El fotógrafo del 23-F
“Si me descubren el carrete ya he acabado con mi vida”
Entrevista con Manuel Pérez Barriopedro, fotoperiodista del 23 F
Manuel Pérez Barriopedro vivió el momento álgido de su carrera profesional el 23 de febrero de 1981. Siguiendo los automatismos adquiridos tras muchos años de experiencia logró capturar el instante de Tejero, pistola en mano, en la tribuna de oradores del Congreso aquella legendaria tarde. Tras escamotear el carrete con las “pruebas del delito” en un zapato, salió del Hemiciclo y positivo con sus propias manos una fotografía histórica.
¿Dónde estaba exactamente cuando empezó el fuego de ametralladoras en el Congreso?
Bueno, estábamos igual que ahora, eso no ha cambiado, ha cambiado un poco la forma; hay dos tribunas, a derecha e izquierda del hemiciclo, dentro del hemiciclo, y estaba digamos viendo desde la presidencia en la parte de la derecha. Con lo cual yo tenía frente a mí a la oposición, que en aquel entonces era el partido socialista. La agencia EFE tenía la posibilidad de tener dos fotógrafos, uno en cada tribuna, para tener los diferentes ángulos tomados. Y justamente, el otro compañero mío, le comenté, somos los dos que hicimos fotos aquella noche, los que conseguimos sacar los carretes del hemiciclo.
¿Puede relatarnos los sucesos como los recuerda desde las 18:23 como si nadie hubiera visto el vídeo?
Yo estaba cubriendo política en aquel entonces. Mi mayor trabajo era presidencia del Gobierno y Parlamento. Hay que tener en cuenta que en aquella época existía un solo edificio, que es el que ahora conocemos con los leones. Éramos como una familia entre los diputados y la prensa. Podías convivir, ellos no tenían escapatoria. Y nosotros tampoco. Con lo cual nos permitía hacer determinadas fotos que ahora prácticamente es imposible hacerlas. Hay un pasillo que bordea el hemiciclo, y entonces se estaba construyendo la M30 en Madrid, y entonces se ha quedado con ese nombre, la M30. Y ahí es donde tanto el Gobierno como la Oposición pactaban, en ese círculo de la M30. Y ahí es donde podíamos hacer las fotos. O podíamos hacer fotos en la cafetería, o en los diferentes salones que tiene. Porque ya te digo que era solo un edificio.
Cuéntenos qué es lo primero que ve. Como si fuera alguien que no ha visto las imágenes de vídeo.
Bueno, en el hemiciclo se estaba celebrando la investidura del Nuevo Presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, este hombre no había conseguido la mayoría de votos en la anterior votación y tuvo que esperar hasta el lunes para hacerse con una mayoría mitad mas uno. Y conseguiría ser Presidente del Gobierno. Esa tarde se iba a presenta para nosotros bastante aburrida al ser una votación nominal, las puertas del hemiciclo permanecen cerradas. Sobre las 6.20 de la tarde, desde mi posición escucho unos gritos, unas voces altas, no sabría decir exactamente porque no eran legibles las voces. Pero sí que no eran normales, era una cosa extraña lo que ocurría fuera del hemiciclo. En ese momento yo me pongo en pie, dirijo la cámara hacia la puerta mas próxima cuando de una patada aparece un guardia civil ahí es la primera foto que consigo hacer. Ahí un ujier intenta impedirle la entrada y aparece un Guardia Civil con metralleta.
Es ese el momento donde empieza el golpe propiamente dicho...
Exacto. Justamente por la puerta nuestra vuelven a entrar más guardias civiles, se oyen voces de quieto todo el mundo y yo sigo mirando hacia aquella parte contraria y veo que aparece, a través de la cámara veo un tricornio , y veo un rostro que sube hacia la Presidencia. Paranosotros era una persona conocida, Tejero. Enseguida tomaron posiciones, en la Tribuna donde estaba el presidente, ahí se dirige Tejero, le mira, le apunta y en ese momento empiezan los disparos. Yo sigo haciendo fotos cuando veo que desaparece todo el mundo. Era algo como de película. De repente ver que habían desaparecido todos los diputados. Yo sigo haciendo fotos y en el momento que Tejero dice “Alto Alto Alto Alto que vais a dar a los nuestros”.
En ese momento las 13 fotos ya estaban hechas, ¿verdad?
Si. En ese momento yo bajo la cámara e inmediatamente veo que había que salvar aquellas fotos. Rebobiné enseguida la cámara para sacar el carrete que tenía dentro y ya a parir de ese momento estuvimos vigilados a menos de un metro por Guardias civiles que se hacían relevo cada 5 o 10 minutos. Se fueron un momento. Yo nunca pensé que no se... eran las dudas, si aquello era real, o estábamos viviendo un sueño, o una película, no se, no sabría decirte en ese momento que es lo que pasó por mi cabeza. Fueron pasando los minutos y las horas y evidentemente nos dimos cuenta de que era un golpe de estado. Y no se , en el transcurso del tiempo allí ocurrieron hechos que lamentablemente no se pudieron fotografiar porque ya estábamos permanentemente vigilados.
Y usted hace esas fotos al principio, rebobinas el carrete, y lo guardas en el bolsillo.
Me lo guardo en la mano, no me dio tiempo a esconderlo en ningún otro sitio. Yo lo guardé en la mano y evidentemente nos obligaron a dejar las cámaras en el suelo, a los pies nuestros. Pero yo mantuve el carrete durante mucho tiempo porque ya te digo que estábamos permanentemente vigilados por guardias civiles armados. En el transcurso de las horas pues había que guardar aquello en algún sitio, no se si íbamos a poder salir, a qué hora ni cuando, pero había que esconder aquello. Los compañeros que yo tenía al lado vieron todos mis movimientos, y muchas veces me decían: “nos van a matar por tu culpa”. Intenté que me dejaran cambiar de postura por si había un momento en que el hueco del zapato me permitía guardar el carrete, y dije bueno, pues vamos a ver y poco a poco fui bajando la mano hasta que conseguí guardar el carrete debajo de la planta del pie y ahí lo mantuve hasta que nos dejaron salir allá por las 10-11 de la noche mas o menos.
¿Y en ese momento, qué sucede con el carrete?
Ten en cuenta que hace cuarenta años teníamos cámaras analógicas, cámaras de carrete, no había posibilidad de salir de allí, no había teléfono móvil, no había forma de comunicarnos con el exterior y qué estará pasando fuera. Y los que estaban fuera pensaría que qué estaba pasando dentro, así que era una situación durante mucho tiempo donde no supimos que es realmente lo que estaba pasando. Allí entraban oficiales miraban, con curiosidad. Se quedaron sorprendidos, hoy en día se puede visitar el Congreso en muchas ocasiones en el trascurso del año, pero en aquel entonces …
Y después de que consigues salir de ahí, que ha sido como a las 10.30-11, qué hace?
Pues yo salía pensando en que me podían descubrir porque claro en aquel entonces había ya unos arcos de seguridad de metal y salimos con las manos visibles, las cámaras se quedaron allí dentro del hemiciclo. Yo creo que los oficiales y los Guardias Civiles no se dieron cuenta de que nosotros éramos fotógrafos, de que estábamos allí haciendo la labor de periodismo, y pensaron que éramos diputados porque justamente estábamos un poco mezclados, y yo salí de allí pensando en que el detector iba a sonar. “Bueno, si suena y me descubren, ya he terminado mi vida”, pensé. Pero afortunadamente salí por el arco. Salimos a la calle lo recuerdo perfectamente.
¿Qué aspecto tenía el Congreso desde fuera?
La sorpresa nuestra fue ver la cantidad de coches militares que había en la puerta. Ya entonces yo tenía como la mayoría de los ciudadanos un 600, y lo había dejado en la calle próxima al congreso que nos permitían aparcar con una credencial especial y tuve que decir a los militares que por favor me dejaran salir que me tenía que marchar y tuvieron que mover los vehículos. Yo bajé y llevé, recuerdo perfectamente que llevé a un par de compañeros que no tenían coche para ver si podían conseguir un taxi y sorprendentemente en la calle que pasa por Cibeles toda la castellana hacia arriba el tráfico era normal para esas horas. Sobre las 11-11.30 el tráfico era menor, pero había movilidad, los autobuses funcionaban. Eso realmente nos sorprendió a todos.
¿Qué ambiente reinaba en el interior de la Agencia Efe?
Pregunté al llegar si había alguien, si estaban dentro. No, aquí no ha venido nadie, me dice. Sorprendentemente, la agencia no fue tomada por el Ejército ni nada, ni Policía ni nada. Llegué a la redacción, nos abrazamos los compañeros, nos preguntaron qué tal estábamos. Entonces tranquilamente nos metimos al laboratorios. Lo que sí hice fue positivar yo mismo, quise ser responsable de las fotos que había hecho. Yo sabía que fotos había, lo que no sabía era realmente la fuerza que tenían las fotos. Y eso es un poco la historia.
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