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Crisis

El peligro del gas de la risa monetario

En un mercado adicto al exceso, se achacan los problemas a la normalización en vez de a la orgía de bajadas de tipos

Las mal llamadas políticas expansivas han dejado un reguero de deuda y exceso que está saltando en todas las economías ante una subida de tipos más que modesta y una normalización de política monetaria que llega tarde, lenta y mal. Lo triste es que, en un mercado adicto al exceso, la mayoría del consenso achaque los problemas a la normalización y no a la orgía indiscriminada de bajadas de tipos de interés y recompras de activos.

Me aterra que el mundo tenga el descaro de echar la culpa de la caída de la libra a un presupuesto mal hecho y peor diseñado, y no a los años de locura monetaria que hemos vivido mientras el balance de los principales bancos centrales superaba los 20 billones de dólares y nos adentrábamos sin control en el terreno de los tipos nominales negativos. No, el presupuesto de Truss no ha hecho que los fondos de pensiones británicos se vieran forzados a vender bonos, ha sido el famoso «margin call» cuando saltan los colaterales que llevaban desplomándose con la caída de los bonos.

La salvajada cometida en nombre de esas falsas políticas expansivas está desencadenando ahora un alud de agujeros que han sido provocados por el exceso previo. Lo único que nos puede evitar una crisis como la de 2008 es que está tan disperso que la «cadena de pequeños Lehman» puede evitar que se genere un colapso de crédito. El yen japonés caía a mínimos de treinta y dos años y el Banco de Japón lleva interviniendo la moneda tres semanas.

La caída de precio de los bonos japoneses es de un 28-30% en lo que va de año. Y Japón no sufre por el presupuesto de Truss. De hecho, si fuera cierto que el problema es Reino Unido, no se habrían desplomado de igual manera los bonos de España, Alemania, Italia, Francia, Japón y el euro, la corona noruega, la sueca de manera similar a la libra.

De hecho, si la pérfida Albión y el Brexit fueran los culpables, se habría beneficiado la eurozona y Japón con la salida de capitales de Reino Unido, y ha sido lo opuesto. Hablábamos de ruptura de colaterales y necesidades de cobertura cada vez más caras («margin calls») y el debate mediático se olvida que llevamos un año en el que estos problemas se están replicando en todo el mundo.

Según HSBC y una revisión reciente dirigida por tres de los principales reguladores del mundo, las llamadas de margen de variación diaria («margin call») de las cámaras de compensación centrales (CCP) aumentaron de alrededor de 25.000 millones de dólares a 400.000 millones de dólares solo en un mes, en marzo de 2020.

Los proveedores de liquidez requieren una mayor aportación de nuevas garantías que se solicitan porque las garantías existentes no son suficientes como para que se pueda mantener la misma cobertura y apalancamiento ofrecidos al cliente.

Los episodios de aumento de coste de cobertura de colaterales y ruptura de esos límites se han disparado en el mundo en 2022 ,de menos de 1.000 en enero de 2021 a más de 8.000 en el segundo trimestre del año, según LCH y HSBC. En la crisis del Covid-19 subieron a 2.000.

Como explica HSBC, los requisitos de garantías y margen determinan hasta qué punto los inversores y empresas pueden apalancar su propio capital.

En tiempos de bonanza, los requisitos bajos de garantía y margen permiten un mayor apalancamiento. Cuando se acumulan los problemas como los actuales, inflación elevada que requiere tipos más altos y un crecimiento pobre y endeudado, los requisitos aumentan rápidamente y ello crea presiones para acelerar el desapalancamiento. Los requisitos de margen inicial para «swaps» de tipos de interés de Reino Unido ya han aumentado un 65% desde el mini-presupuesto. Pero ojo, en activos de la eurozona han aumentado entre un 60% y un 70% también. Como explica HSBC: «Un nuevo sistema financiero se enfrenta a su primer gran desafío. En el camino, prepárese para muchas más “margin calls”». Y no le echen la culpa a que baje la marea. Culpen al tsunami creado por el exceso acumulado en años.