Mercado laboral
La creación de empleo, pendiente de los 85.000 millones ahorrados por la clase media
Solo el dinero embolsado durante la pandemia puede animar en cuatro décimas el mercado laboral, según el Banco de España
El mercado laboral da síntomas de agotamiento evidentes. Lo reflejan los datos y lo certifican organismos independientes como el Banco de España. “El aumento del empleo se habría situado ligeramente por debajo del que sería coherente con el comportamiento histórico de la afiliación en estos (tres primeros) meses. La evolución del empleo en el conjunto del trimestre llevaría a un nuevo descenso, aunque más moderado de la tasa de paro que el observado a finales de 2021″, destaca la institución en su extenso informe en el que rebajaba un 0,9% su previsión de crecimiento para 2022, hasta situarla en el 4,5%.
Los indicadores son múltiples y no son únicamente imputables a la invasión rusa en Ucrania, como en el caso del aumento de 3.600 trabajadores en ERTE no vinculados al Covid en marzo, un 26,4% más que en febrero, como consecuencia de la crisis logística del transporte y de los suministros internacionales. En marzo, según los datos de la Seguridad Social, 17.162 trabajadores, concentrados sobre todo en la industria, se encontraban en ERTE por causas económicas, técnicas, organizativas y de producción (ETOP) sin vinculación con los efectos de la pandemia. Este aumento no implica que el número general de trabajadores en ERTE no se haya visto reducido en marzo a 79.441 personas desde los 101.736 afectados de febrero, pero sí rebaja del descenso de 22.295 trabajadores en ERTE. Una tendencia que ya se vislumbraba desde principios de año, como certifica el Banco de España: “El descenso de los trabajadores en ERTE continuó, aunque a menor ritmo que en trimestres pasados”.
Paro y larga duración
Los números del mercado laboral, con una reducción del paro de apenas el 0,09%, doce veces inferior a la media de los meses de marzo, dejan incógnitas también para los jóvenes, cuya cifra de desempleados aumentó en 7.635 parados menores de 25 años más, en un mes tradicionalmente positivo para su despegue laboral por la Semana Santa y, sobre todo, para los parados de larga duración. En un informe de esta misma semana, Adecco remarcaba que España suma, por sí solo, tantos parados de larga duración como Suecia, Dinamarca, Finlandia, Polonia, República Checa, Hungría, Holanda, Austria, Rumanía, Portugal, Bélgica, Bulgaria, Grecia, Croacia, Chipre, Letonia y Lituania juntos.
Lo más preocupante es que por tercer trimestre consecutivo, ha crecido en España el número de parados de larga duración (aquellos que buscan empleo sin conseguirlo desde hace al menos dos años). Desde 2014 no se producían tres trimestres consecutivos con aumentos en el número de parados de larga duración.
De los 3,1 millones de parados que hay aún en España, en el trimestre analizado se han contado 912.000 desocupados de larga duración (26.600 más que hace un año). Los parados de larga duración equivalen al 27% del total, 3 puntos porcentuales más que al final de 2020 y la mayor proporción en un año y medio.
Aunque Grecia (40,6%), Italia (34,5%) y Bulgaria (28,4%) presentan una mayor proporción de paro de larga duración, las 912.000 personas que llevan en paro en España al menos dos años son el 30% del total de parados de larga duración de la UE.
Prestaciones
Como consecuencia del incremento del número de parados de larga duración, en el cuarto trimestre de 2021 se redujo, por tercer trimestre consecutivo, la cantidad de beneficiarios del seguro de desempleo, cosa que no ocurría desde marzo de 2019. De ahí que la proporción de parados cubiertos por una prestación disminuyera en cada uno de los cuatro trimestres de 2021, algo que no pasaba desde 2015. Así, solo un 67,1% de los parados está cobrando una prestación por desempleo, que es una proporción 2,9 puntos porcentuales más baja que la de un año antes.
Y las proyecciones no apuntan a una recuperación sino a un estancamiento del mercado laboral. La encuesta de actividad de las empresas españolas, realizada por el Banco de España y publicada también esta semana, no dejaba lugar a la duda: en el primer trimestre de 2022, las empresas españolas perciben una evolución menos dinámica de su actividad. Esta moderación es especialmente pronunciada en las ramas de servicios y de construcción. También se habría ralentizado levemente el dinamismo del empleo.
Todo esto en el supuesto “crucial” de una “respuesta moderada de los incrementos salariales a la inflación”, lo que evita que se desencadenen fenómenos de retroalimentación entre los crecimientos de los salarios y los precios finales y, por tanto, un agravamiento adicional del proceso inflacionario, con consecuencias adversas sobre la competitividad y el empleo.
Porque solo en ese supuesto seguirán creciendo entre 2022 y 2023 el número de horas trabajadas y de ocupados, “aunque su avance será menos intenso que el proyectado en diciembre”, según las proyecciones del Banco de España. Lo contrario, una reacción salarial desmedida, agravaría el “debilitamiento del mercado laboral” lo que no evitaría la reducción de la renta disponible de los hogares e incluso elevaría la inflación.
Consumo
Ante estos escenarios, la única tabla de salvación certera es que los españoles tiren del “extraordinario” ahorro embolsado durante los confinamientos, cuya magnitud estimada a finales de 2021 se situaba en el entorno de los 85.000 millones de euros, después de superar los 100.000 millones a finales de 2020. De hecho, el Banco de España estima que si se utilizan dos terceras partes de esa bolsa (el doble que en el escenario central), el aumento del consumo resultante generaría un incremento de los niveles de PIB y empleo de 4 décimas en 2022 y de otras dos décimas adicionales entre 2023 y 2024.
Parece inevitable que así suceda, como también han pronosticado la AIReF –que ha rebajado nueve décimas sus previsiones de crecimiento del empleo para este año, hasta el 2,9%– y BBVA Research, porque con tasas de inflación en dos dígitos hasta el verano, a los hogares no les quedará otra que recurrir a la práctica totalidad de ese ahorro adicional para sortear el día a día. Y eso sin tener en cuenta los sacrificios adicionales en las subidas de precios generales en todo el Viejo Continente que supondría el corte definitivo de las compras energéticas a Rusia, no solo de carbón, sino también de petróleo y gas natural.
Pese a todas las previsiones, el Gobierno retocará levemente la baja sus perspectivas de crecimiento (situadas en el 7% este año y en el 7,3% el que viene) pero mantendrá las del empleo. Así lo avanzó en el Congreso de los Diputados la vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, quien pronosticó que el dato de desempleo sí que será mejor de lo que todos los organismos independientes estiman, lo que dejará la tasa de paro por debajo del 13%.