
Opinión
Armas y pedagogía
Jamás convocará elecciones con su familia en los juzgados

Sánchez puede explicar en el Congreso de los Diputados sus requiebros lingüísticos y financieros para no aceptar la realidad del rearme por el peligro ruso. Lo que no podrá explicar es que el partido que perdió las elecciones, el suyo, viva con un Gobierno roto, sin mayoría parlamentaria y sin presupuestos. Es irresponsable no solo internamente, de cara a la democracia española, sino para el cumplimiento de los compromisos exteriores de nuestro país.
La solución del sanchismo a su debilidad y desconcierto es lo que llama «pedagogía», que según la RAE es la ciencia que se ocupa de la educación infantil. Nunca mejor dicho, porque Sánchez y su partido nos tratan como si fuéramos menores de edad, o como tontos incapaces de entender que su Ejecutivo no cumple con su deber, como sí que ha hecho el Gobierno alemán, por ejemplo, para atajar una situación histórica urgente.
Su «pedagogía» es la retórica de escurrir el bulto, de hacernos creer que no es «rearme» sino «seguridad», y que lo pagará la Unión Europea para que aquí no toquemos las partidas sociales con las que la izquierda conserva su red clientelar. Su desgobierno le ha empujado a pergeñar el argumentario más endeble y bobo que se pudiera esperar de un presidente ante la posibilidad de una guerra mundial.
El marido de Begoña Gómez no es Churchill. No va con él apelar al esfuerzo nacional, al sudor y a las lágrimas, al patriotismo, al esfuerzo intergeneracional, y luego cumplir con la responsabilidad del cargo. Lo suyo es vender humo, decir que la culpa la tiene la oposición, y saltarse las instituciones democráticas para tomar medidas. Así funcionó con la pandemia, pero también con la DANA en Valencia cuando dijo que si los valencianos querían ayuda que la pidieran, para luego, en rueda de prensa, con 200 muertos entre el barro, soltar: «Yo estoy bien».
Pero esta es la izquierda que tenemos, una anomalía en el resto de la Europa respetable. Nos gobiernan unos progres que piensan que mantener el bono cultural de los jóvenes es más importante que salvaguardar la democracia frente al nuevo imperio soviético de Putin. Son un atajo de izquierdistas que se alarman más por la subida de las temperaturas que por las amenazas expansionistas de Rusia sobre las repúblicas bálticas y Moldavia. Son los que no se sonrojan cuando Otegi dice que Bildu, que sigue homenajeando a etarras, está en contra de las armas. Hablamos de esos que «entienden» el terrorismo de Hamás en Israel.
Pues con estos ha decidido Sánchez gobernar y constituir una mayoría parlamentaria, y por eso ahora, en el momento de la verdad, el Ejecutivo está roto, y esa suma de diputados no existe.
La verdad es que España, al margen de la situación, necesita un rearme. Si nuestro país es incapaz de enviar al exterior una brigada, entre 3.000 y 5.000 hombres, pertrechados en condiciones para el combate de verdad, es que no estamos preparados para la época de la diplomacia de la fuerza que ha inaugurado la conexión Trump, Putin y Xi Jinping. No solo eso. España, junto a Europa y a la OTAN, debe proyectar disuasión para evitar peligros.
Este cambio no precisa de «pedagogía», sino de una acción responsable y una mentalidad madura, incluso de un pacto de Estado. Se acabó el tiempo de los claveles en los fusiles y de que EE UU nos proteja. Debemos reforzar nuestra defensa y seguridad porque somos vulnerables. Hay que explicar a los españoles que estamos en un momento para sufragar el gasto militar y de esta manera asegurar nuestra forma de vida.
No obstante, esto no ocurrirá con Sánchez. A estas alturas, y dadas las dificultades internas para gobernar en condiciones de dignidad, lo mejor sería que Sánchez se despidiera y convocara elecciones. Pero jamás lo hará con la familia en los juzgados.
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