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Marcos de Quinto: “Si sales bien de cualquier sitio siempre dejas una puerta abierta a volver”

Número 2 en la lista de C's por Madrid, analiza su exitosa carrera profesional en Coca-Cola en su primer libro «Notas desde la trinchera» (Deusto)

Marcos de Quinto / Foto: Luis Díaz
Marcos de Quinto / Foto: Luis Díazlarazon

Número 2 en la lista de C's por Madrid, analiza su exitosa carrera profesional en Coca-Cola en su primer libro «Notas desde la trinchera» (Deusto).

Que Marcos de Quinto es ahora una de las piezas fundamentales de C's es algo que nadie duda, pero antes, como sabe tanta gente, desarrolló una exitosa carrera profesional en Coca-Cola, que analiza hasta la extenuación en su libro «Notas desde la trinchera» (Deusto). Una vez más, el ex vicepresidente ejecutivo y director mundial de marketing de la potentísima empresa hasta hace bien poco, ha decidido no callarse nada y compartir sus fórmulas para triunfar. Que nadie se espere las habituales.

–Supongo que llevaría usted con este libro mucho tiempo pero, has salido justo en plena campaña electoral...

–Llevaban dándome la lata con el libro –lo digo en sentido cariñoso– unos siete años. Y entonces, cuando dejé todos mis cargos en Coca-Cola, en agosto de 2018, ya no tenía excusas. Lo acabé en Lisboa en diciembre. No tenía ni idea de que iba a entrar en política cuando el libro ya estaba en galeradas.

–¿Tan poco premeditada fue su decisión de entrar en política?

–Siempre estuve muy interesado en la política y conozco a políticos de todos los sitios, pero nunca he pertenecido a ningún partido. De hecho sigo siendo independiente. Después de dos comidas a solas con Albert Rivera me propuso involucrarme en su proyecto y acepté. Lo que no sabía es que me colocaría de número 2 en las listas de Madrid. Esa sorpresa me la dio una semana antes de que se anunciara.

–Habla en su libro del éxito, del miedo y de la desobediencia, pero no da recetas...

–No es un libro de autoayuda. Yo no consumo esos libros y no me gustan. Yo comento lo que he sentido y he hecho y cómo he vivido mi vida, pero no trato de que nadie viva la mía. Si le dijera a la gente que no tuviera miedo y desobedeciera me tendría que responsabilizar si mañana les pusieran en la calle. Y no se trata de eso.

–Pero sí anima, por ejemplo a disfrutar del camino en vez de obsesionarse con la meta.

–Y a pensar. Trato de que la gente lea y piense en sí misma y en situaciones. Tanto los que las han vivido como los que no, para que sepan que hay otras maneras de enfocar la vida profesional, que no es simplemente la de la obediencia y la disciplina. Pero es una elección. A veces la confortabilidad puede estar en obedecer las cosas independientemente de que tengan o no sentido. No ha sido mi caso.

–Usted entró, salió y volvió a entrar de Coca-Cola. Pocos se hubieran atrevido.

–Cuando lo hice –para dirigir una agencia de publicidad– muchos me dijeron que estaba loco. Pero luego me volvieron a llamar de Coca-Cola para reengancharme. Hay cosas que también tienen un poco que ver con la suerte. Es posible que mi vida profesional hubiera sido distinta si no me hubiese ido, pero a veces tienes que salir, esa es mi recomendación. Si sales bien de cualquier sitio siempre dejas una puerta abierta a volver.

–¿También en la política?

La política tiene que cambiar muchísimo. La sociedad evoluciona bastante más rápido que los partidos y las instituciones y hay que dar un gran cambio.

–¿Qué instituciones encuentra que están más atrasadas?

–Por ejemplo, los sindicatos. Son fundamentales en cualquier país y apoyo su existencia, pero creo que han sido muy poco dados a avanzar. Hay una gran desafección hacia ellos por parte de los jóvenes, que no se sienten representados. Y en cuanto a la mujer, todos los temas de brecha salarial o acoso han surgido del movimiento feminista y no de los sindicatos.

–Hablemos de equipos. Importantes en la política, en las empresas y en la vida. Según usted, «trabajar con pura sangres no es tarea fácil, pero si consigues que no se muerdan entre ellos y que galopen en la misma dirección volarás»...

Generalmente la gente con mucho talento es muy especial. Meter a Messi y a Ronaldo en el mismo banquillo sería complicado. Hay gente más dócil, pero yo siempre he querido tener a los mejores, incluso si estaban un poquito «pa’llá». Hay quien, en vez de pura sangres prefiere tener muchas y que vayan todas en la misma dirección. Es más confortable, pero así no se hacen cosas grandes.

–¿Hay mucho pura sangre en la política?

El primer parlamento de la democracia, en el 78, creo que estaba formado mayoritariamente por profesionales: arquitectos, médicos..., todos venían con sus oficios detrás y habían estado en la política, sí, pero en la clandestinidad. Desde entonces hasta ahora se han instaurado los profesionales de la política o profesores de Ciencias Políticas de determinada universidad que se creen que como han estudiado esa carrera ya son profesionales de la política y los asientos del congreso les pertenecen. Me llamó la atención que sorprendiera que yo me metiera en política habiendo gerenciado y sido vicepresidente ejecutivo de una compañía mundial muy importante, cuya facturación supera los presupuestos de cualquier comunidad autónoma. Sin embargo no sorprende que el presidente de Correos tenga como único mérito haber sido secretario personal de Pedro Sánchez y que en su vida haya gestionado nada y ahora tenga que gestionar una empresa con 50.000 empleados, que compite ni más ni menos que con Amazon.

–¿El márketing emocional supera al racional?

El racional está absolutamente superado. Las emociones son las que nos mueven y luego las razones nos justifican. Te compras unos zapatos porque te encantan, te entran por los ojos y por el corazón. Y una vez los pagas, empiezas a auto venderte razones racionales por las que valen lo que has pagado: son más resistentes, van a durar más...

–¿Votamos más con el corazón que con la cabeza?

–Espero que esto vaya para menos, pero generalmente una persona se siente emocionalmente vinculada a una ideología y racionalmente consume solo aquello que apoya lo que emocionalmente siente. Y cuando hay un discurso que va en contra de lo emocional –sea en redes, en informaciones o en lo que sea– lo rechaza.