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Olimpismo

Moussambani o cuando los héroes no son los que ganan

La participación del nadador de Guinea Ecuatorial en los Juegos de Sídney 2000 ha servido de inspiración para muchos otros deportistas. Su epopeya olímpica fue un impulso para generaciones

Eric Moussambani, con la bahía de Sídney al fondo ROB GRIFFITHAP

No todos los héroes de los Juegos Olímpicos ganan medallas de oro o baten récords del mundo. En los recientes disputados en París, por ejemplo, se habló más del surfista brasileño Gabriel Medina por la espectacular foto que le sacaron levitando entre las olas de Teahupoo que por su bronce. Los disputados en Sídney en el año 2000 fueron los de Ian Thorpe en el agua o Marion Jones en la pista de atletismo (después, sancionada por dopaje), pero también los de Eric Moussambani, cuya hazaña (de vida, no deportiva) se sigue recordando. La prueba de 100 metros libres que el nadador ecuatoguineano hizo en el Centro Acuático Internacional pasó a la historia y fue la demostración de cómo las risas pueden convertirse en aplausos. Los 14.000 espectadores reaccionaron con sorpresa al principio y con euforia después animando a un deportista que luchaba simplemente por llegar al final. Él llevó hasta el límite como nadie uno de los lemas que se atribuyen a Pierre de Coubertin, aunque la frase no es realmente del «padre» de los Juegos Olímpicos modernos: «Lo más importante del deporte no es ganar, sino participar, porque lo esencial en la vida no es el éxito, sino esforzarse por conseguirlo». Moussambani aprovechó ese momento para dar una lección de coraje y para que le sirviera de rampa de lanzamiento como ejemplo de superación. «Mi aparición en los Juegos Olímpicos sirvió para que se conociera más a mi país y me convertí en una figura del deporte», dijo.

Era la primera vez que Eric competía en una piscina olímpica y apenas llevaba ocho meses practicando ese deporte. A él le gusta el atletismo, pero... «En la radio nacional emitieron un comunicado en el que decían que necesitaban nadadores para formar parte de los atletas de la Federación de Natación. La reunión fue en el hotel Ureca y me presenté como único varón. También se presentó una chica. Solo dos personas», desveló el propio nadador en una entrevista a AFP. El Comité Olímpico Internacional tenía cupos para países en vías de desarrollo y Eric aprovechó la oportunidad. Solo pudo prepararse en el mar y en la piscina del hotel, a la que acudía de cinco a seis de la mañana para no molestar a los clientes. Por eso cuando llegó a Sídney vio las dimensiones reales y que tenía que ir y volver y llegó a pensar que no iba a ser capaz. Ni siquiera sabía lo que suponían los Juegos, aunque después se ha convertido en un icono de ellos. Hasta iba con un bañador no reglamentario, unas bermudas, y un entrenador de Sudáfrica le prestó otro para que no lo descalificaran, y le enseñó cómo hacer el giro cuando llegara a los 50 metros. En su serie tenía dos compañeros: Karim Bare, de Nigeria, y Farkhod Oripov, de Tayikistán, que llegaban en una situación parecida a la suya y fueron descalificados por salir mal. Por eso nadó solo aquel 19 de septiembre de 2000. No le pudo el miedo escénico. La primera piscina la hizo lenta, pero bien, el problema fue en la segunda, el regreso, que se le hizo demasiado largo, aunque no se rindió. El tiempo que logró, un minuto 52 segundos 72 milésimas, más del doble que el resto de los competidores; fue lo de menos. «Me encantó cuando todos me aplaudieron al final. Sentí como si hubiera ganado una medalla o algo así», reconoció tras la prueba. Lo importante fue el ejemplo que dio en ese momento... Y también después. Se hizo famoso, salió en varios programas de televisión y obtuvo el patrocinio de algunas marcas. Continuó entrenándose y llegó a rebajar su registro en casi un minuto.

Cuando regresó a Guinea, su epopeya fue un impulso para su país, donde se construyeron piscinas para que las siguientes generaciones tuvieran más oportunidades. Ahora hay dos de 50 metros en Guinea Ecuatorial. Desde 2012, Moussambani, que es ingeniero informático y también trabajó en una petrolera, es el entrenador de la selección de su país a tiempo parcial. «Estoy contribuyendo mucho para que nuestro país pueda tener buenos nadadores, preparándolos fundamentalmente desde pequeños», asegura. Ahora hay niños y niñas que sueñan con estar en unos Juegos Olímpicos. A los disputados en París los pasados meses de julio y agosto acudió Higinio Ndong Obama Nkara, de 25 años. Participó en los 50 libres y quedó tercero en su serie, logrando superar su mejor marca para dejarla en 28.42, el récord de su país, aunque quedó lejos de entrar en las semifinales.