Atletismo
Kipchoge y Bekele, o cuando los dioses fueron humanos en la maratón olímpica de París
Los dos legendarios fondistas no brillan en la maratón de los Juegos de París Kipchoge se retiró, tras estar 2 kilómetros andando y perseguido por 300 personas. Se impuso el etíope Tola
En agosto de 2003, en el Mundial de París, cuando todo el mundo estaba pendiente del duelo en los 5.000 metros entre Bekele y El Guerrouj, un keniano de 18 años se coló por delante de ellos para coronarse tras protagonizar unos últimos metros de locura. Era Eliud Kipchoge y fue el comienzo de una rivalidad que ha ido de la pista al asfalto y que ha llegado al punto y final en la maratón olímpica de París, donde los dos dioses del fondo se convirtieron en humanos.
Después, en el tartán, Bekele derrotó al keniano casi siempre, hasta en quince ocasiones, pero en las cuatro maratones que disputaron juntos hasta esta última venció Eliud. Es la distancia de Filípides en la que Kipchoge se ha convertido en leyenda. Ha participado en 21 oficiales y se ha impuesto en 16. En las otras, fue segundo en Berlín 2013, la segunda vez que afrontaba la distancia; octavo en Londres 2020, sexto en Boston 2023 y décimo este año en Tokio en el test de control antes de los Juegos, un mal síntoma que no impidió que intentara buscar lo que nadie había conseguido: imponerse por tercera vez en la maratón olímpica. Se queda con dos oros (Londres 2012 y Río 2016), como Abebe Bikila (1960 y 1964) y el alemán Waldemar Cierpinski (1976 y 1980).
Un referente
Pese a ser una persona humilde, nada le ha hecho más humano que lo que protagonizó en París, quizá su última gran maratón, en la que se retiró. Es la primera que no la acaba. Con la edad ha perdido sus superpoderes, pero siempre quedará lo que ha conseguido con sus salvajes entrenamientos en las montañas de Kaptagat, en el Valle del Rift, a las órdenes de Patrick Sang, que le seguía en la matatu (furgoneta) en las tiradas largas. Ha sido la persona que ha demostrado que se puede bajar de las dos horas en recorrer los 42 kilómetros y 195 metros, algo que parecía imposible. De hecho, él lo hizo en una prueba no oficial. En oficiales llegó a 2h01:09, y enseñó al camino a atletas como su compatriota Kelvin Kiptum, que voló para detener el crono en 2h00:35 y que estaba destinado a tomar el relevo del mito, pero un fatal accidente de tráfico acabó con su vida.
300 seguidores detrás de él
Las cuestas de París reventaron a Kipchoge, a sus 39 años, con esas arrugas que tiene en la piel cuando sonríe que le hacen tener aspecto de sabio, imagen que fomenta con los libros que lee, e incluso con su granja en Kenia. Un hombre de pocos lujos. Empezó colocado perfectamente, desde la salida en el Hotel de Ville, para ir recorriendo los lugares emblemáticos de la capital de Francia, camino de Versalles y vuelta, pero en la primera rampa, entre los kilómetros 16 y 20, se empezó a llevar la mano al costado izquierdo y perdió contacto. “Tenía un dolor en la espalda”, explicó después. Siguió todavía un rato más, y aunque no logró llegar a la meta de Los Inválidos dejó una de las imágenes de los Juegos. Se paró y los compañeros pasaban y le animaban, pero la espalda no le dejaba. “Sentí su amor y su respeto”, reconoció. Estuvo caminando dos kilómetros y cuando se giró... “He visto más de 300 personas en mis espaldas caminando juntos”, desveló, mirando a la cara de forma penetrante al que le preguntaba. Tienen algo misterioso esos ojos. Estaba descalzo, porque había regalado las zapatillas, y también el número y casi toda la ropa, a algunos de los que peregrinaron con él. “Ver a esa gente es lo que me motiva”, añadió, sin querer desvelar si va a seguir corriendo maratones o no y haciendo un alegato a favor del deporte: “Si quieres estar cómodo en la vida, tienes que correr, tienes que hacer deporte. Eso es lo que he aprendido en los últimos 20 años”. Lo que le pasó lo comparó con un boxeador al que habían noqueado, pero dice que se levantará. “Es el deporte, es la vida”, aseguró.
Esas cuestas que fueron un calvario para Kipchoge también lo fueron para el resto. "He estado entrenando en las cuestas de la Casa de Campo y me he quedado loco al ver estas, tenía ganas de ponerme andar. Iba parado y adelantaba a gente con mejores marcas que yo", explicó después Yago Rojo, que acabó en el puesto 41. Tariku Novales terminó el 68 y reconoció su decepción: "Creo que he faltado al respeto a este gran evento. Ahora estoy un poco perdido. Cuanta más gente veía, más vergüenza me daba". El mejor español fue Ibrahim Chakir (34).
Bekele, por su parte, estuvo desaparecido desde el principio. Es más veterano todavía que Kipchoge (42) y volvía a unos Juegos doce años después, tras ser superado en Londres 2012, donde buscaba su tercer oro seguido en la pista en los 10.000, tras los de Pekín 2008 y Atenas 2004 (también fue plata en 5.000 en estos últimos y oro en la capital china). Su reciente actuación en Londres le devolvió a la actualidad, pero en París no pudo brillar.
Sí lo hizo su compañero Tamirat Tola, bronce en Río 2016 y campeón del mundo en Eugene 2022, que rompió la carrera en esas cuestas de mitad de recorrido para volar hasta la gloria con récord olímpico, 2h06.26. La plata se la quedó el belga Bashir Abdi y el bronce el keniano Benson Kipruto.
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