Vivienda
La locura de encontrar casa y poder pagarla
La receta tiene todos los ingredientes para el desastre: precios disparados, financiación mucho más cara y un intervencionismo gubernamental que sólo empeora el problema del alquiler
España es tradicionalmente un país de compradores, a diferencia de lo que ocurre con muchos de nuestros vecinos europeos. Y aunque el alquiler haya ido ganando terreno en los último años -por obligación casi siempre-, adquirir una vivienda en propiedad es una de las máximas aspiraciones de la mayoría de la población española, que prefiere un “hipotecón” para tener algo el día de mañana, que “tirar el dinero a la basura” con un alquiler, frase que seguro que todos hemos escuchado en incontables ocasiones. Comprar una casa nunca ha estado al alcance de todo el mundo. De toda la vida, el alquiler era la salida natural de todos esos que querían comprar, pero no podían. El problema es que ahora, ni lo uno ni lo otro.
La receta tiene todos los ingredientes para el desastre: precios disparados, financiación mucho más cara y un intervencionismo gubernamental que sólo empeora el problema. Como todo, esto va por barrios, aunque en todos cuecen habas. Sí, ya sabemos que comprar casa en el centro de Madrid ha sido siempre y será sólo para unos pocos elegidos. En la almendra central, dentro del anillo de circunvalación cuya frontera es la M-30, el precio medio de una vivienda es de 475.000 euros, que son en realidad 50.000 euros más al sumar impuestos y gastos varios. Suponiendo una hipoteca por el 80%, con los tipos actuales se va a unos 1.800 euros al mes durante 30 años, más 150.000 a tocateja para empezar a hablar.
Obviamente, hay sitios inmensamente más baratos y no todos podemos -ni queremos- vivir en el centro, como explicaba hace poco el profesor Gonzalo Bernardos ante el acoso de la izquierda mediática a todos esos “pijoprogres” que casi exigen vivir en Malasaña y trabajar a dos paradas de metro o 10 minutos en patinete. No está fácil la cosa, ni el centro ni fuera de él, ni comprando ni alquilando. Aunque como he dicho comprar nunca ha sido para todo el mundo, el drama del alquiler -escaso y carísimo- se está viendo agravado de manera directamente proporcional a la forma en que el Gobierno mete mano en el mercado.
Topar al 2% las subidas a los inquilinos suena bien, claro. Pero lleva letra pequeña. Como siempre, hecha la ley, hecha la trampa. Efectivamente no se puede subir el alquiler más allá de ese 2%, mientras dure el contrato. ¿Qué están haciendo los propietarios para asegurarse unos ingresos acordes a la inflación? No prorrogar contratos para firmar otros nuevos a precios de mercado y “pactar” duraciones más cortas que los cinco años que fija la ley para poder fijar el coste año a año como nuevos contratos. En definitiva, una proeza eso de encontrar casa.
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