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Opinión

El desconcierto interesado para las titulaciones de Ingeniería

Las universidades mas prestigiosas del mundo en Ingeniería ofrecen Grados de 4 años perfectamente habilitados y con las máximas salidas profesionales

La junta directiva de INGITE La Razón

Llevamos unos meses con los teléfonos colapsados y el buzón lleno de mensajes, por la preocupación de padres e hijos a la hora de elegir una titulación de Ingeniería que les permita ejercer como tales. No conciben, y yo tampoco, que con la legislación actual, se estén ofertando titulaciones de Grado en Ingeniería que posteriormente no te permitan ejercer la profesión regulada, es decir, firmar proyectos, dirigir obras e instalaciones, certificar, optar a plazas de la función pública, ser responsables técnicos en empresas, etc…, es decir, lo que en palabras textuales de la mayoría de ellos, denominan “estafa”, y que yo me permitiré, no suscribirlo, por lo menos de forma generalizada.

Si a cualquiera de los lectores les preguntasen que profesión ejercerían si estudiasen un Grado en farmacia, veterinaria, medicina, económicas, enfermería, fisioterapia, psicología, óptica, derecho, etc…, no dudarían en asociarlo a las profesiones reguladas que reconocen, y estarían totalmente en lo cierto, lo cual y para las titulaciones de Grado en Ingeniería, no tiene validez.

Y para esta cuestión, que puede resultar de difícil comprensión para aquellos que no se encuentren familiarizados con el entorno de las titulaciones y las profesiones reguladas, y lo que supuso la reforma de Bolonia, trataré de expresarlo con la mayor claridad posible, que ayude a entender lo incomprensible y sobre todo el por qué y el quien.

Las profesiones reguladas están definidas por el Estado Español y se reservan para ellas una serie de actividades que tengan especial incidencia en la seguridad y salud de las personas, flora, fauna, patrimonio histórico, etc…, aplicando los principios de proporcionalidad europeos, y para ello, se fijan unos contenidos mínimos que deben contener las titulaciones (Orden CIN) para que den acceso a dichas profesiones. Esta orden, y como ejemplo para el acceso a la profesión de Ingeniería Técnica Industrial, fija 60 ECTS de formación básica de la Ingeniería, otros 60 ECTS correspondientes a la rama industrial, y 48 ECTS correspondientes a cada una de las tecnologías específicas (mecánica, electricidad, química industrial, electrónica y automática industrial y textil), quedando 12 ECTS para el TFG y otros 60 ECTS hasta completar los 240 ECTS, a criterio de cada una de las universidades.

De tal forma que cursando cualquier titulación que cumpla esta Orden (se llame como se llame), se tendría acceso a la profesión regulada de Ingeniero Técnico Industrial, y se tendrían las atribuciones profesionales que determina la Ley 12/86, la Ley de Ordenación de la Edificación y otras muchas legislaciones y reglamentos.

Si nos ceñimos a la literalidad de lo establecido por la reforma de Bolonia y lo establecido por ella en el R.D. 822/2021, nos encontramos de forma clara que los títulos de Grado han de ser generalistas y que conduzcan al desarrollo de actividades de carácter profesional (art. 13.1), y por otro, que la denominación de los títulos no debe inducir a confusión con relación a sus efectos profesionales (art. 13.2).

Pues bien, en la Ingeniería está ocurriendo todo lo contrario, dado que por un lado están proliferando las titulaciones de Grado en Ingeniería especialistas (energía, materiales, automoción, robótica, ambiental…) que además no se identifican con la profesión a ejercer, dado que no son títulos habilitantes por no cumplir la Orden CIN correspondiente.

Y pondré algunos ejemplos muy claros, un Graduado en Ingeniería de la energía no puede firmar en la actualidad un proyecto de una instalación fotovoltaica, de baja tensión, eólica, etc..., o un Graduado en Ingeniería de automoción no puede firmar un proyecto de reforma de vehículos, o un Graduado en Ingeniería de Materiales no podrá firmar un proyecto de estructuras, o …

Pero por si fuese poca la confusión anterior, también indicaré que existen numerosas titulaciones con la misma denominación pero cursadas en diferentes Universidades, p.e.j. Graduado en Ingeniería Química, Graduado en Ingeniería Mecatrónica, Graduado en Ingeniería de la Energía, que unas son habilitantes y otras que no lo son, por lo que queda muy claro, que la titulación académica en Ingeniería no te identifica en ningún caso profesionalmente, y obviamente está generando una extraordinaria confusión en la sociedad.

Esta situación que llevamos advirtiéndola desde hace más de una década, sigue agravándose, y en la actualidad ya hay más titulaciones de Grado en Ingeniería especialistas y no habilitantes que habilitantes y generalistas, y más de 200.000 entre titulados y estudiantes matriculados en Grados NO habilitantes, sin que ninguno de los responsables de esta situación ofrezca explicaciones o soluciones.

Y es el momento de analizar las consecuencias, que además tienen muchas variables. La primera es la frustración de muchos titulados que conocen la realidad cuando han terminado sus estudios y que derivará en la necesidad de ampliar la formación con otros títulos de Grado habilitantes o Másteres y el consiguiente esfuerzo económico y personal, además de la incorporación tardía al mercado de trabajo. La segunda y en el caso de que decidan incorporarse al mercado laboral, serán las limitaciones que tendrán no solo a la hora de ejercer profesionalmente sino también a la hora de elegir, dado que necesariamente deberán ceñirse al ámbito de su especialidad, restándoles posibilidades y oportunidades.

La lógica invita a pensar, como así también indica la propia legislación, que primero viene la generalidad y después la especialización, que además debería ser siempre bajo la libertad del titulado y en función de sus intereses personales y profesionales, algo que créanme, con esta situación se les está hurtando, ya que quedarán restringidos a un determinado ámbito, que en función de las circunstancias podrá tener mejores o peores expectativas.

Y digo yo, que puedo estar equivocado, ¿no sería mucho mas beneficioso para los titulados y para la sociedad, el que se ofreciesen títulos de Grado en Ingeniería habilitantes y generalistas, con amplios campos de salidas profesionales y posibilidad de elegir, que verse condicionados y limitados?

La respuesta la tengo muy clara, a diferencia de los responsables de esta situación, a los que no me corresponde juzgar, pero sí exigir al menos, que informen debidamente a sus futuros estudiantes y ofrezcan a la sociedad, profesionales que tengan la capacidad de adaptación que necesitan las empresas.

Pero lo cierto y verdad, es que la situación actual está derivando en un modelo que además de la confusión generalizada y que muy pocos entienden, obedece a intereses ajenos a la propia sociedad, que está invirtiendo el ciclo normal (Grado especialista No habilitante-Máster generalista habilitante), con el aparente objetivo de alargar la formación y de paso condicionar las opciones de elegir de los titulados, algo que va en contra de la competitividad de cualquier sociedad.

De hecho, hasta se han creado unos Grados en Ingeniería ad-hoc (Tecnologías) para que únicamente conduzcan a la realización de un determinado Máster, y que como les parecía poco y no tenían la respuesta deseada, permiten que se acceda al Máster sin haber terminado el Grado, algo que distorsiona claramente con la superación de niveles académicos y el rigor y la meritocracia que deberían imperar.

Y para los que piensen que las Ingenierías han de ser de 6 años, solo hace falta mirar en nuestro entorno para comprobar que la mayoría de países europeos tienen una formación académica bachelor of engineering de 3 años (+1 Máster), y que las universidades mas prestigiosas del mundo en Ingeniería (MIT, Stanford, Cambridge, ETH Zurich, Imperial College London, Oxford, Berkley…) ofrecen Grados de 4 años perfectamente habilitados y con las máximas salidas profesionales.

Por tanto, y como no considero que los españoles tengamos menos capacidades de aprendizaje ni que nuestras universidades tengan menos habilidades o recursos para trasladar conocimientos, nos encontramos ante la necesidad de un cambio de modelo que rompa definitivamente con el modelo español de Ingeniería del siglo XIX, que genere certidumbres y competitividad, y por ende más vocaciones, en unas profesiones que resultan imprescindibles para la transformación y el progreso de la sociedad, lo que debe ser al fin y al cabo el “único interés”.

Jose Antonio Galdón Ruiz es presidente de INGITE