Real Madrid
Ceballos se presenta en el Madrid y gana al Alavés
Le han preguntado varias veces a Zidane por Ceballos y el francés sólo decía que no tenía prisa, que mucha calma, que su momento iba a llegar. Llegó, esta tarde, en Mendizorroza.
Le han preguntado varias veces a Zidane por Ceballos y el francés sólo decía que no tenía prisa, que mucha calma, que su momento iba a llegar. Llegó, esta tarde, en Mendizorroza. Como sucede en todos los partidos, el entrenador francés volvió a sorprender a todos con su alineación. Además de las múltiples bajas, dejó a Bale y a Modric en el banquillo y dio el mando del partido a Ceballos y a Isco. Una decisión inesperada, una decisión acertada. No va a cambiar el entrenador ni siquiera en los días en los que no se puede fallar, como era el choque de hoy, después de perder en casa frente al Betis. En vez de apostar sobre seguro, Zidane innovó: Ceballos se marcó un gran partido e hizo los dos tantos que al final dieron la victoria a los blancos. El primero, con un remate muy a lo Isco, tirando al palo que el portero no espera y el segundo aprovechando un error de Pacheco, el guardameta del Alavés, que no tuvo su mejor día.
Con sus goles, solventó el Madrid un partido en el que volvió a sumar ocasiones desperdiciadas y que pudieron costarle muy caro. El Alavés llegaba al partido con un entrenador interino, con cinco derrotas y sin haber marcado un gol y durante varios instantes del partido creyó que podía sacar un punto contra el campeón de Europa. Lo creyó cuando empató en su única llegada en la primera parte y después, ya en la segunda, con el marcador otra vez en contra, cuando tuvo dos jugadas que fueron a los palos. No se lo creía el conjunto vasco, que perdonó lo que le había perdonado el Madrid.
Con esos jugadores en el centro del campo, el equipo Zidane jugó un choque parecido al de Anoeta, es decir, fútbol control, sin prisas, a la espera de los tantos. Tuvo el mando del choque, pero se le vio inseguro por errores propios. Y más cuando no consigue marcar lo que antes sí que marcaba. Se fue Ronaldo sin hacer un gol pese a que mandó un pelota al exterior del palo y otra también la rechazó el poste; no hizo Ramos un tanto cuando lo más fácil hubiera sido meterla dentro y tampoco acertó Isco con un remate desde el borde del área.
Fue Isco quien movió al equipo blanco, bien acompañado por Ceballos. Pobló el Madrid el campo de centrocampistas porque es como ahora se encuentra más cómodo y situó a Ronaldo de delantero centro puro: no de extremo que llega, sino de punta entre los centrales. Pero sus mejores ocasiones llegaron cuando atacó desde el lado o cuando llegó por sorpresa. El Madrid, sobre todo en la primera mitad, tuvo más balón que ocasiones, pero tampoco sintió el peligro, tenía domado al rival. Fue más loco el choque después del descanso y sin embargo, todos los goles llegaron antes.
Pudo golear entonces el Madrid y pudo volver de Vitoria con sólo un empate y una crisis abierta y peligrosa: es lo que tiene cuando la puntería no acompaña y el dominio del balón no se termina con tantos. No pasó porque estaba Ceballos, la joven perla por la que peleó el Madrid frente al Barcelona este verano, un futbolista con duende, con trabajo y con gol. En Mendizorroza se presentó a la élite.