Inmigración

¿Es España la nueva Turquía?

Los expertos creen que aumentarán los flujos migratorios desde Afganistán y desde otras rutas hacia España

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Con el fin de la operación de evacuación del Ejército español en Afganistán –siguiendo la estela de otros países europeos que también evacuaron del país a quienes trabajaron con ellos durante los 20 años de misión internacional–, se abre un nuevo escenario en la geopolítica mundial con inevitables consecuencias en el plano doméstico. España dio por finalizada su misión el pasado viernes tras ayudar a más de 2.200 colaboradores, una operación no exenta de grandes desafíos que ha servido al Gobierno de Pedro Sánchez para erigirse como adalid de los derechos humanos. Su decisión de levantar un «hub» para evacuar a parte de la población talibán y luego distribuirla entre otros países europeos recibió halagos por parte de las grandes autoridades europeas que definieron el gesto como «ejemplo del espíritu europeo». LA RAZÓN analiza con distintos perfiles la decisión de montar un mecanismo de tránsito en la base aérea de Torrejón así como sus consecuencias desde el punto de vista nacional.

20 años de misión internacional

El eurodiputado del PP y exministro de Asuntos Exteriores José Manuel García-Margallo advierte, en declaraciones a este diario, del caos que puede generar que el país centro asiático se quede sin observadores internacionales. «Lo importante es que permanezcan abiertas las agencias de la ONU, embajadas occidentales, y los medios de comunicación que van a ser capitales para denunciar las atrocidades que puedan surgir». Sobre la decisión de montar contra reloj una plataforma para la reubicación de personal afgano que colaboró en los 20 años de misión internacional en el país, Margallo asegura que «estamos obligados como firmantes del Convenio de Ginebra a acoger y dar asilo a las personas que huyen –no por razones económicas sino por razones políticas–». «Es evidente que tenemos que tener nuestra cuota de responsabilidad pero tampoco tenemos que ser los más listos de la clase, tenemos que hacerlo en coordinación con la UE».

No en vano, el miedo a la llegada de un elevado flujo de inmigrantes vuelve a preocupar a las potencias que conforman el viejo continente. Ante la patente crisis humanitaria, social y política que vive Afganistán son muchos los que intentan e intentarán salir desesperadamente del país, ahora en manos del talibán y su doctrina extremista.

Repartir en función de la capacidad

El paso de los refugiados en las instalaciones españolas es temporal, ya que aquellos que todavía permanecen allí deben tramitar su solicitud de asilo a un Estado de acogida –ya sea España u otro, como podría serlo Estados Unidos–. De hecho, el presidente Pedro Sánchez aseguró el pasado viernes que la intención es que permanezca en funcionamiento una semana más. Tras la situación de 2015, ahora es importante no dejar a los afganos a su suerte ya que, sin ayuda humanitaria urgente, comenzarán a desplazarse. «La cuestión es que hay que repartir en función de la capacidad que tiene cada país porque si no lo que creas son guetos donde no se atienden bien las necesidades de los refugiados y se crean, además, presiones xenófobas», dice el exministro Margallo. «Hay que tener en cuenta la renta por cápita pero también las posibilidades de empleo ya que es mejor que se instalen en un sitio en el que pueden trabajar y donde no haya paro», dice Margallo.

2.206 afganos en Torrejón

Según el último recuento del ministerio de Interior, un total de2.206 afganos aterrizaron en la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid) tras ser evacuados desde el aeropuerto de Kabul desde el pasado día 19, de los que 1.717 han pedido asilo en España. «Hay que tener cuidado porque las presiones migratorias van a ser unos de los fenómenos de la próxima década», advierte el ex ministro Margallo.

Por su parte, el diplomático español, Inocencio Arias, critica que el «hub» se convierta solo en una zona de tránsito. «Es bonito pero tiene mucho de simbólico, el tema es quién los acoge». Según la información gubernamental, de los más de dos millares de personas evacuadas, 1.658 son colaboradores afganos de España, 36 cooperantes de la UE, 50 cooperantes de la OTAN, 19 de Portugal y un cooperante de la ONU. De ellos, un total de 718 afganos han sido ya derivados a centros de acogida del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones y distribuidos entre catorce comunidades autónomas. Cataluña y Castilla y León son las dos que más ciudadanos de Afganistán han acogido –121 cada una–, seguida de Madrid (68).

En opinión del diplomático, considera que es un «gesto pertinente, pero insuficiente». A su juicio, lo importante en esto momentos es evitar que la más que probable crisis de refugiados como consecuencia de la caída de Afganistán genere otro flujo migratorio desde el país centroasiático hacia países europeos o hacia países limítrofes.

Alberto Priego, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia de Comillas y experto en Medio Oriente, Islam y Diplomacia, asegura que la probable crisis migratoria que está por llegar «no tendrá el mismo alcance que la de 2015» cuando en Siria también se declaró un califato después de que los yihadistas de Daesh se hicieran con el control del país. «Estamos más lejos y no saldrá el mimos flujo porque de Siria salieron millones». A diferencia de lo ocurrido entonces, en Afganistán «hay que sacarlos» por lo que al estar más lejos, la crisis migratoria «será menor».

No en vano, Afganistán lleva sumida en una crisis política y de refugiados más de cuatro décadas, con su correspondiente flujo migratorio. De hecho, según el experto, la mayor parte de las personas que huyan de la barbarie yihadista se quedarán en Pakistán o en Irán, principalmente.

Crecimiento de partidos xenófobos

La otra gran consecuencia política será el rédito que puedan sacar los partidos xenófobos de esta crisis. Estas formaciones, sin duda, tratarán de hacer política con la inmigración. Ya sucedió en 2015 cuando el flujo migratorio derivado de la crisis siria alimentó el crecimiento de los partidos xenófobos que se revolvieron contra la presencia de refugiados.

Sin una política de asilo común en todos los estados miembros, la decisión española de convertirse en un importante punto de tránsito de los refugiados afganos quitó presión a otros países europeos. A diferencia de lo que ocurrió cuando se desató la guerra en Siria y los millones de personas que huyeron de allí encontraron abierta la frontera con Turquía, ahora el país euroasiático se está blindando a toda marcha.

Con un escenario totalmente diferente a entonces, los expertos consultados aseguran que la gestión de la llegada de refugiados marcará la agenda política en los próximos meses en los que se prevé que se los flujos migratorios aumenten también en otras rutas migratorias.