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Valencia

Singularu, una pequeña idea convertida en «joya» empresarial

De conectar a artesanos con los clientes, a vender sus propios diseños «on line» y en tienda.

Los fundadores de Singularu, Paco Tormo y Cristina Aristoy, en la tienda que la firma ha abierto en el centro de Valencia larazon

De conectar a artesanos con los clientes, a vender sus propios diseños «on line» y en tienda.

Diciembre de 2013, poco antes de Navidad. Dos jóvenes valencianos, Paco Tormo y Cristina Aristoy, deciden montar un «market place», una especie de mercadillo donde los clientes podían solicitarle a un artesano desde joyas hasta muebles, pasando por forja o vidrio, prácticamente cualquier artículo, eso sí, elaborado por verdaderos artistas en la materia. Pretendían ser una especie de intermediarios entre los deseos del cliente final y el productor.

Hoy, cuatro años después, aquella idea inicial se ha convertido en Singularu, una joven pero muy potente marca de joyas que crece a un ritmo exponencial. La facturación este año será de 1,4 millones de euros, pero los planes de empresa de Paco y Cristina sitúan la cifra en los 20 millones de euros en 2020, lo que ellos han llamado «el plan 20 en 2020». «Sí, como el de la Unión Europea», bromea Tormo, periodista de formación, pero que se ha acabado convirtiendo en uno de los dos cerebros de la compañía, si bien Cristina sería más el corazón, puesto que los diseños de las joyas que se venden en la actualidad son suyos.

Después de que un ejecutivo de la prestigiosa consultora PwC les asegurara que su proyecto como intermediarios entre el cliente y el artesano tenía los pies de barro, Cristina y Tormo barajaron dos opciones: continuar con la idea a pesar de todas las incertidumbres o cambiar radicalmente el proyecto. Tras exponer diseños de Cristina en su página web junto a los de otros diseñadores con los que ya estaban trabajando y comprobar que los de la joven valenciana contaban con mucho más apoyo del público, lo vieron muy claro.

«La decisión fue muy fácil, porque los diseños de Cristina se vendían mucho más rápido que todos los demás juntos». Así nace Singularu como lo que es hoy, una nueva marca de joyas de venta por internet aunque con una peculiaridad, y es que los propios clientes son los que piden los diseños que desean, una especie de joyas a la carta, «un Zarita de las joyas», en palabras del propio Paco.

A partir de ahí iniciaron su nueva andadura, siendo 2015 un año clave, punto de inflexión. En primavera de aquel año entraron a formar parte de la incubadora empresarial Lanzadera, propiedad del presidente de Mercadona, Juan Roig. «Entramos proyecto y salimos empresa», asegura Tormo. El apoyo de Lanzadera fue lo que hizo posible que Singularu hiciera frente a la desmesurada y sorprendente demanda que recibieron el Black Friday de aquel año, en el mes de noviembre.

El viernes a mediodía habían vendido ya lo que esperaban facturar en sus mejores previsiones. El lunes por la mañana, el llamado Cibermonday, después de un fin de semana de locura de ventas, tenían que producir 1.900 unidades de producto y no contaban con nadie con esa capacidad para dar respuesta. Ahí fue cuando Lanzadera les puso en contacto con la fábrica de joyas más grande de España. «En quince días nos fabricaron todas las joyas».

Desde aquel momento siguieron creciendo, abandonaron la seguridad y asesoramiento de la incubadora de empresas y salieron a mar abierto. De buscar una nave industrial para oficinas, acabaron abriendo una coqueta tienda en el centro de Valencia (calle Conde Salvatierra, 33), un punto de venta pero también un punto de encuentro entre los clientes y quienes hasta ahora les han atendido a través de internet, entre los clientes y la propia diseñadora.

La idea es que cuando los sistemas de pago a través del móvil lo permitan, los clientes puedan entrar, adquirir lo que desean y llevárselo sin tener que pasar por la caja. «Queremos que las personas que trabajan en la tienda sean asesores del cliente, no que les cobre». Es decir, el modelo de venta que Amazon ha puesto ya en marcha en Nueva York y que en China está a la orden del día.

En la actualidad, un equipo de 18 personas entre diseñadores de producto, encargados de tienda y trabajadores de la misma, responsables de marketing y logística, administración y finanzas y un director de negocio, conforman el equipo de esta pequeña gran empresa que aspira a convertirse en diez veces lo que es en la actualidad. Por el momento este año han empezado a vender en Francia, Italia, Alemania y Gran Bretaña, donde facturan ya más de lo que vendían en España hace dos años.

En 2018 abrirán puntos de venta en nuevas ciudades españolas y se atreverán incluso con uno o dos países nuevos. Un proyecto imparable que no ha hecho más que empezar.