Juicio
Las 256 cerillas que estrecharon el cerco sobre el jubilado que envió una carta bomba a Pedro Sánchez
Los agentes que investigaron los paquetes con explosivos explican en el juicio cómo la sucesión de pistas les llevaron hasta Pompeyo González
Los agentes que participaron en la investigación para localizar al autor del envío de seis cartas bomba en 2022, entre otros a Pedro Sánchez y a la ministra Margarita Robles, han explicado en el juicio cómo llegaron hasta Pompeyo González, el jubilado de Miranda de Ebro (Burgos) para quien la Fiscalía pide una condena de 22 años de prisión por terrorismo y que en la primera sesión del juicio ha pedido al tribunal declarar en último lugar, a lo que ha accedido la Sala.
En esa cadena de indicios que fueron estrechando el cerco sobre el jubilado de 74 años, los agentes han hecho hincapié en el hallazgo entre los restos de basura del investigado de 256 cerillas cuyas cabezas estaban raspadas para extraer el fósforo, que supuestamente habría utilizado para confeccionar el explosivo en alguno de esos envíos.
Así, el instructor de las actuaciones ha explicado al tribunal, presidido por el magistrado Alfonso Guevara, que tras analizar los paquetes bomba sospecharon que podía tratarse de una sola persona "por el sobre y la escritura" que, a juzgar por los objetivos (entre los que figuraban las embajadas de EE UU y Ucrania en España, la empresa de armas Instalaza, que ha fabricado los lanzagranadas C-90 enviados a Ucrania, y la base aérea de Torrejón) pretendía "influir en la posición de España respecto a la guerra de Ucrania".
Tras ir acumulando indicios por el origen de los envíos -remitidos desde el CTA (Centro Tratamiento Automatizado de Correos) de Valladolid- y las compras de material a través de Amazon (que permitió localizar la IP del investigado) "todo nos llevó a Miranda de Ebro", ha explicado uno de los agentes.
Se pusieron en marcha las vigilancias en el domicilio de Pompeyo González y el análisis diario de los restos de basura que depositaba arrojó nuevos indicios contra el jubilado. Los restos de ADN, por ejemplo, coincidían con los restos hallados en los sobres. Pero había algo más. "Nos llamaron la atención unas 256 cerillas que estaban como raspadas", ha asegurado el policía, que ha recordado que el informe de los Tedax señaló que "la cabeza de cerilla formaba parte también del iniciador del artefacto". De hecho, ha recordado que el domicilio del acusado "parecía prácticamente un taller" y en él se encontró "una sustancia marrón que coincidía con la hallada en los artefactos".
Su abogada: "las cabezas de cerilla no son explosivo"
La abogada de Pompeyo González ha inquirido entonces al testigo sobre el hecho de que en el informe de los Tedax "las cabezas de cerillas no son consideradas un explosivo", un intervención que el presidente del tribunal ha cortado en seco. "Eso, para el informe", le ha reconvenido.
Otro de los agentes que ha testificado ha señalado que encontraron en la basura arrojada por el investigado "doscientas y pico cerillas", lo que les llamó mucho la atención porque recordaba que de los artefactos explosivos "varios eran de cartuchos de caza y varios eran de cerillas". "Tengo el curso de iniciador de explosivos", ha afirmado, por lo que le sorprendió comprobar que había sido capa de "hacer un explosivo con cerillas".
"Cuando las encontramos se habían intentado raspar las cerillas, que creo recordar que eran tres cajas, debían ser 300, pero recuperamos como 270 y habían sido raspadas. Es muy difícil quitarles la cabeza. Unas 150 se habían quemado y otras ciento y pico había lograr quitar las cabezas", ha explicado.
"Nos llamó la atención porque era coincidente, hasta el fósforo era de color rosa con el artefacto que desactiva el tedax en la base de Torrejón, que consiguió recuperar y eran del mismo color", ha añadido.
El agente se ha mostrado extrañado de que, pese a que fue raspando todas esas cerillas supuestamente para extraer el fósforo para elaborar los explosivos, en el registro de su domicilio "no aparecieron esas cabezas de cerillas". "No descarto que dos días antes se percatase de nuestra presencia y limpiase el piso", ha aventurado antes de recordar que el día de la detención encontraron en la basura "cinco clavos muy grandes, varios cortados".
La detención: "Os habéis confundido. Me gusta el bricolaje"
Este mismo agente participó en la detención de Pompeyo González. Según ha contado, desde la Comisaría General de Información se les había alertado del "temor de que llevara algún artefacto encima", por lo que "se valoró incluso llamar al GEO". Finalmente se descartó porque "se le podía hacer una llave". Fue, ha dicho, "una detención sorpresiva".
Nada más detenerlo, ha explicado, "él estaba muy tranquilo", lo que le llamó la atención. "Me dijo "os habéis confundido, yo soy una persona a la que le gusta la marquetería, el bricolaje"".
Cuando salía de casa, ha afirmado el agente, "siempre adoptaba medidas de seguridad" y "era muy maniático". Siempre salía entre las 9:00 y 9:30 y volvía a las doce. "Dos días antes empezó a hacer cosas raras y al día siguiente no cogió el coche. "No descarto que viese algo y se quisiese desprender" de algún material, ha añadido, porque en el registro no hallaron objetos que sí constaban en la lista de los objetos encontrados en la basura.
Entre ellos, ha contado una policía que también inspeccionó esos deshechos, "encontramos muchos restos de tornillería, manipulados la mayoría, que coincidían con los de los artefactos", así como "un montón de cerillas a las que les faltaba la cabeza". Un hallazgo clave, ha remarcado, porque por los análisis realizados "sabíamos que el fósforo se había utilizado en la confección de los artefactos".
Lesiones a un empleado de la embajada de Ucrania
El acusado remitió a Pedro Sánchez su primera misiva con explosivos entre el 18 y el 21 de noviembre de 2022, pero el control de seguridad detectó el paquete sospechoso -que contenía una carga explosiva de perclorato/clorato de origen pirotécnico y una pólvora de base nitrada- y fue detonado finalmente de forma controlada.
Posteriormente, efectuó otros cinco envíos, uno de los cuales hirió en una mano a un empleado de la embajada de Ucrania, a quien la fiscal solicita que Pompeyo González indemnice con 1.500 euros.
Los artefactos elaborados supuestamente por el acusado -a quien imputa un delito de terrorismo con resultado de lesiones y otro de fabricación, tenencia, colocación y empleo de aparatos explosivos con finalidad terrorista- eran similares: todos contaban con activación mecánica y de iniciación pirotécnica y, dada la cantidad de explosivo utilizado, su detonación era capaz de "producir lesiones de diferente consideración en función de la cercanía y los posibles órganos afectados, tanto por la propia explosión de la sustancia como por el impacto de la metralla incorporada" (postas de plomo) y la producida "por la fragmentación del perfil metálico debido al confinamiento del explosivo y demás elementos utilizados para su fabricación" (principalmente tuercas y tornillos).
El mecanismo estaba pensado para que, según el Ministerio Público, "cuando la caja de madera se sacase del sobre de cartón, y el destinatario abriese la tapa retirando la cinta adhesiva que tenía a modo de cierre, la tapa arrastraría al pasador, sacándolo de su alojamiento, liberando al percutor que, por la acción del muelle contraído, se desplazaría por el tubo que lo contenía hasta percutir al pistón, dando lugar a su iniciación".
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