotros») y no se me ocurre otra cosa que estos señores, Iglesias, Maíllo, Belarra o Díaz, reciben favores de Moscú. Al fin y al cabo, la entente con Irán o Venezuela es cosa que los morados ya visitan desde hace tiempo.
De todas formas, el lenguaje encriptado no es patrimonio de la ultraizquierda. La derecha tiene lo suyo y también dice la ministra Pilar Alegría que el «gasto en defensa no va a mermar el gasto social», pues usted me dirá de dónde va a sacarlo si no hace acuerdos con el PP y tira de decretazo. Son los «eventos consuetudinarios que acontecen en la rue», a lo mejor lo que debemos vindicar es el castellano.
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