Aerolíneas
Norwegian abandona las rutas de largo radio por el coronavirus
La compañía se centrará en los vuelos de corto radio ante la caída de la demanda y las restricciones
Norwegian saca la bandera blanca. La suya no es una rendición incondicional, pero sí muy significativa porque refleja las dificultades por las que está atravesando todo el sector aéreo. La aerolínea noruega ha anunciado hoy que va a dejar de operar vuelos de largo radio para centrar en las rutas interiores en su país de origen y en las conexiones con las principales ciudades europeas. Lo de cruzar al Atlántico a bajo coste con la compañía nórdica se ha acabado. Al menos de momento.
La aerolínea, que ha presentado hoy un nuevo plan de negocio en el que ha plasmado su repliegue estratégico, ha explicado que las restricciones para viajar impuestas por el coronavirus y las recomendaciones de los Gobiernos están afectando de forma muy importante a la demanda del largo radio. “Nuestra flota de Boeing 737 Dreamliner permanece en tierra desde marzo. El futuro de la demanda de largo radio es muy incierto”, ha explicado en una carta enviada a los empleados de la compañía Guro Poulsen, vicepresidente ejecutivo de Norwegian.
Nuevo plan de negocio
La compañía planea ahora operar con una flota de 50 aviones este año y de unos 70 en 2022. “Los viajes internos en Noruega y los vuelos entre el mercado nórdico y el resto de Europa han sido siempre nuestra columna vertebral, y es esta la que formará la base de la futura Norwegian”, aseguró en un comunicado su consejero delegado, Jacob Schram. Norwegian pretende reducir su deuda hasta unos 20.000 millones de coronas noruegas (1.939 millones de euros) y obtener hasta 5.000 millones más (485 millones de euros) a través de una nueva emisión de acciones y otras formas de capital propio. “La compañía ha recibido interés concreto para participar en la emisión. Norwegian ha enviado recientemente una nueva comunicación al Gobierno noruego sobre una posible participación estatal basada en el nuevo plan de negocios”, afirmó Schram.
Norwegian está atravesando uno de los momentos más delicados, si no el que más, de su historia. Y sus dificultades no son atribuibles en exclusiva a la pandemia. Ya antes de la llegada del coronavirus, su situación financiera era delicada, problemas que agravó en 2019 la prohibición temporal de vuelo de los Boeing 737 MAX impuesta por las autoridades aéreas mundiales tras dos accidentes en los que perecieron 346 personas. A este suceso su unieron después los problemas con los motores Rolls Royce, y, de remate, el desplome del tráfico aéreo mundial por el coronavirus. La aerolínea logró a mediados de diciembre el apoyo de sus accionistas a su plan de reestructuración, que incluye la emisión de nuevas acciones y la conversión de deuda, después de haber recibido el visto bueno de los tribunales irlandeses y noruegos a un doble proceso de reestructuración que asegure su supervivencia. Norwegian ya había evitado en mayo la quiebra tras lograr el respaldo de acreedores y accionistas a un plan para convertir 12.700 millones de coronas (1.163 millones de euros) de deuda en acciones. Ello le permitió acceder a una ayuda estatal de 3.000 millones de coronas (275 millones de euros), la mitad del total de un paquete al sector aéreo noruego.
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