Octavos de final
Portugal, a pesar de Cristiano
Falló un penalti en la prórroga y, aunque marcó el suyo en la tanda, el héroe fue Diogo Costa, que paró los tres que lanzó Eslovenia
Cristiano Ronaldo transmite ansiedad a sus compañeros. Los veteranos deben hacer lo contrario en sus equipos, bajar las pulsaciones de los jóvenes para no perder el foco, pero el portugués vive obsesionado con sus números. Su ego le llevó a anunciar su marcha del Real Madrid sobre el mismo césped después de ganar la Liga de Campeones. Y ahora le lleva a buscar su gol por encima de todo. Por encima incluso de la victoria de su equipo. Con menos ego, ahora podría ser el único futbolista del planeta con siete Champions. El «7» juega desde el primer minuto como si fuera el último, como si tuviera que remontar un resultado adverso. Pero la única adversidad es que en los años que lleva jugando Eurocopas –debutó en la de 2004–, nunca había pasado de la primera fase sin marcar. Y así va, buscando su gol a lo loco. Con la pelota en juego o con la pelota parada. Aunque haya una falta en un lateral, ahí acude él a buscar la portería. Da igual.
Y mientras él va a lo suyo, Portugal, una selección cargada de talento, va buscando otras salidas por los costados, que es donde menos busca Cristiano la pelota porque se aleja del gol. En la primera parte lo buscaba a través de la velocidad de Rafael Leão; en la segunda, por el desborde de Cancelo.
Eslovenia, que había empatado todos sus partidos, se conformaba con aguantar y esperar a que Sesko encontrara algún balón que pudiera resolver el partido a su favor. Le faltó llegar más fresco en alguna ocasión para haber superado a Diogo Costa.
Los eslovenos cuentan con la tranquilidad de tener a Oblak detrás. El portero del Atlético se siente cómodo cuando tiene a los defensas cerca y muy lejos de su área no se animan a salir los eslovenos. Y los disparos lejanos de Cristiano no parecían un problema para él.
Da la sensación de que el talento de los portugueses se liberará cuando Cristiano marque y pueda funcionar como un equipo de verdad sin necesidad de atender constantemente los caprichos de su estrella.
Pero no había manera. Ni siquiera le sirvió al capitán de Portugal la ayuda del árbitro, el italiano Orsato, que vio penalti en una caída de Jota en el área que no era más que eso, una caída. Fue Cristiano hacia los once metros, golpeó duro a un costado y alargó los brazos Oblak para despejar hacia el poste y evitar el gol portugués.
Cristiano pasó de ser un jugador ansioso a ser un jugador hundido. Quedaba poco para el descanso de la prórroga y cuando se dirigió al corrillo con su seleccionador en el pequeño entretiempo sólo podía prestar atención a sus lágrimas. Con la cabeza hundida, eran sus compañeros los que tenían que animarlo en lugar de prestar atención a las instrucciones de su técnico.
No tuvo valor Roberto Martínez para prescindir de él cuando asumió el cargo de seleccionador y mientras el capitán va engordando sus cifras de goles y de partidos Portugal se va hundiendo en la mediocridad. Es un equipo al servicio de un ego.
Cristiano lloraba su error desde los once metros y Sesko se lamentaba por su fallo en el mano a mano con Diogo Costa después de recibir un pase involuntario de Pepe. Estiró la pierna el guardameta portugués para evitar el gol y dar vida a su selección.
Llegaron los penaltis. Marcó Cristiano el suyo, el primero, y Diego Costa paró todos los de los eslovenos. Portugal está en cuartos de final gracias a su portero y a pesar de Cristiano.