Economía
Economía «de» y «para» la guerra
Si la UE va a gastar 800.000 millones para rearmar Europa tocará también apretarse el cinturón en otras partidas, porque lo de dar a la máquina de fabricar billetes no es algo infinito

Desde que puse el pie por primera vez en Bruselas, varios años antes de la adhesión de España a la entonces Comunidad Económica Europea (CEE), escuché una máxima o lema que tenían ya entonces los más viejos del lugar, expertos en los asuntos comunitarios, que podría resumirse en la siguiente frase: la Comisión Europea y los Estados miembros solo toman decisiones sobre asuntos importantes cuando la situación es grave, están muy presionados y se encuentran entre la espada y la pared. Y, en apariencia, esto es lo que está sucediendo estos días con la iniciativa para “rearmar Europa” y poner en marcha una política de seguridad y defensa común. La formación del nuevo Gobierno en Alemania nos da una idea clara de por dónde van a ir los tiros. Nos encontramos en puertas de una economía “para” la guerra, movilizando durante los próximos años en toda la UE hasta 800.000 millones de euros para gastar, por ejemplo, en la producción de armamento, entendido en sentido amplio. De esa cantidad, 650.000 millones corresponderían a los Estados miembros, para lo que la Comisión Europea flexibilizará las normas fiscales y del gasto de las capitales. Los otros 150.000 millones de euros llegarían por la vía de la deuda y los prestamos mutualizados, siguiendo el ejemplo de lo que ya se hizo con el Fondo de Recuperación tras la pandemia.
En eso consistiría básicamente la economía “para” la guerra. Que se financiaría dando a la máquina de producir dinero, a los préstamos y, mucho me temo, que a también a la subida de la carga fiscal que ya resulta asfixiante. Durante los últimos días se ha repetido como un mantra aquello de aumentar el gasto en defensa y seguridad, pero sin tocar el gasto social. ¡Ojalá se pudiese hacer!, pero los recursos son limitados. Llega un momento en el que por muchos impuestos que se pongan no se recauda más; los economistas y expertos en política fiscal lo saben perfectamente. Por lo que habrá que convenir en que, si queremos una economía “para” la guerra, tocará también poner en marcha una economía “de” guerra, entendida como la necesidad de apretarse el cinturón también en otros capítulos del gasto, porque lo de dar a la máquina de fabricar billetes no es algo infinito. Asió comienza hoy esta primavera guerrera.