
El periscopio
Con las manos atadas
Sánchez es un maestro en resistir pero su posición comienza a ser insostenible

Un veterano dirigente socialista con experiencia en política internacional define así la situación de Pedro Sánchez: "Maniatado por Bruselas, abrasado por sus ministros". Muy cierto. La reunión del último Consejo Europeo, con los primeros espadas comunitarios lidiando el conflicto mundial que nos atenaza, puso de relieve la precaria situación del gobierno español.
Ni un dato, ni una cifra, ni una idea, ni un proyecto. Y con toda desfachatez, el presidente del Gobierno justificando un año más la ausencia de los Presupuestos Generales del Estado. "Se prorrogan y ya está", sentenció Sánchez desde el púlpito de la Unión Europea ante el estupor de sus colegas europeos. ¿Alguien recuerda las burradas dialécticas que, siendo líder del PSOE en la oposición, le espetó a Mariano Rajoy ante una situación similar? Vergonzante es tirar de la hemeroteca.
Tal vez por ello el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, político de altura, profesor e historiador holandés que desempeñó el cargo de primer ministro de los Países Bajos desde 2010 hasta 2024, atizó el dedo en la llaga al afirmar que España quiere llegar al 2% del PIB en gasto militar. ¿Lo hizo así, a humo de pajas? En absoluto. Las declaraciones de Rutte revelan la fragilidad del Ejecutivo español en esta crisis, su ridículo en el foro comunitario cuando sus propios socios de coalición le reclaman hasta salir de la OTAN.
En efecto, Pedro Sánchez es un maestro en resistir. Pero su posición comienza a ser insostenible. Está atado de pies y manos en varios frentes: por la Unión Europea que le exige ya su concreción sobre el incremento del gasto en Defensa y que él, con su habitual estilo de ganar tiempo, aplaza hasta la cumbre de la OTAN del 24 de junio, en La Haya. Por sus socios de coalición, en cabeza la vicepresidenta y lideresa de Sumar, Yolanda Díaz, y el bloque "Frankestein" de separatistas y bilduetarras que enarbolan la bandera antimilitarista. Y por el verdadero mandatario del Gobierno, el fugitivo Carles Puigdemont, que le torea con sus siete votos en el Congreso según convenga.
Pero atención, se han producido algunas novedades la pasada semana. La foto de Puigdemont con el antaño cabecilla terrorista de ETA y actual líder de EH-Bildu, Arnaldo Otegi, ha levantado ampollas en muchas cancillerías europeas. "Es la foto de la vergüenza, la chulería de exhibir que tienen a Sánchez en sus manos", dice un embajador acreditado en Madrid. Para colmo, cuentan que el prófugo está que trina con las últimas encuestas que le otorgan un drástico bajón electoral frente al auge de Aliança Catalana, la formación de extrema derecha independentista liderada por Sílvia Orriols, alcaldesa de Ripoll. Cuidado, el boquete en Junts es enorme y puede haber movimientos.
En clave interna, Pedro Sánchez está muy tenso y se le nota. Así lo evidenció su último debate con Alberto Núñez Feijóo en la sesión de control al Gobierno en el Congreso, donde perdió los papeles y agredió al líder del PP de manera desaforada. La respuesta del gallego fue contundente: "Faltón, chulo y embustero, usted a mí no me da lecciones de Estado". Nunca mejor dicho, fuera ya complejos.
Mientras, las dos vicepresidentas, María Jesús Montero y Yolanda Díaz, se tiraban de los pelos en la sala parlamentaria del Consejo de Ministros a propósito del SMI y su cotización por el IRPF. Locuaces ambas, nada elegantes y escasamente finas, sus voces se escuchaban hasta en el pasillo contiguo. Un espectáculo más de un gobierno completamente roto, que, finalmente, hubo de zanjar el propio Sánchez ordenando a sus "halconas" la decisión salomónica de suprimir el tramo del IRPF de manera temporal en el año 2025, y luego ya se verá. Una chapuza, un nuevo parche para seguir adelante en la poltrona del poder que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, se traga con calzador y la comunista Yolanda hace lo propio sin la dignidad de dimitir.
Admiten fuentes de Moncloa que el presidente anda preocupado por la quemazón de sus ministros. A estas alturas ni uno solo de ellos rebasa el aprobado, con la excepción, si cabe, del titular de Economía, Carlos Cuerpo, una rara avis, al menos con formación. El ridículo de los ministros implicados en la crisis bélica internacional está siendo de campeonato.
Y la posición de los enviados a los territorios, Pilar Alegría, Diana Morant, Víctor Ángel Torres, y qué decir de Óscar López, patética. Cuentan algunas fuentes que Sánchez tendría en mente una amplia remodelación del Gobierno para afrontar lo que queda de legislatura ante el gran deterioro de imagen y gestión del actual equipo. "Esta vez va en serio", dice un colaborador cercano al presidente, si bien nadie conoce los planes que circulan por su mente. Cerrada e imprevisible.
La pasada semana, en un conocido restaurante madrileño, almorzaban algunos destacados empresarios. "Tiene guasa que sea un armenio, nacionalizado francés y residente en Londres, quien le plante cara a Pedro Sánchez", comentaban en relación a la batalla del presidente de Prisa, Joseph Oughourlian, contra las embestidas de La Moncloa en un pulso sin precedentes.
La clase empresarial anda muy preocupada por la deriva del Gobierno y todos reclaman ya elecciones generales anticipadas ante la ausencia de unos Presupuestos Generales del Estado en el Congreso y para despejar la fragilidad del actual Ejecutivo. En su opinión, la legislatura está ya en una situación insostenible, pero los designios de Sánchez, como en el Oráculo de Delfos, son difíciles de adivinar. Nadie sabe sus tiempos para la caída del imperio, bajo el eslogan "Conócete a ti mismo". Y nadie conoce de verdad a Pedro.
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