Bádminton
El viaje astral de Carolina Marín hacia los Juegos Olímpicos de París
La campeona olímpica de Río explica cómo trabaja cuerpo y mente (con visualizaciones) para buscar repetir oro en los Juegos de París
A Carolina Marín le atrapó la gripe que ha afectado a media España y se pasó dos semanas parada, con antibióticos, sin poder entrenar y sin poder viajar a competir a varios torneos que tenía (Malasia, India e Indonesia). Una pequeña piedra en el camino hacia los Juegos Olímpicos de París, pequeñísima incluso después de las dos lesiones de rodilla que ha sufrido en su carrera, de ahí que, ya recuperada, se muestre tranquila y dispuesta a llegar a la gran cita del próximo verano en plenitud de condiciones, según explica en un desayuno organizado por el Banco Santander, del que es embajadora.
Trabajo de visualización
Está a tiempo de intentar cumplir el objetivo que se ha marcado, que es llegar en el puesto tres o cuatro del mundo (ahora es la cinco) para tener un sorteo más amable en la capital de Francia, aunque tampoco es algo que la obsesione. Su arranque de 2024 será en el Europeo por equipos que se disputa en Polonia del 14 al 18 de febrero, pero una fecha clave en el calendario vendrá un poco después: del 5 al 10 de marzo, donde competirá en el Yonex French Open 2024, primer torneo individual, pero además no uno cualquiera, ya que se disputa en el Arena Porte de la Chapelle París, el mismo escenario en el que espera hacer historia el próximo 5 de agosto con otro oro, porque la plata no la firma. A este Super 750 de marzo viajará con todo su equipo, incluida su psicóloga, María Martínez, para hacer un trabajo de visualización en el que Carolina “sale” de su cuerpo para verse a sí misma en ese mismo recinto, pero meses después, para prepararse para lo que le espera. Como si hiciera un viaje astral. “Visualizar la grada, las pistas, el propio pabellón de los Juegos Olímpicos, es visualizarme entrando en una pista, qué sensación tengo, cómo me hace sentir eso. Es un momento en el que la mente trabaja de una forma diferente, ya no solamente cuando tú estás entrenando o compitiendo, que lo estás viviendo, sino verlo como si fuera una tercera persona. Imagina que te metes a una habitación y te metes tú, pero lo estás viendo todo desde fuera, como una tercera cámara a través de la que te estás viendo enfocada en esos Juegos Olímpicos y ya lo sientes de una forma diferente, más nervios, como que la decoración es diferente, y lo sientes mucho más. Esas visualizaciones las hago también si quiero mejorar, por ejemplo, un gesto técnico que me cuesta, para que cuando me ponga en la pista lo tenga más fácil y el cerebro diga: 'Vale, esto lo he visualizado y me es más fácil hacerlo'”.
"Ahora tengo más ganas y cabezonería después de que me quitaran eso que tanto quería [ir a los Juegos de Tokio]"
Carolina habla mucho de su psicóloga, con la que ha trabajado de forma intensa especialmente los últimos tiempos, cuando la recuperación de su segunda rotura de ligamento cruzado se complicó un poco, aunque en realidad el trabajo con ella es día a día. Cuando los Juegos estén más cerca habrá un trabajo físico más intenso de un par de meses, ahora lo que más le preocupa es lo mental. “Es un trabajo tan continuo que cada pequeño detalles que sale en entrenamientos, partidos, lo vamos trabajando sobre la marcha, no dejarlo en el tintero”, explica la onubense, que ya tiene puesta en el fondo de pantalla de su móvil la imagen de la medalla de oro de París, para motivarse, más todavía después de que se quedara fuera de Tokio 2020 porque su rodilla se rompió cuando estaba en buena forma y apenas quedaban unas semanas. “Ahora tengo más ganas y cabezonería después de que me quitaran eso que tanto quería. Fue un traspié, pero ya es página pasada. Cuando tengo algo y me lo quitan, lo busco como una motivación. A pesar de estar jorobada, de estar en lugar de en los Juegos con la pierna tiesa en el sofá, me levantaba cada día intentando convertirlo en una motivación”.
El regreso
Carolina ha vuelto a ganar a algunas de las mejores jugadoras del mundo como Chen Yu Fei, la campeona en Tokio 2020 y número dos. Llegó a la final del Torneo de Maestras y a la del Mundial. En este último la superó la número uno, la coreana An Se Young, que con 22 años es ocho más joven que ella. Yu Fei tiene 25. Esas victorias del año pasado hicieron ver a Marín que había regresado... Y a sus rivales también. “Se sorprenden, dicen 'guau, está de vuelta'”, piensa la española, que está adaptándose a los cambios de su deporte, que ahora es más intenso. “Yo soy muy atacante, antes con dos remates acababa, pero ahora no, defienden más, los partidos son más largos, he jugado el más largo de mi vida, 1 hora 45 minutos”, reconoce. Es una evolución constante, porque “la Carolina que ganó los Juegos de Río no ganaría los de París”. Ahora sigue entrenando mucho, con un matiz: menos que antes en cantidad y más calidad. Su día a día en el CAR es más o menos así: se levanta a las 8 y a las 8:30 ya está en el pabellón para empezar a las 9. Por delante, hora y media de bádminton y después una parte física: gimnasio, fuerza máxima o potencia. Acaba sobre las 12:30. A las 13:00 ya está comiendo, y las 14:30 de nuevo vestida de corto, para otro rato de pista, en el que suele incidir más en la técnica, hasta las 16:30. A continuación, la segunda sesión física, que varía en función de cómo haya sido la primera, pero últimamente la hace de alta intensidad: hipoxia (modificar la cantidad y presión de oxígeno durante el entrenamiento) con torniquetes en las piernas... A las 17:30 suele terminar, y está dos horas con el fisio. Tiene a dos sparrings hombres extranjeros para ella. Practica con la raqueta, fortalece su cuerpo y prepara su mente para la batalla de París, donde tiene claro que no va de turismo "a ver la Torre Eiffel". "Voy a por el oro", concluye.
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