Futuro
¿Tiene límites Alcaraz? Responde su técnico, Juan Carlos Ferrero
El murciano toca la cima del tenis más joven que nadie y con mucho margen de mejora, según su técnico. El campeón del US Open se fija en la longevidad de Nadal, Djokovic y Federer
El padre, que también se llama Carlos, sufre en el palco. Y cuando su hijo hace el saque que derrota a Casper Ruud (6-4, 2-6, 7-6 [7/1] y 6-3) y le convierte en campeón del US Open y en el tenista más joven (19 años, 4 meses y 6 días) en llegar al número uno del mundo del tenis, espera para el gran abrazo, pero poco después se dirige a Juan Carlos, el entrenador, una parte muy importante de la proeza que acaba de lograr el joven murciano, y le dice: «Hay que meterle en vereda y tenerlo con los pies en el suelo».
El tenista, Carlos Alcaraz, en diciembre de 2021 aseguraba en una entrevista con este periódico: «Aunque fuera el número uno seguiría siendo un chico sencillo». En ese momento era el 32. Lo decía pensando que, si llegaba, tardaría todavía mucho tiempo. Pero en ocho meses, ahí está, ya tiene la corona del tenis mundial en la cabeza. Y repite lo mismo: «Tal como soy como persona no me será muy complicado mantenerme en el suelo». Y afirma también: «No me siento el mejor».
Con esas palabras facilita el trabajo que tiene ahora por delante Juan Carlos Ferrero y todo el equipo que hay alrededor del adolescente que ha revolucionado el circuito. Por un lado, no frenar a la bestia que tienen. Por otro, lograr que la fama no se le suba a la cabeza. Es, en realidad, algo parecido a lo que llevan haciendo durante muchos años, porque cuando era un niño Carlos ya tenía cualidades y se le solía poner el apellido de «nuevo Nadal». «Con 12 o 13 años lo vi por primera vez, vino a la Academia y entrenamos juntos. Tenía todo lo de ahora, pero en pequeño: se iba a la red, hacía dejadas, se reía. Luego lo vi cuando consiguió su primer punto ATP, en un partido en el que jugó muy bien el primer set y en el segundo se pegó una liada de las buenas. Cuando llegó a la Academia, tenía 15 años, era como un fideo, muy delgado. Tenía mucha velocidad de manos y piernas rápidas, pero no músculos. Hemos puesto mucho trabajo en su cuerpo», desveló Ferrero, que ya tenía claro que quería ligar su futuro a él, aunque después le llegaran ofertas de jugadores como Tsitsipas o Thiem. A su alrededor ha creado un ambiente familiar, es su entrenador y tiene mano dura cuando es necesario, pero también su amigo, con el que juega al golf en los ratos libres. Un ambiente como el que vivió él cuando era jugador con Antonio Martínez Cascales, otro de los hombres que ha ayudado al crecimiento de Carlos.
Desde ahí: debut con victoria en el primer partido en un torneo ATP en 2020 con 16 años. Un 2021 en el que debutó en sus primeros Grand Slams, ganó un torneo (Umag) y escaló posiciones. Una pretemporada intensa para 2022 ver nacer a un nuevo tenista, más fuerte, más atlético, más listo («Un toro», como dice él), que dio lugar al primer título ATP 500 (Río de Janeiro), al primer Masters 1.000 (Miami) y al segundo (Madrid), con lo que llega la confianza de que ya está para algo grande. Después, un bajón lógico en julio por empezar a notar la presión del cambio de vida. Y las palabras de Ferrero: «Tienes que recuperar la alegría». Con ella de vuelta, la explosión definitiva con la conquista del US Open y el número uno. Todo ha ido demasiado rápido, sin duda. Pero no ha hecho más que empezar. «Está al 60 por ciento de su potencial», opina su preparador. Por mejorar: el saque, el resto, el revés, la toma de decisiones en ciertos momentos, la consistencia para no tener bajones en los partidos... Un mundo.
«No es que porque ya sea número uno no hay nada más que entrenar», insiste el técnico. Y también lo podría decir el padre. Y el hijo, pese a haber cumplido un sueño de niño, lo sabe, y mezcla esa inocencia de «seguir siendo el mismo» con mirar lo que han hecho los mejores, Nadal, Djokovic y Federer: «Quiero seguir trabajando, consiguiendo títulos y estar lo más arriba del tenis durante mucho tiempo, como ha hecho el ‘’Big 3′'. Ellos han ido evolucionando con los años. Siempre hay algo que mejorar. Ahora es cuando más ganas y trabajo hay que poner. No hay que parar».
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