Automovilismo

Isidre Esteve: «En el Dakar soy feliz»

Descubrió el Dakar africano en moto. Tras un grave accidente, volvió en coche a la versión suramericana de este mítico rally, pero su lesión no era compatible con estar tantas horas sentado.

Isidre Esteve: «En el Dakar soy feliz»
Isidre Esteve: «En el Dakar soy feliz»larazon

Descubrió el Dakar africano en moto. Tras un grave accidente, volvió en coche a la versión suramericana de este mítico rally, pero su lesión no era compatible con estar tantas horas sentado.

Isidre Esteve (Lérida, 1972) viaja esta tarde a la felicidad. Después de ocho años de espera, vuelve al Dakar gracias a un cojín inteligente que nace de sus ganas de aventura. Compartió arena africana subido a una moto con mitos como Arcarons, Roma, Coma o Peterhansel. Un accidente le puso en una silla de ruedas, pero nunca en fuera de juego. En 2009 lo intentó por primera vez en coche, acabó todas las etapas, pero pagó las horas sentado con unas heridas en la piel que tardaron un año y medio en cicatrizar. De ellas, y del apoyo de Josep Maria Lloreda (KH7), nace el cojín inteligente, que detecta las zonas sometidas a más presión y las libera alternativamente con un sistema que se puede dirigir desde el móvil. Un dispositivo que mejorará en breve la calidad de vida de personas anónimas y que devuelve a Esteve a su lugar en el mundo.

–Usted es feliz en el Dakar...

–No lo podría decir mejor. El objetivo prioritario de mi vida es ser feliz y esta carrera me pone en este estadio. Estaría en el Dakar cada día. Es lo que me hace sentir bien ya en el momento en el que planifico cómo va a ser el equipo, los detalles, qué compañeros van a venir, qué va a hacer cada uno, cómo va a ser el coche... Todo esto me gusta, y luego ejecutarlo, vivirlo y disfrutarlo.

–¿Da tiempo a mirar el paisaje?

–¡Qué va! Luego veo los resúmenes en la tele y no recuerdo haber pasado por allí. En la moto hay una perspectiva de 360 grados, pero en el coche no ves nada.

–¿Qué es el Dakar?

–Lo primero, una gran aventura y un reto personal. En mi caso, es lo que me ha hecho crecer más como persona en esta vida.

–¿Por qué engancha?

–Es para aventureros. Si no lo eres, no participas. A mí lo que me atrapó al principio fue África y, después, su dureza y el reto que supone.

–¿Cuál es su primer recuerdo?

–Año 1998. Etapa maratón de tres días al sur de Marruecos. 700 , 800 y 1.000 kilómetros cronometrados antes de la jornada de descanso. En la primera especial, me paré en mitad de las dunas y dije «esto es imposible. He salido a las seis de la mañana, he hecho sólo 150 kilómetros, son las 12 del mediodía y la etapa tiene 750. No voy a llegar en la vida».

–¿Pensó que ya no volvería?

–Sí, en 2009, cuando regresé del Dakar en Suramérica. Deportivamente fue bien, pero sufrí dos úlceras por presión por mi lesión medular. Esto me hizo replantearme si era una carrera para mí o no. Ahí comenzó el proyecto del cojín inteligente y empecé a ver que volver no era algo imposible.

–¿Se siente un mito del desierto?

–Lo que me siento es un privilegiado por haber compartido tantos años con amigos como Roma, Arcarons, Peterhansel... Tras el accidente de 2007 y lo que conllevó, poder continuar corriendo en una prueba tan importante junto a ellos es sencillamente genial.

–¿Quién ha sido el mejor?

–Por su calidad y talento, si hay un nombre en el Dakar es el de Stefan Peterhansel. Además, es una persona honesta y un tipo genial.

–¿De qué se habla al llegar al campamento por la noche?

–De los problemas que ha tenido cada uno. Cuando estás en la especial crees que sólo te has perdido tú. Luego, cada uno cuenta su aventura y te das cuenta de que todos se han perdido.

–Se había olvidado el componente de aventura?

–Los últimos años se ha corrido muy al esprint y quizá pareciera que la navegación no era importante. Con los cambios de reglamento que ha incorporado Marc Coma (director deportivo de la prueba) la navegación vuelve a ocupar un lugar clave.

–¿Qué va a ser lo más difícil?

–Personalmente por este orden: la acumulación de horas en el coche, la adaptación a la altitud (vamos a pasar cinco días a más de 4.500 metros) y cómo de difícil va a ser encontrar los puntos de paso con menos ayuda del GPS.

–¿En moto es más duro?

–Sí. Para ganar en moto tienes que ser un atleta, la exigencia física es descomunal. Todo lo haces tú y te puedes pasar ocho horas sin hablar con nadie. El que quiera aventura, que vaya en moto.

–¿Ha llegado a sentir miedo?

–Miedo de soledad, sí. En mitad del desierto uno se ve pequeño. El Dakar sirve para descubrirse a uno mismo, buscar el límite y convivir con la soledad. Hace falta mucha autoconfianza.