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"Caso Rubiales"

El "piquito", los gestos obscenos... el terremoto que acabó con Luis Rubiales

Un título mundial histórico quedó eclipsado por la "celebración" del ya ex presidente de la Federación Española

El "piquito" de Luis Rubiales a Jenni Hermoso RTVE

Nunca una entrega de medallas de un Mundial había dado más que hablar que la final que se jugó antes, pero desde que Luis Rubiales besó en la boca a Jenni Hermoso sin su consentimiento, la polémica se llevó por delante la hazaña que la selección española femenina de fútbol consiguió en la Copa del Mundo de Australia y Nueva Zelanda. Casi no dio tiempo a celebrar un título que nadie esperaba cuando arrancó la concentración con un grupo dividido fuera del campo, incómodo con Jorge Vilda como seleccionador y tocado por la baja forma de su gran estrella: Alexia Putellas. Y resulta que España se bordó una estrella en la camiseta y resultó también que el entonces presidente de la Federación no supo comportarse ni en el palco ni en el césped, desatando un terremoto que se lo llevó por delante y dio paso a una renovación que las futbolistas llevaban bastante tiempo reclamando.

El guion, con tintes tragicómicos en muchos momentos, arranca con lo que Rubiales definió como un «piquito» sin importancia, y sus tocamientos en el palco junto a la Reina Letizia y al resto de autoridades. Desde Australia, no se le ocurre otra cosa que dar una entrevista en tono exaltado, insultando a los que le estaban criticando en España. En la escala del viaje de vuelta ya tuvo que hacer un vídeo de disculpas poco convincente y ya antes la Federación había emitido unas supuestas declaraciones de apoyo de Jenni Hermoso que la futbolista negó y que forman parte de la denuncia por agresión sexual que todavía está en manos de la Justicia.

Con la presión del presidente del gobierno, del de la FIFA y hasta de la ONU parecía que Rubiales iba a dimitir, pero su discurso se convirtió en un todos contra mí en el que gritaba fuera de sí: "¡No voy a dimitir, no voy a dimitir!" Ante los aplausos de los dos seleccionadores, Vilda y De la Fuente. Jenni Hermoso confirmó en un comunicado que se sintió «vulnerable y víctima de una agresión» y formalizó la denuncia contra «Rubi». Ya inhabilitado por 90 días por la FIFA sí dimitió finalmente en una entrevista en la televisión británica digna de la mejor parodia. En una mezcla de español e inglés se reafirmaba en que no tenía intenciones sexuales con su beso y que los poderes fácticos habían organizado una campaña en su contra.

Las futbolistas pudieron celebrar en Madrid con la afición su título, pero el sabor en aquella fiesta fue agridulce y no por el fallecimiento del padre de Olga Carmona, la heroína de la semifinal y la final, sino por todo lo que ocurrió con el «caso Rubiales», cuya sombra sobrevolaba cualquier cosa que tuviese que ver con el Mundial recién levantado. La Federación, ya al mando de Pedro Rocha, tomó medidas y la primera fue la destitución de Vilda, el técnico al que no querían las futbolistas. Llegó Montse Tomé, una opción que no era romper con todo lo anterior y que alimentaba la teoría de que había todavía mucho «rubialismo» en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas.

El tsunami todavía continúa con las declaraciones en el juzgado de los testigos de las presiones a Hermoso. El TAD ha inhabilitado a Rubiales por 3 años, un año y medio por el beso y otros 18 meses por sus gestos en el palco. Rubiales ya es historia (negra) del fútbol español.