Motociclismo

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A Márquez le funciona ser Marc

A pesar de la lluvia se la jugó en la última vuelta para ganar y recuperar el liderato. «Es mi estilo y así conseguí cinco mundiales», dice

El español Marc Márquez (Repsol Honda RC 213 V) gana el GP de San Marino
El español Marc Márquez (Repsol Honda RC 213 V) gana el GP de San Marinolarazon

A pesar de la lluvia se la jugó en la última vuelta para ganar y recuperar el liderato. «Es mi estilo y así conseguí cinco mundiales», dice.

«Sé que con el segundo puesto valía, pero es mi estilo y con esta forma de hacer las cosas he ganado cinco mundiales». A Márquez le funciona ser Marc y no está dispuesto a cambiar. Él es así, aunque el cielo se derrumbe sobre el circuito de Misano en forma de diluvio y mantener la moto en posición vertical sea una misión casi imposible. El día estaba para ser conservador y no arriesgar, pero cuando Márquez se sienta cómodo con esta opción quizá le habrá llegado el momento de la retirada. Disfruta desafiando los límites y es el método que mejor resultado le da, por eso no entiende que exista otra manera de ser campeón del mundo.

Había llovido a mares durante toda la mañana y la pista estaba más que peligrosa. Lorenzo salió fortísimo, como a él le gustaba cuando estaba en Yamaha, pero su aventura acabó en caída. El asfalto no estaba para bromas y no perdonaba el más mínimo desliz. Petrucci sustituyó a Jorge al frente de la carrera y allí se quedó hasta casi el final. En la primera curva de la última vuelta se le apareció Márquez para dejarlo allí plantado y sumar 25 puntos en lugar de 20. No hubo mucha lucha entre ambos, todo lo contrario que en la cabeza de Márquez. Su Pepito Grillo le decía que se mantuviera en el segundo puesto, porque el riesgo era muy grande, y esperara a Alcañiz para intentar asaltar al liderato. Al mismo tiempo, un pequeño diablillo le susurraba todo lo contrario: que esto son carreras de motos y se trata de vencer.

A quién escuchó Márquez, está muy claro. Ganó su lado salvaje, el que le ha llevado hasta donde está. «En un campeonato tan igualado esos cinco puntos extra pueden ser vitales para Valencia. Sabía que me la jugaba, pero tenía que arriesgar. Es fundamental saber convivir con esta presión y lo hemos conseguido», se justificaba el nuevo líder del Mundial, empatado con Dovizioso, pero por delante gracias a los segundos puestos. Marc se cayó tres veces durante el fin de semana, la última en el «warm up» de la mañana de ayer. Una caída de lo más provechosa, porque «si no me hubiera caído ahí, me habría caído en la carrera». Todo está peligrosamente medido en el universo de Marc, que quería a toda costa una alegría grande después de la rotura de motor de Silverstone. Necesitaba entrar otra vez en un estado de optimismo y ni la lluvia ni el peligro importaban.

Así es su mentalidad, opuesta absolutamente a la de su máximo rival a día de hoy por la corona mundial. Si Márquez es quien es por sus excesos, el camino de Dovizioso a lo más alto ha sido el de la prudencia, si es que se puede ser prudente a 280 kilómetros por hora. «Era mucho más fácil cometer un error que quitarle puntos a los demás. Habría tenido que tomar muchos riesgos para estar con ellos y no hubiera sido lo más inteligente», comentaba Dovi, que mantiene todas las opciones con sólo cinco carreras por disputarse. Nunca ha estado en una situación así y lo único que no quiere es precipitarse. La paciencia le ha llevado hasta aquí y no va a cambiar su guión tan fácilmente. Él y Marc están un paso por delante del resto. Maverick sólo pudo ser cuarto ayer y se queda tercero en la clasificación a 16 puntos a la espera de mejores jornadas. A Pedrosa y Rossi, en cambio, se les han esfumado casi todas sus opciones.

«Lo normal es que según avanza el campeonato se vaya reduciendo el número de candidatos», confirmaba Marc, que censuró los aplausos de los aficionados italianos ante sus caídas. Él siente las carreras como un acto de alegría, igual que Valentino. Los «tifosi» parece que no se enteran.